Una buena base para el cómic europeo es, que trate un tema curioso, con su dote de misterio y si de paso hay personajes ilustres de por medio y, para colmo, está bien resuelto; en fin, juntar los mejores ingredientes para que la tarta salga deliciosa, tenga la forma que tenga. En Norma Editorial, donde podemos encontrar desde hace décadas joyitas de la BD, ha visto la luz Saint-Exupéry. Un cómic que bien podría ser clasificado de documental pues en su mayor parte trata sobre L´Aéropostale desde su origen. Descubrimos así, a todos los pilotos que construyeron su leyenda, a riesgo de sus vidas en el desarrollo de ésta en el África occidental. Gente como Mermoz, Guillaumet, Négrin, Jalladieu… Pero, sobre todo, Saint-Exupéry, al que muchos de vosotros le ponéis cara (o al meno, nombre), por ser el creador de unos libros más universales de nuestra literatura.
Saint-Exupéry recoge los tres primeros álbumes (El Señor de las Dunas, El Compañero del Viento y El Reino de las Estrellas) de esta serie en curso en el país vecino, y cubre los años desde 1926 a 1929, donde se nos lleva junto a Saint-Exupéry a la época en que transportaba correo entre Toulouse y Senegal. Especialmente, sus dieciocho meses en Cap Juby, tiempo en el que se pretendía mejorar las relaciones de la compañía con las tribus disidentes y los españoles. Los autores Saint-Dizier y Cedric Fernandez recrean magníficamente esa atmósfera sahariana y ese largo aislamiento que forjará el carácter del futuro escritor; por que fue allí, en este remoto rincón del Sahara español, una zona árida delimitada por Marruecos, Argelia y Mauritania, que en contacto con las tribus moriscas, el joven piloto se inspira para empezar a escribir a conciencia. Es en este desierto, por ejemplo, donde las musas le incitan a escribir su novela llamada Courrier Sud (Correo del Sur), que se publicaría en 1928. Un lugar en la soledad peligrosa, donde toparse con una experiencia personal y el significado universal de las cosas, un paraje desértico y favorable para la meditación.
Quizás algunos hayáis pensado que tal vez Saint-Exupéry pueda ser un cómic demasiado zen, y sinceramente, en cierto momento, lo es. Y si no eres amante de la escritura o, mejor dicho, de todo lo que rodea al arte de escribir y cómo se dan los hechos para que esto suceda; tal vez dudes en hacerte con el volumen. Sin embargo, esto lo sabéis ahora por que os lo he contado yo, por que lo que se percibe en realidad cuando llegáis de nuevas, son todos esos sentimientos en la mirada del personaje o en sus pensamientos hacia la idea de querer escribir su libro. Un cómic donde las ilustraciones de Fernandez sí es cierto que son muy «medianitas». Malas para nada, pero es que a lo que nos encanta la BD, quizás estamos muy mal acostumbrados a ilustraciones que cada viñeta sean casi un lienzo. No obstante, hay que decir que aun así, en Saint-Exupéry podréis encontrar bellas imágenes y, en ocasiones, algunos paisajes bien recreados y de notable calidad.
Un cómic que nació y fue patrocinado gracias a la Fundación Saint-Exupéry, para que P.-R. Saint-Dizier y C. Fernandez convirtieran al mundo del noveno arte, la carrera del autor de El Principito como piloto postal, escritor y periodista. Y como le iban llegando la inspiración para escribir sus primeras novelas y la historia que lo haría mundialmente famoso.
Un cómic bien documentado histórica y técnicamente, que desprende un laborioso trabajo de documentación detrás. Para mí, una hermosa pieza, editado en papel de enorme calidad, en color, un poco de una biografía donde de lo bien diseñado que está confundirás fantasía y realidad y con un ritmo benévolo. Como se dice ahora, un buen té de menta para disfrutar en la madrugada imaginando ese desierto para personas que, como un humilde servidor, son sensibles al mundo de Saint-Exupéry, a su vida, a su escritos y a la extraordinaria aventura que fue vivir y trabajar cada día para L´Aéropostale.
Ahora queda un deseo: releer las novelas de este maestro escritor desaparecido en extrañas circunstancias.