Reseña: Marshal Bass. Su Nombre es Nadie, de Darko Macan, Igor Kordey y Vitkovic

Marshal Bass creo que es el único serial western en formato cómic que he seguido fielmente en toda mi vida. Tiene el toque que me gusta del género; el melancólico, el desvaído, el alejado de toda sociedad y con encuentros a vida o muerte en los vastos páramos de una todavía salvaje América del Norte en muchos campos, nunca mejor dicho. Un inmenso desierto de frondoso follaje, montañas y ríos. Un edén donde todo ser vivo lucha por obtener un territorio o su sitio en una vida de desolación social.

River Bass es el primer afroamericano en el Servicio de Alguaciles de Estados Unidos. Es el único que puede infiltrarse con facilidad en ciertos grupos pues muy pocos saben de su puesto. Aceptó la estrella que lleva en el pecho para luchar por los derechos de los considerados diferentes. Respeto e igualdad. Si hace falta él solo se enfrentará a la crueldad de un mundo, de un enorme país que empieza a emerger en base al dólar. Y con cada álbum, una nueva aventura.

ECC Ediciones recién publica el tercero de ellos. Tercero de seis que tiene la colección original. En Su Nombre es Nadie (título potente para peli del Oeste, ¿no), nos trasladamos a la granja de River Bass, donde su esposa Betsabé cuida siempre con cariño de sus hijos. Don Heraclio Vega, un acaudalado terrateniente mexicano, aprovecha la ausencia del marshal para hacerle insinuaciones a su mujer, pero ella no está de humor. Además, la hija mayor de ambos ha desaparecido. Se ha largado con un joven indio, guapo, que pasaba por allí, del que se enamoró. Ni una palabra, ni un adiós, solo Dios sabe dónde puede estar. Mas, en un lugar peligroso, seguro. Así que nada de aventuras. El asunto se convierte en algo personal. Y River Bass durante el rastreo se teme lo peor. Han huido hacia territorio indio, a la guarida de sus peores enemigos, lugar de residencia de la familia de un hombre al que mató y cuyos integrantes juraron matarle. Las cosas que hacemos por los hijos.

Los nuevos westerns en formato cómic se comparan implacablemente con las referencias del género. Fue el caso de Undertaker comparado con Blueberry. Además, tras grandes westerns como Blueberry, Durango, Buddy Longway o Mac Coy, algunos piensan sobre el riesgo de caer en la repetición o la banalidad de las historias. Sin embargo, yo veo todo lo contrario. Yo, que desde pequeño nunca sentí gusto alguno por las pelis del Oeste (que tanto gustaban a mi padre), ahora que ya tengo una edad, veo todo un mundo de posibilidades, de historias, de argumentos, inspiración pura en una época donde poder desarrollar grandes historias de género negro. Pues, sin duda, la tan de moda novela negra actual desciende de aquí. Lo recalco nuevamente. Y es que mi pasión actual por el western bien labrado como se puede encontrar en Marshal Bass, simplemente, me hace feliz. Feliz de ver llegar un nuevo cómic en un género que podríamos pensar que está saturado y donde todo se ha dicho y esta serie demuestra que no. Pero un NO rotundo. El escenario suscita temas reiterativos del género, sí: la condición de los esclavos, la forma en que se trata a los libertos, las opiniones de los blancos sobre negros, etc. Pero lo potente aquí es la trama-aventura central. La que afecta al protagonista de cerca. Tenemos, pues, un trasfondo tan interesante como la propia trama y su parte gráfica.

Black & White y Asesinatos Familiares ya me impactaron por su ambiente y trama. Su Nombre es Nadie es una pepita de oro más en una serie que os súper recomiendo. A tener en cuenta siempre, el trazo poderoso de Igor Kordey -siempre con ese aire a Richard Corben-, que aquí vuelve a mostrar unas hermosas splash-pages dobles, magníficas puestas de sol y una hermosa reproducción cromática esencial para el mejor ambiente en una historia del Oeste.