Reseña: Batman contra Robin, de Mark Waid, Mahmud Asrar y VVAA

A diferencia de cualquier personaje anterior o posterior a él, Batman ha proporcionado una lente distinta dentro del nuevo Universo DC. Por mucho que el Cruzado de la Capa haya estado en el centro de sus propias historias en solitario increíblemente específicas y con tintes noir, hay una sensación interminable de novedad al verlo lidiar con la existencia en un mundo de dioses, monstruos y magia. Esa idea es, sobre todo, lo que se siente en este volumen de Batman contra Robin que contiene una nueva miniserie donde la dinámica disfuncional entre Batman y su hijo, Damian Wayne es lo que brilla por encima de todas las cosas.

Una trama de tramas donde el siempre genial Mark Waid y el dibujante Mahmud Asrar nos traen un viaje por el contexto sobrenatural del Universo DC. Un integralazo que se vuelve a marcar ECC Ediciones en nuestro país donde se recopila la serie homónima y también páginas imprescindibles para la comprensión total de la historia (Batman vs. Robin núm. 1-5, Robin núm. 17, Batman/Superman: World’s Finest núm. 5 USA).

Como sugiere el título, Batman contra Robin comienza con la reunión de Bruce y Damian con su mayordomo fallecido hace mucho tiempo, Alfred Pennyworth. Teniendo en cuenta el status-quo establecido en los cómics de los últimos años, está claro que esta reunión probablemente no sea lo que parece y descubrir lo que realmente es, llevará a Bruce a una aventura inesperada y mística. Donde revelar más detalles sería un flaco favor a lo que Batman vs. Robin tiene reservado, ya que desde el número uno zigzaguea dando giros inesperados casi de un capítulo a otro.

Y es que Robin se ha enterado de la existencia de Nezha, un demonio ancestral que ha trastocado la magia del mundo entero y ha vuelto impredecible a todo hechicero que la emplee. Él mismo ha caído en garras de este diablo, y Batman no tardará en sufrir el ataque de su propio hijo…

La narrativa de Waid no teme dejar que los procedimientos se vuelvan genuinamente ridículos, de maneras que satisface a los fans de toda la vida, tanto de Batman como de todo el panorama DC. Este es especialmente el caso en la escena de lucha central del primer número, que contiene algunos de los usos más extravagantes y extrañamente prácticos de los elementos de la BatCueva que he visto nunca.

Pero en el centro de todo, el guion de Waid hace un excelente trabajo al crear la dinámica entre Bruce y Damian, siguiendo el ejemplo de lo que ya habían establecido Tom King en Batman y Joshua Williamson en Robin.

El enfoque que adopta Waid es en gran medida accesible para los lectores que no han seguido las series anteriores.

Lo que también sobresale en algunos aspectos creativos es el arte de Mahmud Asrar, que brilla a lo largo de casi toda la miniserie. Y el trabajo de color de Jordie Bellaire es tan excelente como siempre, en particular con algunos usos estelares de azules y púrpuras que definen todo el espacio.

Mark Waid nos trajo en los 90 títulos imprescindibles como Kingdom Come (https://www.eccediciones.com/comic/kingdom-come—la-saga-completa) o su extensa etapa en Flash (https://www.eccediciones.com/comic/flash-de-mark-waid-el-regreso-de-barry-allen). En los últimos años, ha regresado a DC Comics para ofrecernos historias que rinden homenaje al pasado de sus personajes con un ritmo narrativo contemporáneo que no pierde de vista el futuro.

Y este es un buen ejemplo de ello.

J. J. Castillo nació una fría mañana de invierno en la que el murmullo del viento hizo temer al más valeroso. Enamorado de esa sensación, dedica su tiempo a escribir y leer historias que increpen el alma. En el ámbito de las letras ha ganado premios y ha colaborado con cantidad de editoriales especializadas en los tres grandes géneros.