Reseña: El Placer de Quemar (Historias de Fahrenheit 451), de Ray Bradbury

Para los amantes de la obra Ray Bradbury llega un poco tarde El Placer de Quemar. Yo al menos no conozco otra edición en nuestro país de esta obra. Aunque tampoco he mirado mucho. Para ser sinceros hablamos de una recopilación de relatos que se publicó en 2010 por primera vez y cuando la conocí no pensé en algo mega-clásico como la novela Fahrenheit 451, obra culmen de la Ciencia Ficción, a la que va referenciada. Pero nunca es tarde si la dicha es buena, dicen, y la verdad es que sí. Se encuentran aquí más de una historia «que-pa-qué», como se dice en la tierra donde vivo.

Los editores Donn Albright y Jon Eller reúnen dieciséis historias que abarcan seis décadas de la extraordinaria carrera del maestro dios literario Bradbury. Una profunda expansión temática de su famosa novela que ahondaba en el tema de la quema de libros aprobada por un estado totalitario y donde unos bomberos «muy salerosos” tenían mucho que decir. La novela Fahrenheit 451 es una obra maestra perdurable de la literatura estadounidense del siglo XX: una visión escalofriante de un futuro distópico construido sobre los cimientos de la ignorancia, la censura y la represión brutal. Tras dicha joya surgieron cantidad de ideas en otros autores y se han visto tramas muy similares y se han copiado formas estructurales de la historia hasta la saciedad. De hecho, es una novela que sigue siendo estudiada en cursos de escritura creativa, de lo que doy fe de primero mano. Y ahora los orígenes y la evolución de la oscura y magnífica historia de Bradbury se exploran en El Placer de Quemar, una colección de cuentos interrelacionados temáticamente que de algún modo prefiguran la magnífica novela del maestro.

Las historias más extensas…, los dos cuentos largos de la colección que se incluyen son quizás el requisito indispensable para obtener el libro. Mucho después de medianoche (Long After Midnight) y El Bombero (The Fireman) son las dos historias más importantes o conocidas aparte de ser precursoras y reveladoras de Fahrenheit 451. Pero en mi opinión, las dos joyas que más me han alucinado ya que no los conocía son dos relatos cortos. El Reencarnado que abre la antología; en la que un hombre recientemente muerto experimenta una resurrección y busca desesperadamente a su viuda y Los genios locos de Marte, que cuenta como el planeta rojo está habitado por todos los autores y personajes de la literatura que es destruida en la Tierra.

Solo por leer estas maravillas, merece la pena la compra.

También hay tres piezas intensas e interconectadas como El Dragón que se mordía la cola, Antes del amanecer y Al futuro, que aparecen en una sección final del libro llamada Otros Relatos y que son aporte esencial a la estantería de todo fan de Bradbury. Tres historias de viajes en el tiempo, el tema favorito del autor. Con el tema del escapismo de gobiernos opresores muy presente como ocurre en Fahrenheit 451.

Anoche mismo terminé de leer esta maravilla que se devora en nada. El Placer de Quemar que publica Minotauro este mes, tengo que decir que el copyright de 2010 es algo engañoso. Son16 historias pero 9 se publicaron originalmente entre 1940 y 1950, una en los 60 y las otras seis entre 2002 y 2007. Es una buena colección. Curiosa. Había leído varios relatos del maestro aquí incluidos pero los disfruté de nuevo. Por supuesto, soy fan de Bradbury, ¿y qué lector de fantástico y aspirante a escritor no lo es? Disfrutas sus obras cada vez. Y sé que muchos de vosotros quizás queráis poseer este volumen solamente por conseguir sus dos cuentos largos (El Bombero y Mucho después de la medianoche), que son actualmente difíciles de conseguir. Vale, de acuerdo, pero sabed que dentro se encuentra más de un pastelito gustosito de leer como, por ejemplo, El grillo en la chimenea. No digo más…

Como anécdota contar que El Bombero es el relato de 1951 que se amplió y se revisó (este tema ocurre más de lo que creéis dentro de la CF) para convertirse en Fahrenheit 451, en 1953. Fahrenheit 451 es uno de los pocos libros junto a El Señor de los Anillos que se leen en clase de literatura en las High School Secondary de USA. Y ahora, lo cierto es que fue divertido leer la versión anterior al famoso libro, donde compruebas los elementos básicos de la trama, aunque algunos de los nombres de los personajes cambian. Oscuro, extraño y macabro. Compañero indispensable de metro, autobús y asiento que se precie, El Placer de Quemar es una maravillosa confirmación del inimitable brillo, magia y fuego del maestro Bradbury.

Reseña: Hijos del Mundo Mutante, de Richard Corben y Jason Strnad

¿Una edición en tapa dura recopilada de historias que han estado agotadas durante treinta (casi cuarenta diría yo) años? ¿De los grandes maestros de la industria del cómic Richard Corben y Jan Strnad? ¡Caramba, Paco, no lo pillas! ¿Dónde andas? ¡Llámame y hablamos de esto! Que él dirá: «¿Y dónde encontrarlo antes que debatirlo?». Échale un ojo a lo que está publicando ECC Ediciones, melón, que ya publicó Mundo Mutante (https://www.cronicasliterarias.es/?p=3249) y ahora nos trae su secuela…

Mutant World fue creado en 1978, escrito por Richard Corben y Jan Strnad, con ilustraciones del propio Corben. La serie fue publicada originalmente en las revistas de Ciencia Ficción de la Warren que a nuestro país trajo su asociada Ediciones Toutain allá por los años 70 u 80. Contaba en la otra reseña que en particular, yo llegué a las obras de Corben por el camino del miedo, del buen Terror que publicaron revistas como Creepy, Eerie, Vampirella o 1984. Toda una serie de revistas geniales que en USA publicaba Warren Publishing y que aquí… Bueno, ya lo he dicho. Donde Richard Corben era referente. Revistas de historietas en blanco y negro, algunas en color para imponer más, “Fantasía para Adultos”, que provocaban a saltarse las normas como niños y trepar hasta lo más alto del ropero de tus padres.

Resumiendo: Mundo Mutante fue (en palabras de Jan Strnad)… una historia post-apocalíptica sobre un mutante llamado Dimento y su búsqueda del amor y la supervivencia en un mundo que ya no alberga apenas cariño por los seres vivos. Pero en el transcurso de su aventura, se enfrenta a bestias salvajes, un fanático religioso, criaturas del alcantarillado, científicos locos y mutantes deformados decididos a estafarlo, en especial, con esos escasos alimentos que uno gana con tanto esfuerzo. Cuentan que a Richard y Jan no les gustó nada cómo los editores de 1984 retocaron la serie para la revista. El diálogo se cambió y las viñetas se movieron de sitio sin ningún aporte creativo. Por lo que, posteriormente, se publicó una versión en formato novela gráfica de la historia, restaurando todos los cambios editoriales y agregando varias páginas para desarrollar la historia entre capítulos.

Hijos del Mundo Mutante fue una continuación que se imprimió en una serie de cinco cómics de la editorial clandestina, Fantagor Press. Los primeros problemas fue el color, la calidad de impresión no fue la mejor, los siguientes problemas se encontraron en el blanco y negro. Un formato que también se reimprimió en formato de novela gráfica para Europa pero nunca en inglés. Bien, pues ahora nos llega esta nueva edición restaurada y en color que junto a su hermana mayor Mundo Mutante queda genial en la cómicteca física pero también en la de nuestras cabezas. Comprender la historia como un todo se hace brillante con esta obra.

Hijos del Mundo Mutante se centra en la hija mayor de Dimento, Dimentia, su compañero oso, Ollie, y un puñado de otros supervivientes en un viaje por encontrar refugio seguro en una isla. Una historia que se resume en dos frases pero que hay que vivirla. Un proyecto que ahora podéis encontrar en librerías en dos ediciones de tapa dura, en un formato económico y llevadero, una obra que proviene de una versión deseada (y ansiada) por fans que salió adelante en Kickstarter. Donde por primera vez se rescató las obras en inglés en un solo volumen integral de esta maravilla del noveno arte contemporáneo.

Explosivamente violenta, mordaz, cargada de fatalidad, erotismo y brutalmente divertida, esta mini-saga.

Richard Corben siempre será uno de mis tres ilustradores favorito. Se centró en mi amado género de Terror y por eso tengo que quererlo más que a los demás. Pero siempre tuvo muy presente la CF y eso merece mis respetos. Tener por fin este volumen y su predecesora Mundo Mutante en mi poder después de tantos años, se resume en la bonita palabra que empieza por F y acaba por -dad. Una minicolección en tapa dura a un precio imbatible que nadie debería perderse si de verdad ama el buen cómic hecho en USA en las mejores décadas creativas que ha conocido el noveno arte.

Reseña: El Hombre Hembra, de Joanna Russ

Uno de los clásicos que nunca he tenido la oportunidad de leer y que gracias a la nueva edición de NOVA así ha sido, es la ópera prima El Hombre Hembra, de Joanna Russ. Os puedo decir que ni tan siquiera, jamás, en mis más de cuatro décadas de existencia, había visto una edición física en nuestro país. Nunca la había tenido a mano, aunque sabía de su existencia por que desde muy jovencito soy seguidor de la famosos Premios Hugo y Nebula norteamericanos, los más altos galardones que puede conseguir una obra dentro del mundo de la Ciencia Ficción. De hecho, soy ese forofo que desde chaval sigue la lista de nominados por categorías de ambos premios todos los años y disfruto leyendo títulos de autores y ganadores. Títulos que inspiran. Pero como suele pasar, hay obras que quizás no ganan, que quizás únicamente estuvieron nominadas y se acabó. Y después, con los años, se han convertido en clásicos gracias a la opinión del público. Le pasa a El Hombre Hembra, que tan solo fue nominada al Nebula del año que salió (1975), y que después, cualquier amante de la literatura fantástica que se precie, conoce.

Un libro que incluso me duele no haber leído antes como fan de la buena CF clásica que soy. Probablemente deambulara muy cerca de mí en aquellos años en los que disfrutaba saliendo de mi casita del bosque y yéndome a echar toda una mañana a la ciudad, entre librerías de viejo o segunda mano que también las llaman. Pues investigando para la reseña, consta que la eterna editorial Bruguera y alguna otra, sí que le sacaron edición en español. Pues seguramente una copia nadaría entre libros de bolsillo usados de los 60, 70 y/o 80 y al ver mi cara de tiburón desesperado, buscador de manjares de CF y Terror, huiría hacia el fondo. Pero da igual. Como decía al principio, NOVA, el sello editorial referente de la mejor CF en nuestro país, ha tenido a bien publicar esta joya en una edición en tapa dura con sobrecubierta súper chula que nadie debería perderse.

Debo admitir que inicialmente El Hombre Hembra me confundió. Sin saber nada de la historia, me enfrenté a ella pero asumí que sería una historia bastante directa y orientada a la acción que exploraría el feminismo por lo que había oído. No obstante, El Hombre Hembra es, sobre todo, una novela mucho más personal. Mirad, no se trata de cuatro mujeres, como descubrimos al final de la novela, se trata de la misma mujer en cuatro encarnaciones muy diferentes. Está Joanna, una feminista de los 70s que podemos decir sin miramientos que es la propia Russ y que vive en un mundo y época similar a lo que era la Tierra entonces. Jeannine, una mujer tímida que vive en un mundo donde la Gran Depresión nunca terminó y donde la Segunda Guerra Mundial nunca sucedió porque Hitler fue asesinado en 1936 pero donde Chiang Kai-shek sí que controla Hong Kong, dado que el imperialismo japonés domina aún sobre el continente chino. Bien. Janet es una mujer que vive en un mundo llamado Whileaway, un futuro donde todos los hombres han muerto a causa de una plaga, una sociedad utópica en un futuro lejano donde se sugiere que para procrear, las mujeres en relaciones lésbicas utilizan una tecnología para fusionar genéticamente los óvulos mediante un proceso al que llaman partenogénesis. Una sociedad que por el contrario a su evolución científica es principalmente agraria. Y por último, Jael, un asesino de un futuro en el que hombres y mujeres están en guerra.

Pero Janet y Jael se cruzan como les place, mientras que Joanna y Jeannine están al capricho del universo.

No digáis que la idea de estos cruces temporales entre utopías y distopías no es como mínimo atractivo. En resumen, El Hombre Hembra es una meditación sobre género y feminismo ejecutada a través de cuatro lentes, en principio, diferentes, en principio, iguales. Este dolor, de la feminista recién iluminada que intenta forjarse una identidad completa, verdadera y segura para sí misma, está en cada palabra. Hay capítulos que simplemente son una lista de todas las cosas que se han dicho sobre los escritos de Russ, precedido por una declaración de que si ella hubiera expuesto su caso con delicadeza, la habrían escuchado. (Difícil leer esa letanía sin reflexionar mirando al horizonte). En otro breve capítulo se detalla la supremacía entre las mujeres. Y toda una serie de apartados y capítulos que unidos, sinceramente, molan.

Sí que es verdad que la novela termina con cierto grado de conformismo que a mí por ejemplo, no me hizo gracia. Después de todo lo que se propone durante casi trescientas páginas, aceptar un destino obsoleto y ridículo, uno donde no eres feliz, pues como que no. Y esto vale para cualquier aspecto de nuestra vida, friends. Sé feliz donde vayas. O no vayas. El Hombre Hembra es en gran medida un producto del movimiento feminista dominante de aquellos momentos. Mucho más inclusivo que la homosexualidad, pero combina género y sexo de formas extrañas hasta el punto de ser binario. Por ejemplo, los hombres del mundo de Jael ocasionalmente se convierten en mujeres (o se detienen en algún punto intermedio), momento en el que se convierten en una propiedad llamada «hombre de verdad»… Ufff. Me quedé ahí, como historia, y no quise pensar en repercusiones políticas. No me va eso.

Lo que está claro es que estamos ante una novela que es una pieza importante de la historia de la Ciencia Ficción. Y una lectura obligatoria.

Reseña: S.H.I.E.L.D. (Integral), de Jonathan Hickman, Dustin Weaver y VVAA

El magistral título en Marvel de Jonathan Hickman y Dustin Weaver, S.H.I.E.L.D. llegó como Integral por fin a nuestro país. Un Ómnibus más bien, que muchos esperábamos para poder sumergirnos en una trama que ha dado bastante que hablar al otro lado del charco. La historia comenzó, en 2010 y se relanzó en 2011, en un momento en que Hickman y Weaver tenían un futuro brillante en la editorial y menos material en desarrollo. Cuando la publicación se volvió más esporádica, la reputación de la serie se vio afectada por cierta temática que después comentaré, pero al igual que casi todos los cómics escritos por Jonathan Hickman, juntar las piezas narrativas para discernir la trama con el esperado número final, hace fácil que haga ¡Click! tú cerebro y entonces asientas diciendo palabrotas en voz baja del estilo: Joo-deeeeeerrrr…

Y es que obtener una historia que haga preguntas y desafíe al lector es exactamente lo que los fans deben esperar de S.H.I.E.L.D. Una obra que por cierto contiene unos fantásticos cliffhangers e ideas dibujadas por el increíble talento del noveno arte, Dustin Weaver. Es interesante ver dónde Hickman comienza a insertar su punto de vista de la historia en los personajes y cómo en este volumen vais a decubrir bastantes aspectos de la historia, especialmente con los momentos finales de esos personajes. La combinación de guión, orígenes sobrenaturales y superhéroes…, creo que es la primera vez que he visto este desarrollo en un cómic. Al menos, tan bien elaborado. Tened en cuenta además, que lo que se cuenta en S.H.I.E.L.D., ha jugado un papel importante en el Universo Cinematográfico Marvel (UCM).

Hay una extraña estructura no lineal en S.H.I.E.L.D. que se desarrolla (principalmente) en 1953, pero también en un pasado ancestral y en un futuro lejano. La mayor parte de la historia se desarrolla antes de la Edad de Oro de Marvel, esa época de los 60s cuando aparecieron personajes como Spiderman o Los 4 Fantásticos; pero Hickman parece estar enseñándonos un punto filosófico más amplio. Para aquellos que de alguna manera estén familiarizados con el Universo Marvel, ya sea desde su infancia o desde las películas, el concepto de S.H.I.E.L.D. es bastante sencillo: sirven simultáneamente como una fuerza policial mundial, visten de negro, subvencionados por varias potencias mundiales, por lo general, sirven para dar un toque de espionaje a cualquier historia o tramas de superhéroes. Eso sí, también otorgan a los eventos un alcance mayor. Es una función narrativa bastante sencilla: cuando el problema es demasiado grande para que un/a tío/a lo resuelva vestido de spandex simplemente agregamos salsa…, quiero decir, S.H.I.E.L.D y… ¡Qué venga la Caballería! De repente, aumentan las apuestas, el héroe tiene que lidiar con una nueva dinámica y la historia se vuelve más interesante o al menos, dinámica a más no poder. S.H.I.E.L.D. es una organización que ha servido como base de historias y series ocasionales (como la muy querida serie de Nick Furia, que os recomiendo), pero esos son otros temas. Por lo tanto, es absolutamente fascinante ver a Hickman tomar un concepto relativamente simple y expandirlo con tanta libertad. De repente, no solo tratan con artilugios geniales como portaaviones flotantes, sino que también incursionan en la profecía y el misticismo. No son un grupo de trabajo reactivo creado para hacer del mundo un lugar mejor, son una orden masónica que data de antes del nacimiento de Cristo y que lleva artefactos históricos de gran importancia. Es extraño ver dicha institución representada de esa manera, pero es sorprendente lo bien que Hickman nos lo/a encaja.

Da nueva vida a un concepto antiguo. Y sinceramente me sorprendió lo bien llevado que está el humanismo de la «historia secreta» en este gigantesco universo compartido. El Universo Marvel tiende a ser un lugar muy oscuro donde le suceden cosas horribles a la gente buena. Por eso me sorprendió el crudo optimismo de la historia que se lee entrelineas en S.H.I.E.L.D., cuando se nombra a la organización secreta: «No es así como acaba el mundo», declaran los héroes de todas las épocas.

Jonathan Hickman es una estrella en ascenso en Marvel, una supernova que de vez en cuando estalla y crea mundos nuevos a partir de simples rocas espaciales. Su aclamado trabajo en Secret Warriors, Fantastic Four, Ultimate Thor y Ultimate Hawkeye, hizo que quisiera leer esta obraza, tan diferente en todos los sentidos. Muchos vais a flipar. Y más, con un Dustin Weaver que presenta un espectáculo visual conmovedor, un “cuento” que presenta a personas violentamente divididas en varias capas diferentes y contiene meditación sobre psicología. En otras palabras, Hickman le pide mucho a Weaver en este portentoso guión, pero Weaver saca pecho y lo logra con resultados increíbles. Hay pliegos detallados de doble página llenos de extraterrestres, máquinas y páginas obsesionadas con imágenes-espejo -incluso los momentos finales con Howard Stark conectando estas ideas presentan elaboradas ilustraciones de maquinaria cargada de detalles pequeños e insignificantes-, ilustraciones que dan miedo de lo trabajadas que están. Enorme, lo laborioso de esta obra. Y la colorista Sonia Oback agrega elementos finales y remarca una obra llena de talento en todos los sentidos. Un titulazo que, sin duda, debería tener la grandeza de ganarse un buen sitio en la balda de grandes obras apoteósicas de nuestra cómicteca.

No hubo en su día suficientes personas que leyeran o hayan leído S.H.I.E.L.D., pero ahora que el ciclo está completo, la recomendación es muy alta. Pocos títulos tienen este nivel de ambición y esta cantidad de artesanía en todas y cada una de sus páginas. En vosotros está comprobarlo.

Reseña: Space Bandits, de Mark Millar, Matteo Scalera y Marcelo Maiolo

A las novedades de Millar en nuestro país hay que estar siempre atentos por la sencilla razón de porque sí. Y más cuando se meten en algo tan rancio, tan ochentero, tan nuestro como es el argumento de Space Bandits. Una primera escena: dos bandidas, una de ellas famoso en toda la galaxia y la cosa poniéndose fea cuando ambas son traicionados y abandonadas a su suerte. Del tirón. ¿Un homenaje en toda reglas a Tango & Cash? Madre mía, madre mía, ahora tienen que encontrar una manera de escapar de cárcel espacial para poder vengarse de sus antiguos «amigos». ¿Y sabéis lo gracioso? Que muchos de los que estáis leyendo esto no sabéis ni quienes eran Tango & Cash… Madre mía. Como suele pasar, quedas enganchado con Mark Millar al momento. Da igual la obra con la que te inicies. Millar presenta bien la narrativa en Space Bandits, te lanza un argumento que se dispersa en varias direcciones, pero aun así nunca te sientes perdido mientras pasas de un escenario a otro. La caracterización es otro punto fuerte. Aunque como mencioné, rinde un homenaje demasiado evidente cambiando únicamente el trasfondo, este hombre tiene el don (junto al enorme dibujo de Matteo Scalera) de aportar personajes frescos en un contexto rimbombante. Los eleva a otra dimensión, y por encima de los arquetipos genéricos, Millar es un grande entre los grandes.

Space Bandits es de todas-todas el cuento de una venganza que involucra a un elenco de personajes convincentes centrados en Thena Khole y Cody Blue. Se le puede acusar de lo mismo de siempre: se ve a leguas que es un guión básicamente escrito para serie de televisión (ya sabemos del hermanamiento de Millar con Netflix), pero es que es así, puedo imaginarme toda y cada una de las páginas de Space Bandits en la pantalla. Un cyberpunk y western espacial mezclados, al estilo Blade Runner haciendo un mix con Firefly o Cowboy Bebop; y un poquito de Akira, por que no. Todos esos elementos que siempre estuvieron para los niños de los 80 en el futuro, y definitivamente están en el futuro, porque, como todo el mundo sabe, los 80s son el verdadero futuro.

Así que hablemos de la trama: Thena Khole y Cody Blue se encuentran entre los criminales más buscados del universo. Cody lidera su propia banda de forajidos a sueldo para cometer robos, pero también es conocida por ser blanda porque siempre lo hace de manera que nadie resulte gravemente herido o muerto. Bastante inusual para el líder de una pandilla, pero solo es una razón más para ser increíblemente adorada por sus fans. Al otra lado, están Thena y su novio, Yiggo Lust, que usan sus recompensas como herramientas para elaborar aún más. ¿Cómo? Finge ser una cazarrecompensas, entrega y recoge la pasta, luego ella lo manda todo a la mierda con una explosión y en la puerta le espera su conductor para la fuga. Es una forma bastante rápida de ganar mucho dinero, y también es fácil, si tienes a Yiggo, por supuesto. Piloto a batir. Todo va según el plan para Cody y Thena, hasta que ambos son traicionadas, puestos sus pellejos en un plan maquiavélico, para que acaben en la trena. Y a partir de ahora, dos chicas furiosas, llenas de odio que claman venganza. Nada va a ser bonito. Patear traseros es una frase que se va a quedar corta en el Universo…

Este genial volumen, disfrutable a tope para los que amamos los Ciencia Ficción dinámica de acción y diseño y ambientación por encima de todo, recopila los cinco numeritos de esta miniserie que es todo un espectáculo. El artista Matteo Scalera lo es con sus lápices, se ponga en el contexto que se ponga. Además, cuenta aquí con los colores de Marcelo Maiolo que son absolutamente hermosos. My friends, en Space Bandits, se junta todo. Pero la verdadera fuerza de esta obra es la construcción del diseño estelar, digna de una buena serie de TV o de un buen libro de rol. Que sí, que tiene sus elementos estrafalarios que rinden homenaje a tópicos clásicos, no obstante, eso que hace que sintonices y admires lo que va sucediendo, y tus ojitos también repararán en el conglomerado exterior.

Dicen que Millar es siempre resultón. Me parece un insulto. El cyberpunk aquí creado no es solo digno de pantalla, es digno de ser ampliado en cualquiera de las facetas frikis que conocemos. No soy fanático de Millar pero con esta obra me ha tocado la patata por que ha sido capaz de llevarme a ese lado del disfrute de cuando vi por primera vez El Imperio Contraataca, El Quinto Elemento o la mismísima Tango & Cash. Además, el tito Millar deja siempre en el lector esa sensación de anhelo. ¿Estamos ante el Prólogo de una historia mucho más amplia?

En Netflix, dicen.

Veremos.

Reseña: El Libro del Día del Juicio Final, de Connie Willis

Creo recordar que estaba en la extinta B.U.P. cuando leí mi primera historia de Connie Willis. Por No Mencionar al Perro, es un titulo que atraía de por sí a alguien que leía bastante Ciencia Ficción entonces, en especial, uno que pretendía o tenía como reto, leer todos los Premios Hugo y Bram Stokers de la historia. Locuras de la juventud. Pero retos que engrandecieron, sin duda, mi formación literaria independiente, y ni que decir tiene que Por No Mencionar al Perro me encantó y cuando la revisité hace unos meses pregunté a nuestros seguidores en redes sociales qué novela de Connie Willis recomendarían leer a continuación, o simplemente, cuál aconsejarían leer antes de morirse. El 99% recomendó El Libro del Día del Juicio Final. Novela que curiosamente regresa al panorama actual gracias a Ediciones B, en su siempre recomendable sello Nova, en una buenísima edición en tapa dura.

A mediados del siglo XXI, Kivrin Engle es una joven historiadora adscrita al programa de viajes en el tiempo de la Universidad de Oxford. Siente pasión por la Edad Media y ha estado tratando de estudiar este período durante largo tiempo. Pero es casi imposible. La Edad Media (especialmente, el siglo XIV), se cerró a los viajeros en el tiempo después de obtener el puntaje más alto posible en la escala de siglos que no se deben visitar debido a los hechos peligrosos que suceden en dicha época como la violencia contra las mujeres y epidemias como la Peste. Pero el jefe interino del Departamento Medieval ha logrado eludir el razonamiento tras la regla de No Acceso. Y después de mucha preparación que incluye lecciones exhaustivas clases de inglés antiguo, vacunas contra todas las enfermedades posibles y entrenamiento cultural y religioso; Kivrin está dispuesta a vivir su sueño. Su caída será en el año de nuestro señor 1320, un año que en principio es seguro, y bastante antes al que comienza la Peste, que supuestamente fue en 1348. Además, “aterrizará” en los días previos a Navidad y su viaje al pasado debe durar dos semanas como mucho, hasta que el portal se vuelva a abrir nuevamente.

Sin embargo, su tutor y amigo, el profesor Dunworthy, no está completamente convencido de que haya estado lo suficientemente preparada y piensa que varias cosas podrían salir mal. Además, él cree que el Jefe Interino del Medievo es un tontolaba que no ha tomado todas las precauciones necesarias al prepararse para el descenso. Y las cosas salen mal, pero tal vez no de la manera que Dunworthy esperaba. Tan pronto como Kivrin es enviada al pasado y antes de que puedan obtener una confirmación final de “dónde” fue enviada, el técnico a cargo de obtener la solución a tiempo, cae enfermo, increíblemente enfermo. Es en cuestión de horas, que muchas otras personas enferman, Oxford queda en cuarentena y el laboratorio cierra. Dunworthy ahora está convencido de que algo salió mal, y la gota que colma el vaso es Kivrin, que está en peligro y se debe hacer todo lo posible por recuperarla. ¿Pero cómo, cuándo todos los que trabajaron en el proyecto se han visto afectados de una forma u otra por la epidemia?

Escribí esta reseña desde un lugar apartado, desolado, triste por la falta de seres humanos en tránsito; lugar donde me aparté con mi familia unos días de vacaciones y donde terminé de leer El Libro del Día del Juicio Final. Un lugar con playa, piscina, pero casi vacío en la lúgubre soledad de un Resort sin gritos de gente en días alegres. En este lugar, con la lectura acabada, me entristecí por los personajes de este libro y lo que pasaron, ya que este podría ser uno de los libros más tristes que he leído y, sinceramente, no sé si es por la situación social actual que estamos viviendo… AFLICCIÓN. Pero también siento pena por mí mismo porque estoy seguro de haber leído uno de los mejores libros de CF que existen y ya nunca volveré a hacerlo por primera vez. Es el sentimiento más extraño que puede tener un lector constante, por que es tristeza, por supuesto, pero es el tipo de tristeza que es casi felicidad y estoy seguro de que es el tipo de sentimiento también que los lectores experimentados conocerán y reconocerán, e incluso darán la bienvenida, porque es el sentimiento que proviene de haber “vivido” una buena historia.

Una historia que progresa in crescendo, llena de tensión, de forma soberbia. Connie Willis hace su magia y nos muestra una historia sobre lo que significa ser humano. Donde, por supuesto, y aún dentro de la Ciencia Ficción, se respetan las reglas para los viajes en el tiempo. Pues alguien dijo que dentro de lo ilógico, todo deber tener cierta lógica o nada brillará. No sé si era exactamente así, pero supongo que entendéis.

Maravillo libro. Indispensable de leer antes de morirse.

Reseña: Mercaderes del Espacio, de Frederik Pohl y C.M. Kornbluth

En algún momento, la novela distópica se convirtió en tradición dentro de la Ciencia Ficción. Y es fácil ver por qué: las facetas que separan el género del resto de la literatura conducen a manifestar sociedades e ideologías en desacuerdo con la realidad social. Un Mundo Feliz, presentaba una sociedad en la que casi toda la humanidad se drenaba de “propia humanidad”; Fahrenheit 451, le arrebataba libros a la sociedad; 1984, imaginaba un mundo en el que la libertad personal se perdía por control del Gobierno, además de presentar un escenario donde el individualismo es aplastado bajo la esterilidad de la conformidad. Pero hay más porqués. Todos sobre Zanzíbar, Orbita Inestable o La Oveja Mira hacia Arriba, de John Brunner, son novelas distópicas que presentan diferentes facetas de permitir que la influencia corporativa usurpe las preocupaciones políticas y sociales. Congreso de Futurología, de Stanislaw Lem, mostraba una sociedad bloqueada por productos químicos. Y Mercaderes del Espacio, enseña como comercializar dentro de un escenario aterrador que estratifica a la sociedad de manera poco saludable. En definitiva, novelas con una potente carga social, con más de cincuenta años respecto a nuestra realidad, pero cuyos argumentos están demasiado cercanos. Historias de Anticipación, haciendo una fuerza honrada del significado de sus palabras.

Y es que la sociedad que Kornbluth y Pohl imaginan en Mercaderes del Espacio, se vuelve demasiado realista. Establecida nominalmente en el «futuro», las corporaciones han ganado suficiente poder para forzar los límites políticos para cambiar de lo geográfico a lo comercial. Estados que ya no están representados en el gobierno, los conglomerados empresariales y los mega-corporaciones compiten y cabildean ferozmente en su etapa más alta para garantizar que los productos se consuman y las ganancias sean súper elevadas. Y jugando el papel más importante en ello, están las Agencias de Publicidad. Capaces de usar cualquier método, el que deseen sin límites y poniendo los cinco sentidos recurridos en folletos, carteles…, y otros asuntos más turbios. ¿Un ejemplo? Productos que contienen en sí mismos altos elementos adictivos. Por lo que la riqueza se canaliza hacia la cima, la clase baja crece mientras que los ricos prosperan. Todos los servicios privatizados, incluso la capacidad de una persona para recibir protección civil se deriva a su capacidad de pago, incluyendo la propia policía. Los pobres consumen solo ingredientes de baja calidad, los países del Tercer Mundo suministran mano de obra a muy bajo precio a las potencias ricas, me cago en todo… Si es que esta novela de 1954 habla de nuestra sociedad actual.

Una sátira del capitalismo y del mundo de la publicidad que casi setenta años después se hace realidad. Y así nos topamos con la historia de Mitchell Courtenay, el mejor publicista de la Sociedad Schoken, y el encargado de elaborar la campaña publicitaria de un poderoso proyecto. El besar culos (por no ser más borde), emplear trucos del oficio y una capacidad instintiva para explotar las lagunas legales, lo han colocado como uno de los favoritos de Schocken. Y es así cuando llega un gran contrato, uno obtenido de manera cuestionable, en el que es elegido para encabezarlo. El Proyecto Venus. La humanidad está enviando a sus primeros humanos a colonizar a nuestro vecino verde-oscuro, y depende de Courtenay asegurarse de que contenga personas esa nave. Después de elegir a mano a su equipo, investigar la demografía y entrevistar al único astronauta que realmente ha puesto un pie en Venus, pone en marcha sus ideas. Pero tras una sucia maniobra de sus competidores en el que hay un intento de asesinato, el mundo de Courtenay se desmorona. Se verá relegado a los más bajos niveles de la sociedad, desde donde deberá ascender de nuevo acercándose (tal vez demasiado) al mundo del terrorismo y el sabotaje.

Mercaderes del Espacio no deja de ser una novela fascinante, llena de ideas, a pesar de los años. Un titulo indispensable de leer y que, por supuesto, aparece en la lista de Science Fiction: The 100 Best Novels, así como en la muy seguida Ciencia ficción: Guía de lectura del gran Miquel Barceló.

Reseña: Wild´s End. Primera Luz, de Dan Abnett, I.N.J. Culbard y VVAA

Si tampoco es tan difícil encontrar una buena inspiración. Es leer a los clásicos, empaparse de lo mejor de cada género, para que de un buen creativo parta una historia que como mínimo pueda ser interesante. Y saber trasladarlo. Un ejemplo muy bueno de lo que digo es Wild’s End, este atractivo titulo que recién publica Dolmen Editorial. Escrito por el guionista británico Dan Abnett (Guardianes de la Galaxia, Warhammer 40.000) y dibujado por I.N.J. Culbard (En las Montañas de la Locura, de H.P. Lovecraft), un titulo que recurre de lleno a una de las mejores historias de Ciencia Ficción jamás creadas, pero metiendole esta vez un rollo antropomórfico que le viene de perlas. Provocando que H.G.Wells se encuentre con A.A. Milne en esta obra independiente de la editorial BOOM! Una serie donde unos amenazadores alienígenas mecánicos descienden sobre una comunidad rural somnolienta en la Gran Bretaña de 1930, poblada completamente por animales que hablan. Un glorioso choque de estilos y géneros traídos por los maestros del mash-up, Dan Abnett e I.N.J. Culbard, una asociación creativa que parte de su colaboración en The New Deadwardians (Vampiros y zombies en la Inglaterra victoriana) y Dark Ages (Mercenarios medievales y, ¿monstruos? ¿extraterrestres? Algo horrible, desde luego).

Ambientada en la Inglaterra de 1930, Wild’s End: Primera Luz gira en torno a un grupo improbable de héroes que deben unirse para salvar a su comunidad rural de ciertos “postes de lámparas extraterrestres” que vienen empeñados en matar a todas las criaturas vivas con las que entran en contacto. Los visitantes no deseados disparan rayos de combustión brillante. En cuanto a los protagonistas, consisten en Clive, un perro sensato con un misterioso pasado militar; Gilbert, un conejo elegante rico y con prestigio, y también está Peter, periodista y ojito derecho de Gilbert. Pero esperad, esperad, la estrella de la trama es Faukes, un zorro residente al que le gusta empinar el codo, personaje que disfrutas cada vez que aparece en viñeta.

A pesar de ser una historia antropomórfica, los personajes son muy humanos en sus maneras y rasgos, y no lleva mucho tiempo desarrollar una conexión con ellos. Sus historias particulares simplemente se insinúan a lo largo de la serie, pero todo pinta a que obtendremos más información sobre ellos en próximos volumenes. Hay un aire de misterio sobre ellos, especialmente en Clive, el viejo perro de la marina, que no se asusta tanto y dice haber visto ya en su vida » algunas cosas». Mi única queja con Wild´s End (algo menor), es que el flujo de la historia se interrumpe ocasionalmente con relleno como recortes de periódicos, entradas de diarios y cartas. Y eso me pone de los nervios, sobre todo, por que la trama esencial está súper interesante y se para. Por supuesto, le dan algo más de significado a la historia y agregan algo de sustancia, pero surge en momentos puntuales en los que narración principal va viento en popa. Pero se nota que es un cómic hecho por profesionales y se recupera el suspense pronto. Algo parecido a lo que sentía cuando me topaba con Relatos del Navío Negro, en Watchmen.

Se ve fácilmente que Wild’s End: Primera Luz es una excelente introducción a una saga que puede dar mucho que hablar. Es apasionante leerlo, y cuando terminas, ya tienes ganas de leerlo otra vez. No quiero contar nada-nada de lo que va sucediendo, lo siento. Al inicio, se nos presenta a los habitantes de Iglesia del Cuervo de Abajo, donde visualizamos una comunidad pueblerina tranquila y también vamos conociendo a los principales protagonistas; personajes fuertes y distintivos, y para ser honesto, muy pronto olvidas que son animales que hablan. Tienen más personalidad que muchos otros. Lo cual, en muchos sentidos, resume el verdadero atractivo de Wild’s End. Y hasta aquí.

Eso sí, el hecho de que la historia se desarrolla en lo que generalmente consideramos un ambiente seguro y amigable agrega una emoción adicional a procedimientos que de otro modo estarían ausentes. Esto no es Will Smith con una Uzi defendiéndose de invasores extraterrestres; aquí lo que mola es el suspense, el ambiente, el entorno, el escenario, la introducción de una amenaza tan violenta para este mundo relajado que da a la trama un gancho atractivo. Debido en gran parte a la excelente construcción del mundo, una gran cantidad de personajes bien llevados y una narración imaginativa y absorbente que es una alegría leer. Una aventura antropomórfica que recuerda a El Viento en los Sauces, de Kenneth Grahame, fusionada con La Guerra de los Mundos, de H.G.Wells. Si esto suena atractivo para vosotros, que sepáis que el cómic está a la altura de la premisa. Pero resumiendo, Wild’s End: Primera Luz, es uno de los mejores ómnibus que he leído en mucho tiempo. Y eso que sólo es el primer volumen.

Reseña: Dune. Edición Especial, de Frank Herbert

Raro es el lector que no sienta afinidad por siempre por Dune tras vivirla. Tras sentirla de verdad: introducirte en su mundo, dejarte llevar por su mitología, sus detalles, sus ideas… El Wow! brotará de tus labios en cuanto la devores. O quizás mienta. Quizás te surjan esas exclamaciones en el “durante”. ¿Por qué? Por que esta clásica novela puntera de Ciencia Ficción te lleva al futuro más lejano y para mal del demonio, te trae de vuelta a casa. Es una obra de arte. En mi caso, volver a ella tras los años, y en esta magnifica edición en tapa dura (de coleccionista, diría) que trae Nova CF, ha sido toda una experiencia. La considerada mayor epopeya del género de todos los tiempos (como dice la sinopsis editorial), con doce ilustraciones a color muy afines del artista Sam Weber para esta edición conmemorativa del cincuenta aniversario de Dune, de The Folio Society. En resumen, volver a sentir amor por la CF. Vista con ojos más adultos, me pareció tremendamente maravillosa y llena de cientos detalles. Por supuesto, devorada en cero como dos.

Dune mezcla aventura, misticismo y política. Nos lleva a un universo donde los planetas están controlados por Casas de familias nobles bajo el mandato imperial de un gobernante de una de las Casas. Cuenta principalmente la historia de Paul Atreides, hijo del duque Leto, heredero de la Casa Atreides. La madre de Paul es una especie de bruja con poderes únicos de persuasión que ha conseguido transmitir a Paul. La novela comienza con la familia Atreides preparándose para abandonar su amado planeta verde y tomar el control de otro; el llamado planeta Arrakis, que es básicamente un gran desierto. Pero también es el único lugar en la galaxia donde se extrae una valiosa sustancia llamada melange. Parece insignificante, pero este traslado real, desencadena una cadena de eventos que impulsarán a Paul a un mundo completamente nuevo de batallas por la famosa especia, monstruos de las arenas y como trasfondo los Fremen, raza de las arenas que vive entre las dunas. Todo esto más un joven Paul Atreides enfrentándose por un lado al emperador, y por otro, a sus antiguos enemigos de la Casa de los Harkonnen.

Dune es una obra épica la mires por donde la mires. Lo dicho, podría ser un resumen rápido, sin ir mucho al grano. Lo que podría comentar a un incauto amigo que no la haya leído aún mientras nos tomamos un té en un cafetería. Pero Dune abarca mucho más. De esos mundos que como consigas entrar (no cuesta mucho aún siendo un muggle total en CF), te cautivará. Repito: es mucho más. Dune establece un mundo intrincado y fascinante con la cantidad justa de tecnología. Me encantaron las descripciones de los «trajes de baño» que usan en el desierto para recuperar el agua del cuerpo (por lo que básicamente bebes tu propio sudor) y también las fábricas de cosecha (muy de insectos) para minería que vuelan dentro y fuera del desierto por los gigantescos “dispositivos alados» llamados carryalls, pilotados por una tripulación de mineros. Pero habla también de profecías y habilidades psíquicas (me encantó la madre de Paul, Jessica y sus misteriosos poderes), de disputas políticas (el personaje del barón Harkonnen es brillante, intrigante y despreciable), así como la acción, giros e intrigas que se van sucediendo. Disfruté y he vuelto a disfrutar especialmente de los pequeños extractos de la princesa Irulan al comienzo de cada capítulo, que por cierto, parecen no tener sentido la primera vez que los lees. Aunque a medida que avanza el libro, cobran lógica. Cuando finalmente “entiendes”, el disfrute alcanza cotas muy altas. Asientes y asientes. Y si lo tuyo es escribir, te maravillas y te mueres de envidia por que quieres escribir algún día algo así. Una novela inmortal.

Dune será siempre considerada el gran triunfo de la imaginación que convirtió a Frank Herbert en uno de los grandes visionarios de la literatura universal. Hoy este gran clásico vuelve a estar de actualidad por su aniversario y por que pronto inspirará película y serie de televisión dirigidas por Denis Villeneuve (guionista y director francés de moda en USA tras La Llegada y Blade Runner 2049). Una obra impertérrita, seductora, que ganó el primer Premio Nebula (1965), el Premio Hugo (1966) y cimentó una de las sagas más grandiosas de la Ciencia Ficción.

El no haberla leído aún, entre amantes de la literatura fantástica, es una verdadera blasfemia.