Reseña: Furiosa, de Geoffroy Monde y Mathieu Burniate

Furiosa es de esos títulos que tuve la intuición al ver la portada, que me iban a encantar. Y luego aún más sabiendo la sinopsis. Y…., cómic europeo del bueno. Y lo trae Norma Editorial. El caso es que el coche nuevo no podía fallar y no falló porque Furiosa es uno de los grandes cómics del año para mí. Te ríes cosa mala y salgo de mi lectura absolutamente encantado. En primer lugar, un dibujo ultra bonito, fino y original, en particular las (raras) escenas nocturnas, espléndidas. Una línea suave y clara que favorece la vista. Trazos que son un golpe de genialidad, en todos los sentidos de la palabra. Los colores también funcionan muy, muy bien, dando una atmósfera fuerte y dinámica al conjunto. El universo, que depende en gran medida del dibujo, es súper original. Los autores hacen algo nuevo a partir de algo viejo. ¡Dejadnos recuperar para vosotros esta vieja y buena leyenda artúrica! Y a eso le agrego humor, una buena dosis de humor, cool-trash (no sé muy bien qué significa eso, pero creo que encaja) así como un poco de barroco con también un poco de satanismo (Merlín es aún más perverso) y diálogos frescos y actualizados.

Los personajes de Furiosa son muy típicos, ya sea el propio Arturo (nombre al que mi madre siempre añadía: “…el de los huevos duros”, y creo que esto sumó), un Arturo en plena decadencia y literalmente bañándose en sus deshechos. Por otro lado, el Conde de Cumbre (que tiene una doble identidad, ¡pero shhh!) y su condimento en el cuenco, la taciturna Claudia, o simplemente la heroína, una joven llena de vida y enamorada de la libertad.

Una galería de retratos, a cual más increíble que el anterior.

Y finalmente, el escenario. En realidad no se trata de un escenario, sino de una carrera frenética. Explota a dos mil por hora lo que es una aventura medieval, con giros y vueltas como quieras. Es más, a los que amamos la Fantasía, nos echa la alfombra constantemente bajo de los pies. Sinceramente, un mecanismo muy bonito porque llegamos en Furiosa a un final bastante inesperado, como dijo alguien, nos dejan solos ante una alegoría del poder. Los autores van aún más allá al terminar esta epopeya en una dualidad de bien/mal, creación/destrucción, que parecen presentar como un componente inseparable de la vida misma. Y allí en el medio, el Hombre (en este caso, la Chica) que queda enteramente libre para prestar su ayuda a uno u otro, o simplemente seguir su propio camino.

Final perfecto.

Humor perfecto.

Agreguemos que, sin duda, agradará tanto a papás, mamá e hijos. ¿Se dice intergeneracional,verdad?

Uno de los grandes cómics del año.

J. J. Castillo nació una fría mañana de invierno en la que el murmullo del viento hizo temer al más valeroso. Enamorado de esa sensación, dedica su tiempo a escribir y leer historias que increpen el alma. En el ámbito de las letras ha ganado premios y ha colaborado con cantidad de editoriales especializadas en los tres grandes géneros.