Reseña: Pobre Lampil (1973-1982), de Willy Lambil y Raoul Cauvin

A poder seguir disfrutando, a poder seguir descubriendo, en muchos casos, geniales obras del cómic clásico europeo. El disfrute, la nostalgia, la memoria recuperada… Esa es la oportunidad que está ofreciendo Dolmen Editorial con su colección Fuera Borda. Y ahora Pobre Lampil. Una mini colección de culto, dentro de las de culto, creo que de las pocas veces que no tenía ni idea (pero nada de nada) sobre un titulo de los considerados más curiosos cómics de la BD. ¿Pero que uno lo coge con ganas, se obnubila y quiere saber más? Por supuesto. Es es el don de estos dibujos y su atractivo. También es lógico que estando Willy Lambil y Raoul Cauvin (autores de mi amados Casacas Azules) detrás, pues qué más decir… El ilustrador Willy Lambil, se convierte en Lampil y nos presenta sus aventuras con su esposa y demás seres-coñazo que le rodean en tiras de cómics, sus andanzas, discusiones y la mala suerte de un autor a la hora de crear y buscar a la famosa musa inspiradora. Una cómic con una premisa básica pero que hace treinta o cuarenta años era más que original.

Lampil es un caricaturista depresivo, frustrado y gruñón y somos testigos de su vida en casa, de su hoja en blanco eterna (panel) y de su familia y demás tipos revoloteando alrededor. Su familia, su gato y su inseparable guionista. Pobre Lampil es de esos curiosos cómics donde queda patente la emergente escuela franco-belga que empezó a llegar al famoso semanario Spirou allá por los años 80. Del que partieron tan geniales títulos. Donde se promovía un tipo de cómic más colorido, más rítmico y con ideas originales; Pobre Lampil fue de las primeras series de la historia del cómic europeo en hablar del meta-cómic. Es decir, un cómic sobre el proceso de crear un cómic. Pero en este caso, riéndose de ello. Mostrando las situaciones depresivas de su propio diseñador, con un cruel pero divertido compañero dándole caña, de esos que dices, espero que realmente no fueran así como se describen sí mismos, o de lo contrario, vaya relación más tóxica. Así que este integral de dos, que va a recoger todo-todito-todo lo que se publicó del título, deja un cómic con el que pasar momentos hilarantes sobre un diseñador desafortunado e impopular. El tipo de tebeo que usa el humor para enseñarte bastantes cosas sobre el medio a la vez. Conteniendo incluso algunas situaciones repetitivas (la pura realidad), como por ejemplo, la eterna pelea con los contratos con Mr. Dupuis (dueño y señor de Ediciones Dupuis la poderosa editorial de grandes títulos del cómic franco-belga),enfrentamientos en el que algún que otro autor se va a sentir identificado.

Desgracias del personaje principal para reír. Y es que Pobre Lampil, sin mostrar grandes pretensiones, es bastante divertida. Lambil se muestra como es en familia y en sus formas profesionales. Un cómic interesante que demuestra que Cauvin tenía cierta burla y cierta distancia para con su obra. Por lo que el diseñador sube al escenario aquí y acumula una broma tras otra, una desgracia constante, para toda una vida de “promesas” y “juramentos” que casi nunca se cumplen. Un conjunto de relatos de buena calidad. No te rompes la mandíbula, pero algunos sketches valen su peso en oro. Las bromas entre el caricaturista y el guionista, sus peleas, es lo que más gracia me hizo. Lo que me parece curioso es, que hace no mucho, en un foro francés de cómic europeo que suelo visitar, alguien decía: «Qué lástima que ya no podamos encontrar esta serie en tiendas». Y ahora va Dolmen Editorial y nos la planta en la cara (en librerías) para el disfrute español.

Maravilloso-maravilloso-maravilloso.

Decir que (aunque creo que es obvio), el diseño de Lambil es perfecto para la serie. El dibujo de Willy sí que se diferencia algo de su serie más famosa (Casacas Azules) al acercarse un poco más a… ¿Sandy & Hoppy? Por las características de los personajes, quizás. Aquí apenas hay espacio para los decorados. Todo son caras, muecas, personajes, personajes, personajes… Cada uno de su padre y de su madre. Puro dolor de cabeza para el autor. Me lo he pasado en grande.

Reseña: Tif y Tondu. Investigaciones a Través del Mundo, de Maurice Tillieux y Will

Series que no puedes dejar. Las sensaciones que provocan. La nostalgia. Lo que depara un constante requerimiento a la editorial de cuando viene el próximo integral… Todo esto y algunas demencias lectoras más, me ocurren después de devorar un tomo de la BD como Tif y Tondu que publica Dolmen Editorial en su colección Fuera Borda. Ediciones para el amante del mejor cómic europeo de todos los tiempos, los va a querer todos, joyita tras joyita van publicando, y me da, que puede ser la única oportunidad de llevarnos a casa estas maravillas. Rara vez verán la luz de nuevo. Tengo esa terrible sensación. Por lo que vuelvo a reseñaros, a incitaros con Tif y Tondu, esta vez el recién publicado segundo integral denominado Investigaciones a través del Mundo que comprende los tres siguientes álbumes: La Cosa de los Abismos, El Buceador Muerto y mi añorado cómic (después os cuento por qué), Tif y Tondu en Nueva York.

En la frontera entre la novela policíaca y lo fantástico, Tif y Tondu están dispuestos a hacer cualquier cosa para luchar contra el crimen y, en particular, vencer a su enemigo todopoderoso, el terrible Monsieur Choc. Del espacio a la tierra de los sueños, de Nueva York a la jungla de Malasia, los dos amigos viajan por todo el planeta y un poco más lejos, para proteger a la humanidad de las locas y destructivas ambiciones de quienes se interponen en su camino.

Creo recordar que así rezaba, más o menos, la presentación de esta serie en los álbumes antiguos. Muy a lo peli de los años 70. Y es que era eso, en definitiva, casi films de acción de los que estaban de moda entonces con mucho movimiento. Novelitas de aventuras que podías/puedes degustar en formato cómic, siguiendo, riendo, con estos dos personajes que son unos “melones”, como decía mi abuela. Pero no equivocaros, Tif y Tondu no promueve el humor aunque lo tenga, en ocasiones. No al estilo de detectives torpes y demás. Aquí hay más género detectivesco de lo que se cree. Muy al estilo Tintín, por poner un ejemplo.

Excelente álbum -como todos los guionizados por M. Tillieux- es La Cosa de los Abismos. Se abre el tomo con nuestros amigos de vuelta en Londres en compañía de Kiki, la condesa y periodista presente en historias anteriores. Todo, para asistir a un congreso de criminólogos. Pero Kiki sigue recelosa tras escapar de los aduaneros que querían confiscar a su perro. Lo que iba a pasar pasó y Kiki se mete en líos otra vez por el temita. Afortunadamente, Tif y Tondu tienen un amigo, el Inspector Fixchusset, quien les permite a nuestros amigos que el perro de Kiki no sea tiroteado… Pero Kiki es testaruda, y no quiere escuchar, tiene que ir a rescatar a su perro…, el hueso…, aunque el hueso en este caso se vuelva bastante viscoso e impresionante a la vista…

Una buena trama, de las que es más importante el recorrido que el final, es El Buceador Muerto. Tif, el calvo, Tondu, el barbudo de mucho-pelo y Kiki, la rica; son informados por el mayordomo de ésta que un empleado de una subsidiaria, Bill, desea verla en persona. Los tres héroes van y lo encuentran borracho. Apenas aclaran nada. Lo llevan de vuelta a su hotel, y cuando vuelven unas horas después, se encuentran con un intruso que…

Para cerrar (maldita palabra), Tif y Tondu en Nueva York. Venga. Lo cuento. Este álbum es especial para mí. Durante un festival de cómics, cuando tenía nueve años, recibí una bonita dedicatoria de Will en este álbum de Tif et Tondu, que mi tio me compró. No lo llegué a apreciar en su momento y mi tito americano se lo llevó y lo tiene guardado como oro en paño. Aún lo conserva en su plástico. ¡Y me lo tiene que devolver algún día! Es tema constante de debate en la familia comiquera. Tiras-y-aflojas que espero algún día lleven a algún sitio…, a mí favor. (Esto pasa por no valorar ciertas cosas en la juventud) En definitva, una buena historia donde a diferencia de las leidas antes, Tif lidera la acción de principio a fin. Pierde su maleta varias veces cuando llega al aeropuerto de Nueva York, un mafioso deja allí un sobre que pretende recoger en el hotel de nuestros héroes, dos grupos de gángsters se pelean por el contenido de este sobre y Tondu es secuestrado para que Tif pueda llevar su maleta a uno de los dos bandos, seguido de una persecución bastante chula de las que a Tilleux le encantaba organizar. Buena trama que recuerda al potente inicio de Golpe en la Pequeña China, de John Carpenter.

Tif y Tondu son de esas series, esos personajes, que tienen ese no-sé-qué que enamoran. El dibujo de Will siempre es excelente y sabe crear atmósferas maravillosas para las historias. Puntal de lanza, cómic franco-belga en toda su esencia.

Reseña: Papyrus (1978-1982), de Lucien De Gieter

El arte de Papyrus es de esos cómics que se pueden meter dentro de la categoría de “entrañable”. Es curioso, pero al otro lado de los Pirineos la mayoría de lectores critican algunos de estos álbumes pese a su buen acogimiento en ventas. Pero creedme, no es nada raro por que hablamos de un edén donde los lectores están acostumbrados a gloriosos diseños en formato cómic, dibujos de títulos cuya mayoría superan en demasía al guion. Para para mí, que podamos de disfrutar (¡por fin!) de una obra tan chulísima como Papyrus… Se me cae toda crítica que pueda oír y mis oídos de plata las convierten en alabanzas. Es una saga que-lo-gra-su-objetivo. Entretener, hacer sonreír y contar aventuras en el siempre enigmático Egipto del que tanto se supone. De Gieter sabe cómo infundir a sus historias el ritmo y la energía suficiente para que uno no se aburra, y lo más importante, a ninguna edad. Muchos incluso critican que las historias son muy desiguales porque el principal problema de Papyrus es que hay demasiados tomos. Es como decir: «Hey mira tío, que este jamón no va a estar bueno por que hay demasiados en el secadero».

¿Qué tiene que ver la ética con la política?

En Papyrus lo chulo es que el autor se esfuerza por variar el marco y el hilo conductor en cada una de las historias y por eso estamos ante un cómic diferente. Apoyándose en un conocimiento bastante documentado y en todo caso muy creíble del antiguo Egipto, Papyrus seduce sobre todo por su exotismo y su actualización de la mitología egipcia. Esa siempre tan fascinante. Los personajes no son los más originales que he visto, pero funcionan bien. Y los lectores jóvenes encontrarán fácil identificarse con uno u otro para involucrarse en la historia. Además, funciona bastante bien el marco que propone casi en cada viñeta de la arquitectura monumental y de los diversos templos y palacios antiguos que dieron belleza a ese paisaje arenoso que tan a la cabeza nos viene cuando hablamos de Egipto. Lo decía en la reseña del anterior volumen (https://www.cronicasliterarias.es/?p=2944), en Papyrus vais a encontrar complots, sumos sacerdotes que son viles, crueles y que buscan el fin del (su) mundo, de alguna forma. Todo por el poder. Pero ante ellos, un joven valiente y su novia. Y luego, podemos hablar de dioses cuyos nombres no estamos acostumbrados a escuchar y de los que se dice que tenían poderes y rostros extraños.

Papyrus (1978-1982) es el nuevo integral que Dolmen Editorial ha publicado de esta genial serie. Comprende otros tres álbumes de esta maravilla que jamás pensé ver publicada en español. En La Tumba del Faraón, el joven fellah adquiere una espada mágica y salva a la princesa Théti-Chéri, de quien se convierte en la protectora y confidente. Tendrá mucho que hacer para proteger a su amiga de las maniobras tramadas contra ella si no quiere perderla para siempre. El Egipcio Blanco es, sin duda, la historia más potente con la que me he topado hasta ahora. Un álbum que pese a tener cuarenta años no ha envejecido nada. Una escena, más que las otras, me ha marcado. La de la serpiente enrollada en Papyrus es impactante. Y quieras que no, asombra la crueldad de las torturas que se proponen al más puro estilo antiguo Egipto. Pese a todo, un álbum hermoso de visualizar, original, potenciado con un conmovedor suspense.

Por último, llegamos a Los Cuatro Dedos del Dios de la Luna donde la serie alcanza ya velocidad de crucero. Incluso, el dibujo aquí pasa a un próximo nivel, una sexta aventura de Papyrus que se divide en dos partes: la primera, nos permite descubrir un nuevo personaje (con una sola pierna) y Théti-Chéri está totalmente ausente. Se siente que falta algo. Y la segunda, cuando aparece como por casualidad, la historia despega, y los decorados recuperan su esplendor. La trama se resume en que el hermano del Faraón aprovecha su ausencia para tomar el poder y encarcela a la princesa Théti-Chéri y persigue a Papyrus. Una lectura necesaria para todo coleccionista que se precie.

Una cosa que percibes cuando lees Papyrus, es cómo y cuándo llega el momento en que su autor encuentra la fórmula mágica; el sándwich mixto calentito donde acción, emoción, humor y contexto histórico se mezclan para dar a luz un completo manjar. Todo con un diseño que sigue la más pura tradición de la Escuela Marcinelle que nació en 1937 de la mano del maestro Jean Dupuis. He aquí una serie ideal que voy a recomendar para todos los públicos mientras viva.

Reseña: Mighty Love, de Howard Chaykin

¿Y esos cómics alternativos que salen en ciertas editoriales y que no esperas? Para colmo, cómics de autores de renombre. Pues que decir. Solamente, que tenéis que estar muy al tanto para que no se os pasen. Un ejemplo es Mighty Love, el cómic publicado por Dolmen Editorial este mes que dejamos atrás, una oda al cómics de superheroes independiente, ese que tanto me gusta muy al estilo Astro City. Por que sencillamente, no se necesitan superhéroes mainstream para contar una buena historia.

Todos los cómics del veterano dibujante Howard Chaykin han estado marcados por una inventiva gráfica nítida, un toque de perversidad sexual, un diálogo ágil, el aspecto del cine negro de los años 40 y un héroe que se parece un poco al dibujante en sí mismo. En cierto modo, Chaykin me lleva a pensar en Woody Allen. Por ello, diría que Mighty Love es su Todos dicen I Love You. Un romance leve pero agradable, que atrae a los opuestos al pijameo con adornos de otro género, pero en definitiva una muy buena aventura de superhéroes.

Esta chulada de cómic que publica Dolmen Editorial en tapa dura gira en torno a dos héroes disfrazados, Ángel de Hierro (Iron Angel) y Alondra (Skylark). De día, Lincoln Reinhardt es un abogado liberal adinerado que defiende a los criminales, pero está secretamente cansado del pantano moral que es su profesión, y por la noche, Reinhardt se convierte en el justiciero enmascarado, Iron Angel. Así defiende la justicia que elude todos los días atacando al tipo de escoria que normalmente representa. De día, Delaney Pope es una detective que trabaja en un departamento de policía corrupto. Cansada de trabajar en un mundo turbio de compromiso ético y sin disciplina, ni honra, por la noche esta policía conservadora se convierte en Alondra; una defensora de la justicia, enmascarada y con el corazón dolido de no llevar a cabo esa justicia que tiene que eludir por su bien en una administración corrupta. Bien, pues Ángel de Hierro y Alondra (que anteriormente desconocían la existencia del otro), unen fuerzas después de que una recaudación de fondos se convierta en atraco. La policía comienza a investigar a la novia de Lincoln, Bess Autrey, como la principal sospechosa. Delaney, que desprecia a Lincoln, es la detective principal del caso. Y si tan solo Delaney Pope supiera que el nuevo amigo de Alondra, Ángel de Hierro, no es otro que su odiado Lincoln Reinhardt…

El diálogo inteligente y característico de Chaykin y sus buenos lápices están en Mighty Love. Si bien podría no ser una obra tan maravillosa como American Flagg, sí que se asemeja a sus grandes renovaciones de clásicos de los 80 como La Sombra y Blackhawk. Mighty Love goza de la misma inventiva gráfica. También es cierto que Chaykin ha atenuado la perversidad sexual de sus trabajos ochenteros a favor de las simples insinuaciones sexuales. Pero lo que importa es, que conserva el diálogo ágil que los lectores actuales esperan y que también viene para los necesitados de tiempo que no pierden el ansia por leer todo-todito-todo lo que se puede. Incluso en Mighty Love vais a encontrar bromas sobre eufemismos y juegos de palabras que provocan como mínimo una sonrisa.

Un cómic de Chaykin de tipo “antiguo y confiable”. Sus fans (entre los que me incluyo) sabrán lo que están recibiendo. Diversión. Nada aquí es conmovedor, pero Chaykin aglutina el romance, la tensión sexual no resuelta, el género de superhéroes y el crimen urbano, de forma genial. Y eso que Chaykin evita explorar las razones por las que un detective de la policía y un abogado defensor criminal se comportarían como vigilantes disfrazados, a pesar de que la tendencia de los últimos treinta años en el género es excavar en el descubrir porqué Spider-Man, Batman y otros…, hacen lo que hacen.

Fue en 2004 cuando DC Comics publicó Mighty Love, una novela gráfica en la que hace un completo Howard Chaykin. Muchos sois perro viejo, lo sé, no se necesita un doctorado para saber que la historia de Mighty Love (el titulo en si ya es un spoiler) se centrará en la tensión romántica entre estos dos personajes.

En vosotros está disfrutarlo.

Reseña: Casacas Azules 1968-1971, de Raoul Cauvin y Louis Salvérius

Uno de los cómics que mas leí de pequeño, debido a que de algún modo tengo sangre norteamericana, fue Les Tuniques Bleues (Casacas Azules). Aquí hay una interrelación un poco raruna: leía cómic franco-belga gracias a mi tito americano. Reside en USA, sí, pero mantenemos desde que tengo uso de razón una relación familiar-lectora que ya muchos conoceréis si sois de los que lleváis años leyendo cada reseña diaria que se publica en Desde New York – Crónicas Literarias. A lo que iba. Recuerdo que mi tito recuperaba lo que se publicaba de Casacas Azules, lo que se iba publicando en español en la arcaica revista Spirou Ardilla, entre los años 1979 y 1981 aproximadamente, de donde me encantaba aquella serie que llamaron, nada más y nada menos que Guerreras Azules, nombre que poco después, Ediciones Junior, cambió por Casacas Azules. Todo un clásico de la escuela franco-belga, con más de cincuenta álbumes publicados y como no, nacida en la legendaria y casa madre de cómics míticos como es la revista Spirou.

Toda una serie de aventuras y desventuras centrada en estos intrépidos soldados norteños, yankees del noveno arte, que han sobrevivido a lo largo de 50 años, en especial, y gracias a editoriales como Dolmen que piensan bastante en el aficionado trayendo y poniendo a mano estos enormes clásicos de renombre en su más que recomendable colección Fuera Borda que publica joyita tras joyita. Y con gran acogida, me consta. Pues ya van unos cuantos integrales de estos que Dolmen Editorial ha puesto tan de moda seleccionados por años. Una suerte ver que estos geniales tomos aún están relativamente fáciles de pillar. Obras de arte que si el aficionado medio nuevo supiera de su enorme calidad, no me cabe duda que ya estarían vivitos y coleando en más de una cómicteca que aún está huérfana de Casacas Azules.

El volumen que hoy os traigo es el más reciente publicado. Pero recoge los álbumes que comprendieron los años entre 1968 y 1971. Los inicios. Comienza con La Gran Patrulla (La Grande Patrouille), que recoge aventuras ilustradas por Louis Salvérius que fue quien lanzó la serie. Por lo tanto, este álbum está cargado de cierta emoción, ya que presenta el debut del Sargento Chesterfield y el Cabo Blutch, desde las primeras páginas, donde ya vemos que estos dos siempre han sido los mismos. Incapaces de llevarse bien y, sin embargo, inseparables.

Una Carreta al Oeste (Un Chariot dans l’Ouest) sí que comprende lo que conocemos como historia completa. Donde un mensajero herido logra llegar al campamento de Fort Bow y cuenta que pertenece a la guarnición de Fuerte Desafío (Fort Defiance). Los soldados sufren el asedio de los indios allí y están al final de sus fuerzas y sin municiones. ¡Hay que darse prisa! Así que el sargento Chesterfield, flanqueado por su inseparable cabo Blutch y sus compañeros, se apresuran en ayudar a los suyos. Pero no es fácil trasladarse sin incidentes con un carro lleno de municiones por una zona infestada de indios, ¿no?

De Norte a Sur (Du Nord au Sud) puede ser el álbum más adulto de todos los que he leído hasta ahora. Y eso que es de las primeras historias que hicieron Raoul Cauvin y Louis Salvérius. Por lo que se me invita a pensar que el tono inicial -la ameba primordial-, se encaminaba más hacia un público más adulto y en algún momento, “alguien” les dio un toque. De Norte a Sur (titulo muy sonado) es otra historia completa -nada de tiras de cómicas-, donde asistimos a la proclamación de la Guerra Civil Americana que enfrentó al bando de la Unión contra los Confederados. El sargento Chesterfield, el cabo Blutch y sus compañeros se unen a las tropas del General Grant. Entre un capitán de caballería fanático de la carga, un general dispuesto a emborrachar a sus soldados para convencerlos de que acepten misiones arriesgadas e indios peligrosamente susceptibles… Es poco probable que alguien aquí se aburra.

Además de estas geniales aventuras, Casacas Azules 1968-1971 contiene un extenso artículo que nos revela más sobre la vida y obra de Salvérius.

Casacas Azules es un clásico del western humorístico y un best-seller absoluto del cómic europeo. Más de cinco décadas, una de las series más longevas y más exitosas del célebre semanario Spirou, habiendo protagonizado ya casi setenta álbumes. Un grandísimo estandarte del cómic europeo que podéis encontrar aún en librerías.

Vosotros veréis.

Reseña: Tif y Tondu. Tras la Pista del Crimen, de Fernand Dineur, Maurice Tillieux y Will

Es que es verdad. Verdad de la buena, cuando afirmo que tremendo trabajazo el rescate del mejor cómic clásico que está haciendo Dolmen Editorial en su colección Fuera Borda. El que ame el mejor cómic europeo de todos los tiempos, los va a querer todos. Sacan joya tras joya y en un formato integral, que es maravilloso para cualquier cómicteca que se precie. Los querrá todos. Por que todos y cada uno de sus títulos son casi únicos en su estilo. Y cuentan historias atractivas con diferentes temáticas con el cartel, en general, de Para todos los Públicos en la frente.

Títulos referentes muchos de la consagradísima revista gráfica Spirou, (Journal of Spirou), casa de las ideas de donde partieron decenas de colecciones de historias, que debido a su alto nivel, muchas tuvieron vida fuera en colecciones independientes. Y no es moco de pavo. Obrazas muchas, my friends, como el propio Spirou, Tintín, Buck Danny, Dick Tracy, Lucky Luke, Bobo, Papurys… Y otras decenas de títulos que salieron de dicho semanario. Una de las revistas más vendidas del viejo continente, no es moco de pavo.

Tif y Tondu era y es, uno de los títulos más esperados por los fans del cómic franco-belga a este lado de los Pirineos. Una de la obras más esperadas, que en mi caso, ni me enteré de que saldría como novedad. Y fue toda una aventura verlo, obtenerlo y devorarlo. Dos detectives -uno calvo y otro barbudo- capaces de lo mejor y de lo peor según se tercie el asunto. El misterio que se les presenta…, un dueto de investigadores que si no sabíais nada de ellos ahora tenéis una tremenda oportunidad, ya que Dolmen Editorial nos trae un primer tomo genial que aporta tres historias inéditas en español. Pero, ¿Tif y Tondu quiénes son y qué hacen? Cuento más, ¿no?

En La Sombra sin Cuerpo nuestros colegas detectives viajan a Escocia para pasar unas vacaciones, pero se detienen en Londres para visitar al Inspector Fixschusset, a quien ya conocían de otro caso. Mientras piensan que están tranquilos para cenar y charlar, una misteriosa llamada telefónica los perturba. Mientras tanto, en la ciudad, un coche se conduce solo, el aire lleva un misterioso sonido de pasos e incluso una cabina telefónica parece ser manejada por una fuerza invisible… Parece querer llamar la atención del inspector Fixschusset y también parece tener problemas de comunicación. ¿Quién es ese espectro y qué quiere?

Tif y Tondu contra la Cobra fue un álbum muy alabado pues por fin se podía ver a una mujer en una aventura de estos colegas, dos solterones solitarios. El álbum comienza en su nueva casa solariega que tiene una curiosa alfombra de color mostaza que llega hasta las rodillas. Por supuesto, no se relajarán por mucho tiempo, pues Kiki (apodo de la señorita y condesa), muy a la manera de introducción a muchas aventuras de Sherlock Holmes, los llevará a inmiscuirse en un caso de locos. Todos deben ser uno si quieren derrotar a la Cobra.

El Faro Maldito nos lleva a las afueras de Londres, donde nuestros amigos presencian un robo en medio de la calle y a plena luz del día. El individuo arrojó un bote de gas lacrimógeno, luego destrozó la vitrina de un joyero, antes de escapar con una cantidad considerable de diamantes. Nuestros dos amigos persiguen al individuo, sin dejarle ganar ni un centímetro de terreno. Para intentar escapar, el ladrón se dirige directamente hacia un acantilado, se lanza al vacío y desaparece. Creyéndolo muerto, de vuelta en Francia, Bartoldi, un ingeniero de faros, se pone en contacto con ellos en Normandía. Acaba de ocurrir algo inexplicable en un faro de la zona: un. Unos guardias fueron encontrados ahorcados y después sus cuerpos desaparecieron.

Dos tipos que podrían ser gemelos, ambos rechonchos auténticos, de no ser porque Tif es calvo y lampiño y Tondu fornido y muy peludo. El personaje Tif, el calvete, surge de la pluma de Fernand Dineur en el Journal de Spirou el 21 de abril de 1938. Mientras que Tondu, su homólogo en talla y corpulencia y barbudo, aparece algunas semanas más tarde. Dos héroes que fueron retomados gráficamente por Willy Maltaite (Will) en 1949 para la misma revista, aunque Dineur siempre continúa como guionista. Pero con el paso del tiempo llegan nuevos autioes: Henri Gillain, Albert Desprechins…, y Maurice Rosy retoma esta obra que enamoró a muchos en 1954. Rosy es conocido por crear el personaje de Monsieur Choc, individuo canijucho y maléfico, siempre vestido con chaqué y con la cara siempre tapada con ¡un yelmo! Una especie de Fantomas moderno.

Tif y Tondu es una banda-dueto de investigadores que no paró en publicaciones hasta 1997. Es decir, resistió en la gran revista de cómic europeo por excelencia durante años, modas y transformaciones gráficas… ¡Durante más de 60 años! Se dice pronto. Sus principios fueron atractivos aunque algo toscos, como era común entre los diseñadores de antes de la guerra. Pero como os decía, en 1949, el dibujo fue confiado al joven Will, alumno de Jijé, quien rejuveneció y modernizó su aspecto y diría que los volvió eternos. No sé por qué, pero siento amante de estos cómic atemporales. Clásicos imprescindibles que por fin están en nuestro idioma con unas presentaciones magníficas. Una serie de aventuras de atmósfera cautivadora y encanto fascinante. Tif y Tondu es purpurina en la caja de las maravillas del noveno arte. Es imperativo leerlo.

Reseña: Papyrus (1974-1977), de Lucien De Gieter

Nada menos que los tres primeros álbumes de una joyita recopilada del cómic europeo que jamás esperaba ver publicada aquí. ¿Cuántas veces he dicho que Dolmen Editorial esta haciendo un trabajo grandioso con la recuperación de titulazos en su colección Fuera Borda? Perdonad una vez más mi éxtasis pero es que es coger el tomo y deleitarme con estas maravillas clásicas. Un integral de tres álbumes en esta ocasión, a cual más estimulante.

Creado en 1974 por Lucien De Gieter, Papyrus es un joven pescador que vivió durante la época de los faraones. A lo largo de las aventuras de Papyrus, imbuidas de magia y realismo fantástico, se nos invita a redescubrir el antiguo Egipto. Magníficas ilustraciones (donde se percibe el poderío de la BD), pero también una documentación impecable. De esos cómics que aportan algo más… Bien, es que tenía un poco de tensión con este titulo, quizás porque siempre deseé que me encantara, y me gustó. Mola ver obras que gracias a ellas descubres cosas, en este caso, del antiguo Egipto. Incitan a interesarse por más. Lo que más me fascinó fue la arquitectura monumental de los diversos templos y palacios antiguos que se marca el autor. Si investigas, descubres que no hay nada inventado. Un trabajo de documentación enorme detrás, es lo que hay. ¡Y las historias! En Papyrus hay complots, sumos sacerdotes engañosos y crueles, un joven valiente y su chica, personajes muy interesantes. Y dioses cuyos nombres no estamos acostumbrados a escuchar, con poderes extraños. Una mezcla de realidad y ficción súper interesante.

Papyrus, para nada es un cómic destinado a niños, como he oído por ahí. De hecho, los chavales de hoy en día a muchos nos hacen idiotas en cuanto a lecturas se refiere. Así que, ¿por qué catalogar? Papyrus es una saga que con poco, me ha hecho ver que logra su objetivo. Además, De Gieter sabe cómo infundir a sus historias el ritmo y las aventuras suficientes para que uno esté deseoso de pasar página para ver qué ocurre. Los tres primeros álbumes son La Momia Sumergida, El Señor de las Tres Puertas y El Coloso sin Rostro.

En La Momia Sumergida, todo el país está de luto. La princesa heredera del trono muere arrastrada por una misteriosa enfermedad. Embalsamada a toda prisa, su sarcófago ha desaparecido. Incluso el faraón, desesperado, no pudo despedirse de ella. Los dioses parecen estar alejándose del amo de las dos tierras… Muy lejos de Tebas, a orillas del Nilo, duerme un joven pescador. La esposa del dios cocodrilo se le acerca… ¿Qué extraño destino le espera a Papyrus?

En El Señor de las Tres Puertas, el joven fellah Papyrus, adquiere una espada mágica y salva a la princesa, de quien se convierte en protector y confidente. Tendrá mucho que hacer para proteger a su amiga de los complots y maniobras tramadas por los sacerdotes de Amon o ciertos príncipes malévolos empeñados en que desaparezca. Papyrus es ahora el gran héroe.

En El Coloso sin Rostro, queriendo hacerlo bien, Papyrus se ve golpeado por una maldición. Y no cuento más, por ser una magnífica aventura que se disfruta a tope y de principio a fin, sin spoilers.

Siguiendo la línea clara de De Gieter, nunca revolucionaria, pero eficaz y bastante elegante, encontramos una obra digna para el amante del buen cómic europeo. He aquí una serie ideal para recomendar a un público receptivo de aventuras históricas pero también amante de los fenómenos extraños, múltiples peligros y cierto humor en momentos concretos. Los héroes no dudan en codearse con las creencias y rituales de su país, y hablan de ello sin miedo como quizás en aquella época debió ser. Esta simpática y encantadora serie creada en 1974 en la revista Spirou, permite descubrir las antiguas costumbres de la civilización egipcia tan estudiadas por los arqueólogos. De Gieter aporta lo maravilloso de ello y da una atmósfera fantástica respetando la mitología egipcia, con una gran preocupación por la precisión en decorados y fondos.

Papyrus es simplemente una publicación maravillosa. Elección muy acertada de Dolmen Editorial

Reseña: Bobo. El Rey de la Evasión, de Paul Deliège

Quién conoce mi historia con los cómics europeos y la infusión que hizo en mí, mi tito americano desde hace décadas (sí, décadas), debe saber que una de las primeras viñetas que me puso por delante una mañana mientras desayunábamos en casa de mis abuelos fue Bobo. Por eso, la nostalgia me dio una bofetada con la mano abierta cuando me enteré que Dolmen Editorial, en su magnífica colección Fuera Borda, traía a nuestro país de nuevo, este clásico. Una vuelta al personaje más tonto, pero también más gracioso, que uno se puede echar a la cara. Yo leí el primer Bobo que apareció en las Mini-Récits, o mejor dicho, me leyeron; por que estaba en francés. Pero recuerdo incluso ponerme a traducir alguna que otra historieta en mis ratos libres pues en mi colegio se daba como asignatura Francés. Creo recordar que fueron diecisiete álbumes editados por la poderosa editorial franco-belga Dupuis.

Para quién no lo conozca, o tal como lo presenta la sinopsis, Bobo es el hilarante preso creado por Paul Deliège, que en sus intentos de evadirse prácticamente nunca alcanza resultados. Esta serie presenta las desventuras del prisionero, que a pesar de todos sus intentos siempre vuelve al punto de partida: ¡su celda! Bobo es un preso de la penitenciaría de Inzepoket. ¡Nos enteramos muy tarde!, decía mi tío (en el Spirou #2594) que fue condenado a 30 años de trabajos forzados por haber robado una bicicleta (la del Juez). El presidio de Inzepoket está dirigido por un director afable (¡rareza!) que busca tener prisioneros felices. A pesar de esto, Bobo solo tiene un objetivo: escapar. Pero Bobo está más que cansado de dar vueltas en su celda, por lo que intentará una y otra vez ser libre… para siempre. Bobo apareció por primera vez en Spirou #1204, el 12 de abril de 1961, en una mini-historia titulada Bobo escapa. Con 79 mini-historias y un número especial, tiene el récord de presencia en viñetas de este tipo.

Tenemos así, un tío diminuto vestido de presidiario, gruñón, que sólo piensa en escapar de la penitenciaría. ¡Y qué, por supuesto, recuerda a Joe Dalton! Pero el autor Paul Deliège convirtió a Bobo en su héroe más prolífico. Con los años, obviamente, he leído otras obras de Deliège, pero solo en Bobo encontré el verdadero humor. Por lo demás, estamos en la vieja escuela “Journal de Spirou”, ya sea por el dibujo, cercano al estilo de Franquin, o por el humor, que a menudo hace juegos de palabras (especialmente, con nombres de personajes o lugares) y otros muchos chascarrillos que pueden sonar a rancio pero que rebosan nostalgia e ingenuidad. Claramente, estoy pensando en Bobo como uno de los primeros cómics que mi pequeño va a disfrutar cuando aprenda a leer.

Bobo es el héroe más perdurable de Deliège, al que más se ha dedicado, en detrimento de creaciones más adultas como Les Krostons. Bobo es el prototipo de preso que teníamos en mente en épocas pasadas (cabeza rapada, vestido con un traje a rayas…), sus múltiples fugas siempre están condenadas al fracaso, pero cada una de un modo distinto. Algunas tan originales, que te sacaran una sonrisa. Unos gags que gustan y que es recomendable devorar en pequeñas dosis, como ocurre con todo este tipo de cómics de humor.

Entre sus virtudes: el buen humor basado en juegos de palabras, el tono loco y la galería de personajes extravagantes que rodean al «héroe». Desde el director de la prisión aficionado a las tartas, a distintos modelos típicos muy pelicueros como ancianos que ya no quieren salir de la cárcel, malos-malutos que mejor es no mirarlos directamente a la cara o atracadores muy peligrosos como Joe el Candoroso. También viejos sabios que no recuerdan porque están allí, o mi favorito, Julito el Pinreles, su antiguo socio. Y la historia del guardia penitenciario Tocho es tan loca como divertida.

En nuestros países vecinos, Bobo formó parte de esas viñetas humorísticas como Hultrasson, Capitaine Lahuche o Benoit Brisefer. Humor amable e infantil que no sé si alguna vez llegaron a nuestro país. Aunque me consta que en la Tierra de Conejos ya había otros cómics del estilo y en esa tendencia. Pero ya sea por el atractivo o por nostalgia de la buena (la que nos saca los cuartos a los polifrikis), recomendaría “tomar prestado” este clásico y degustarlo como buena botella de vino.

Reseña: Merlín (Dos Integrales), de Sfar, Munuera y Morvan

Joann Sfar es ese prolífico dibujante y guionista de cómic francés, ilustrado, que en apenas diez años ha generado una obra sorprendente y atractiva que le ha puesto en el podio más alto de la BD, la comunidad generalmente llamada Cómic Europeo. En boca de todos últimamente en nuestro país por su genial obra La Mazmorra (Integralazo que se ha marcado Norma Editorial hace nada), muy hypeado por lo que hace, me puse a buscar más cómic de él y me topé con Merlín; una visión aún más épica de las novelas de Fantasía clásica que Dolmen Editorial ha dispuesto ya en dos sendos tomos recopilatorios.

Joann Sfar es ese prolífico dibujante y guionista de cómic francés, ilustrado, que en apenas diez años ha generado una obra sorprendentemente extensa y atractiva que le ha puesto en el podio más alto de la BD. La comunidad generalmente Cómic Europeo. En boca de todos últimamente en nuestro país por su genial obra La Mazmorra (Integralazo que ha publicado Norma Editorial hace nada), muy hypeado por lo que hace, me puse a buscar más cómic fantástico de él y me topé con Merlín, una visión aún más épica de las novelas de Fantasía clásica que Dolmen Editorial ha dispuesto ya en dos sendos tomos recopilatorios. Alguien me dijo: ¡Atención, precaución! No te equivoques, Merlín tiene pinta juvenil pero para nada lo es. Bajo una línea llamativa, redonda, divertida y atractiva, bajo colores brillantes y alegres sin llegar a ser rimbombantes, se esconden historias a veces más adultas de lo que parece, para nuestras queridas cabelleras rubias o morenas o pelirrojas o… No veo ninguna denigración en esto, eh. Y es que siempre he dicho que dentro de los tres grandes géneros, el humor bien llevado, puede generar una obra que puede ser puro deleite degustarla. Me gusta cuando los autores toman historias o eventos de la Edad Media y los ridiculizan. La juventud de Merlín, El Encantador, visto por Sfar es pura delicia. Dice que, Merlín antes de convertirse en «hechicero profesional», tuvo dos amigos muy divertidos: Jamón y Tostada. Tres chavalitos puros juntos así, que recorren en cada álbum emocionantes aventuras a través de bosques, castillos y sendas sombrías inexploradas.

Con esta serie, Sfar revisita cuentos, fábulas y novelas populares, pervirtiéndolas con un poco de humor y personajes un poco excéntricos. A priori, dirigida a un público joven, pero como alertaba my friend, cruza bien la barrera de la edad, y algunos rasgos o situaciones de humor están hechas directamente para mayores…, personas ya con una ed… ¡Para nosotros!

El primer integral contiene los tres primeros álbumes de la serie. Empieza con Jamón y Tostada (donde conocemos al joven Merlín y sus golfos amiguetes, además de conocer a una joven princesa y bruja, con mucho lío de por medio); en Merlín contra Papá Noel (casi que el titulo lo dice todo); y Merlín va a la playa es una visión muy particular de la famosa Batalla de Hastings (1066), tergiversada hasta un punto que no podéis ni imaginar.

Todavía me estoy riendo.

El segundo volumen y último lo tenéis como novedad ahora mismo. Y completa una edición y recopilación en dos tomos de una serie editada por primera vez en español. Contiene otros tres álbumes: El Romance de la Madre de Renart (tenía que suceder: Merlín y su colegas viviendo los famosos poemas medievales de Roman de Renard que están ambientados en una sociedad animal y su principal protagonista es Renart, el zorro); Tostada e Isolda (el amor ha venido para jodernos/joderlo todo) y Papá Merlín (donde Pata, es un bebé enorme que llama a Merlín «¡Papá!» y…, ¿de dónde viene este mocoso que lo destruye o se come todo?).

El más que lindo dibujo de nuestro compatriota José Luis Munuera (que cuentan fue rechazado por editores españoles por su estilo «demasiado francés». ¡¡Diosess!!), ahora se le puede ver regularmente publicando junto a Joann Sfar y Jean David Morvan en las poderosas editoriales galas Delcourt, Bayard y Soleil.

En Merlín vais a encontrar historias que parecen destinadas a ser contadas por una libélula a sus libélulas, una abuela a sus ovejas o una vaca a su dulce pasto. Estas aventuras ubicadas en una Edad Media muy chatarrera cuentan de un Merlín impetuoso y jovial, todavía muy lejos del anciano sabio que se convertirá en leyenda. Sus dos compañeros -Jamón, el cerdo (el más reflexivo del trío) y Tostada, una especie de ogro/árbol poco lúcido-, aportan esa gracia que vuelven las tramas más locas aún. Historias divertidas y bastante palomiteras, una serie que aporta buenos ratos de lectura.

Para leer, reseñar, disfrutar, recomendar y, por supuesto, regalar.

Reseña: Dick Tracy 1943-1945. Flattop El Asesino, de Chester Gould

Si hubo un detective privado que me inspiraba para mis primeros escritos de juventud, ese era Dick Tracy. Fuertemente influenciado por las tiras de prensa que me propinaba mi tío y mi abuelo, llegué a crear bastantes aventuras del “tío de la mascota cuadrado” incluso llevándomelo al terreno sobrenatural; que para mí es lo que siempre le faltó a esta obra para bordarlo del todo.

Dick Tracy comenzó su carrera en la página dominical de los periódicos Chicago Tribune y New York News, en octubre de 1931. A los pocos días, tras el éxito inmediato, sus aventuras se volvieron tiras diarias. ¿Dick Tracy? El del cómic para nada tiene el perfil del petimetre interpretado por Warren Beaty en la película homónima de 1990. Dick es un tío físico fornido, duro, con una mirada acerada y la nariz rota, tratado en un tono semi-caricaturizado de un luchador de «wrestling» bien vestido, diría yo. Con unos gráficos expresionistas y brutales llega el éxito de Chester Gould nuevamente a nuestros lares, y lo hace en una genial edición en tapa dura que nos trae la maravillosa colección Sin Fronteras de Dolmen Editorial. Dick Tracy es un cómic súper chulo, que engancha y ha sobrevivido en ciertos aspectos muy bien al paso de los años. Ignora toda censura, sumerge al lector en los tugurios de las grandes metrópolis, y ya sabemos que saber de los barrios chungos, mola mucho. En sus viñetas están muy bien representados el miedo, la intensidad dramática, el sudor… Además, Chester Gould era un tío lanzado con algunas de sus historias, así que vais a ver que es un tío que no se achanta, sobre todo, creando ladrones de todo tipo, sin florituras: pistola al frente o ametralladora Camembert puntiaguda y Dick saldando cuentas a su manera. Sin duda, inspiración total para muchos y diría que total, para aquel «justiciero» que veríamos en pantalla grande años después interpretado por Charles Bronson.

¿Dick Tracy? Una serie «cruda», bien escenificada, reflejo de una América que estaba harta (en ese momento) de ver sus calles en manos de toda la calaña que surgía de los barrios-bajos (underground) del momento. Chester Gould cuidará de su héroe durante más de cuarenta años y en el bendito año de 1977, pasara la antorcha-relevo a su asistente Dick Fletcher, aunque ciertos escenarios fueron inventados por el maestro Alan Collins también. No sé a vosotros, pero a mí ver un clásico de siempre, al que siempre he querido echar mano en formato cómic y en una edición genial, lo veo como una oportunidad irrepetible de tener una nueva joyita en la colección. Y es cierto lo que me dicen algunos amigos que a día de hoy raro es que te seduzcan cómics tan pioneros, es decir los de los años 20 o 30, especialmente viejas glorias que no han soportado el paso del tiempo. Pueden tener razón, o no,esto que dicen les aseguro que sucede bastante más en el campo de la Ciencia Ficción. En el género negro no es lo mismo porque el mal del ser humano, la maldad, no ha variado mucho pese a los años. Y aun así, hay por ahí algunas historias de anticipación muy buenas que por sus argumentos no desentonan demasiado.

Lo que hay que ser consciente es del valor y respeto que infunde Dick Tracy cuando lo lees. Sabiendo todo lo que hay detrás, es uno de esos cómics estadounidenses que representan el género negro como pocos, tantas décadas después de su creación. Dick Tracy, sus aventuras y personajes, se consideran serie puntera en el primer tramo creativo nacido en el noveno arte USA; eso sin contar en ser una de las más vendidas entre el gremio policial de entonces ya que nació en 1931 bajo el lápiz de Chester Gould, el mismo año de la condena de Al Capone, una gran victoria para la policía que consigue con esto hacer retroceder bastante el gángsterismo y la mafia desatada en el país tras la Ley Seca. Creo que por eso Dick Tracy es así, duro reflejo de la violencia de la época (asesinatos macabros, víctimas asfixiadas, enterradas vivas, puñetazos y tiros por doquier…), un cómic con un realismo muchas veces brutal en su espíritu e intrigas y bien caricaturizada en estilo (Tracy y su famosa barbilla cuadrada). Además, de contener una impresionante galería de criminales de físico monstruoso y grotesco, con los que Tracy lucha ferozmente, pero también utiliza técnicas de laboratorio.

Dick Tracy no es otra cosa que una magnífica serie, protagonizada por un icono del noveno arte, que realmente merece ser (re) descubierta.