Reseña: La Jauría, de Cédric Simon, Éric Stalner y Émile Zola

La recuperación de una exitosa historia, un gran homenaje, la oportunidad de redescubrir (o descubrir) el Rougon-Macquart, la ferocidad de Zola retratando a cierta burguesía decadente o en formato cómic, la forma intransigente de mostrar un descenso a los infiernos… Sinceramente, después de no haber disfrutado nada con la serie Exilium en su día, cierto y verdad es, que me daba algo de miedo enfrentarme a La Jauría. Pero afortunadamente uno ha aprendido con los años a dar segundas oportunidades a las personas, en especial, escritores, guionistas, o incluso directores de cine. Por que vamos todos en el mismo saco. Y por que uno evoluciona (o no) con el paso de los inviernos. El caso es que con tan atractiva portada y con el hecho de estar basado en la novela del gran Emile Zola, me dije a mí mismo que La Jauría debía merecer la penar sí o sí. Y mereció la pena, ya lo creo. Nos libre Dios de no dar segundas oportunidades.

La principal diferencia con Exilium, es que aquí ya sí se alcanza la maestría en términos de guión, dibujo y la capacidad de conseguir recrear un mundo pasado. Momentos espléndidos, personajes típicos del Segundo Imperio súper bien representados. Aristide Saccard, el «héroe» de esta historia, es un advenedizo dispuesto a hacer cualquier cosa para ganar siempre más. El pobre Renée, su esposa y víctima, son almas perdidas en un mundo de tiburones. Esto sería un rápido resumen de este volumen que edita Ponent Mon. Una maravilla que casi me hizo querer buscar para leer la novela de Zola. Pero me bastaron las ciento veinticinco páginas de La Jauría en formato en viñeta para quedar prendado de una historia pudo ser muy real.

¿Y qué trata exactamente? El día después de que Napoleón Bonaparte tomara el poder, Aristide Rougon llegó a París acompañado por su esposa Angèle y su hijo Maxime. Tenemos así a un ex-republicano recién convertido al Imperio, obsesionado con hacer una fortuna. Su hermano Eugène le consiguió un lugar en la administración del ayuntamiento de la capital y Aristide cambia su nombre y ahora se llama Saccard. Su instinto le dice que lo bueno está por llegar, las puertas de la riqueza a un paso, por eso como un depredador se agacha, observa paciente, listo para actuar tan pronto como se presente la oportunidad. De salud frágil, Angèle muere, Maxime es enviado a las provincias, es decir, la esperada oportunidad para sacar el especulador que vive en él. Y la oportunidad se engorda con un «matrimonio arreglado” que le garantiza una base monetaria sólida y casi el control sobre los planes de reestructuración parisina orquestados por Haussmann. La contratación de un candidato sin escrúpulos que le permitirá el ascenso soñado…

Me comentó mi tito americano -ese del que os hablo siempre, súper amante del cómic europeo y residente en Brooklyn, incongruencias del destino…-, que la novela de Émile Zola (La Curée, 1871) sigue dos ejes complementarios: los excesos de especulación a favor de las ambiciones imperiales y el itinerario sentimental de Renée. Todo en un contexto de prohibiciones y tórrida sensualidad. Pues Zola pintaba una sociedad con desigualdades escandalosas y flagrantes como probablemente abundó en la época. Aquí, Cédric Simon al guión y Éric Stalner a guión y dibujo, no se alejan mucho de la fuente principal. La relevancia de adaptarla fue lo que primó. La premisa es fiel al trabajo original, simplifican el tema, pero tampoco mucho. Lo que no quita que encontremos escenas ardientes en el restaurante de la colina Montmartre, festejos que se daban en mansiones privadas, todo con un erotismo poderoso de una época de gran esplendor y derroche en el país galo.

El tratamiento gráfico depende de la ambición artística de Éric Stalner que pinta un siglo XIX creíble y preciso. Muy destacable es la genial recreación de la arquitectura exterior, decoración interior o ropa y accesorios de los protagonistas. Un desafío atrevido que te lleva a leer La Jauría en tu sillón, bien maravillado por lo que tienes entre manos. Una obra maestramente adaptada con una red de amores imposibles, una pintura del capitalismo amoral, un episodio en la historia de la Ciudad de la Luz, en la que obviamente también tenían lugar cantidad de sombras.

Reseña: Las Aventuras de Victor Billetdoux (Integral), de Pierre Wininger

A los amantes del cómic de aventuras clásico les va a encantar este Las Aventuras de Victor Billetdoux. Os lo digo ya. Así y a bote pronto, un periodista y un egiptólogo comienzan su investigación sobre un asunto de lo más tétrico desde El Cairo hasta el París de allá por 1910. Una época genialmente atractiva como fueron esas incursiones inglesas, francesas y holandesas en el Egipto de principios de siglo XX. La Pirámide Olvidada más otras dos (Sombras de Ninguna Parte y La Noche del Horus Rojo) que Ponent Mont trae en un sólo volumen para deleite del mejor aficionado al cómic europeo que se precie. Lugares y fechas muy atractivos para los amantes de esa aventura africana desértica con rescate de reliquias, maldiciones, persecuciones y desencuentros…, con un dibujo que llama la atención a leguas y unos colores del país de Ra, Tutankamón, Osiris, Anubis y Horus, lleno de tonos inmersivos a tramas como rara vez antes había visto.

Pero vayamos por partes. Las Aventuras de Victor Billetdoux fue una serie de títulos creados para el cómic francés por el autor Pierre Wininger. Cuentan que a finales de los 70s, el director literario de Glénat Ediciones, Henri Filippini, contrató a Pierre Wininger, mientras éste sobresalía en la profesión de fabricante de modelos publicitarios. Quería que de algún modo colaborara en la revista Circus. Así es como el personaje de Víctor Billetdoux -con un estilo indudablemente influenciado por el de Jacques Tardi y rindiendo homenaje al novelista Gaston Leroux (1868-1927) y sus fantásticas novelas de detectives de principios de siglo XX-, cobró vida. Unas aventuras que fueron publicadas entre 1976 y 1986 y que tras la revista, posteriormente vieron la luz en formato álbum por Glénat.

Tres historias, que como bien dice la sinopsis editorial, nos embarcan en peligrosas aventuras tras extraños sucesos acaecidos entre pirámides del caluroso desierto y las frías calles de París.

En La Pirámide Olvidada, tomado por la locura, Sir Alexandre Appelton se encuentra en Egipto deambulando alrededor de la pirámide de Neferhotep. En El Cairo, al enterarse de extrañas noticias, el periodista Víctor Billetdoux decide investigar con la ayuda de su amigo el egiptólogo. Juntos llegan y consiguen entrar en el extraño templo y… Uff, ¿contar más? Queda una aventura increíble que acaba de empezar. Exploraciones, la muerte a un paso en lugares malditos y secretos de científicos locos.

En Sombras de Ninguna Parte nos trasladamos a la París de 1910. Un día, Billetdoux descubre en su puerta el cuerpo de un hombre con el que había quedado para mostrarle una extraña fotografía. Los eventos se precipitan, mientras los muertos se multiplican. Las circunstancias llevan a Victor y a su cómplice Charles, al corazón de una intriga compleja que mezcla seres voladores, una secta oscura que venera a la diosa Isis, inundaciones y gente inquieta que se desgarran en torno a un invento inquietante… Lanzado en 1980, este álbum revive de forma soberbia las atmósferas que quiere representar. Misterios y siluetas oscuras con un guión a tope de giros y sorpresas. Mi historia favorita del tomo.

El último álbum es La Noche del Horus Rojo. Donde se cuenta como seis cuerpos son encontrados en el río Sena, todos asesinados con un utensilio muy extraño: una aguja que representa la cabeza de dios Toth. Además, curiosamente, en los bolsillos llevaban sus relojes y un libro contenedor de ritos de la secta de Isis…

Terror en estado puro.

Ponent Mon lo vuelve a hacer. Publica una maravilla de tomo traído de la BD, una miniserie al completo hasta ahora inédita en nuestro país. Un tríptico que tal como se alega, por primera vez se podrá disfrutar en todo su esplendor en un tomo recopilatorio con un dueto de aventureros injustamente desconocidos por estos lares. Interesantes, y por qué no, muy cinéfilos como son el propio Víctor Billetdoux, periodista de L’Écho de París, y Charles Hippolyte Constant, el joven egiptólogo.

Reseña: Wannsee, de Fabrice Le Hénanff

Aficionado a este período histórico, me dejé convencer por las críticas y recomendaciones de mi tito americano hacia Wannsee. «No puede faltar este álbum entre tus lecturas», dijo, él habla así, muy a lo Yoda. Especialmente porque el autor Fabrice Le Hénanff ya ha ejecutado dos excelentes obras sobre la guerra: Ostfront que sucede en Stalingrado y Westfront, en los acontecimientos que se dieron más hacia el oeste. Ambas perturbadoras y a la vez instructivas. Pero Wannsee es un cómic algo especial dado el tema que pretende cubrir. De hecho, Le Hénanff aborda un argumento que no es para nada desconocido de la Segunda Guerra Mundial. Pero que, sin embargo, es un punto de inflexión en el destino reservado a los judíos durante dicho holocausto. La horrorosa implementación de la conocida Solución Final.

Ahora que se cumple el 75º aniversario y que varias decenas de jefes de Estado y de Gobierno han acompañado a las víctimas del Holocausto, que se han congregado en Auschwitz para celebrar y conmemorar la liberación del peor de todos los campos de concentración creado por los nazis; no es mal momento para leer y tener presente hecho relevantes como los que se cuentan en Wannsee. Pues si no somos realmente conscientes de las consecuencias de lo sucedido, ¿quién puede en lo más mínimo imaginar que dicha “solución” se decidió en apenas hora y media en una casa espléndida después de una reunión en principio irrelevante?

No obstante, al ser un tema histórico y verificado, Wannsee deja poco espacio para la libertad artística. Lo que hace el autor es trivializar de algún modo la violencia, para mostrar cómo se decidió casi de forma casual el destino de millones de personas. En esto, reside el terror, la frialdad y todo lo que a vuestros huesos de personas moralmente razonables, va a afectar.

Lo que no quita que Wannsee cuente una historia realmente interesante y atraiga más a una audiencia que no haya tenido la oportunidad de ir a un campo de concentración para ver con sus propios ojos la aterradora industria de la muerte, el cinismo nazi y la deshumanización total de las cosas. En esto, dicho álbum de la BD, esplende. Con un dibujo aletargado, una paleta de colores de tonos tristes y fríos, diseños muy particulares, que dan a los sujetos una densidad sorprendente, reforzando su frialdad. Una obra en su conjunto que permite una lectura clara de los eventos y especialmente de los personajes. Con susodichos que se aferran a unas ideas tremebundamente locas y las proponen como si de algo mundano se tratase.

Finiquitando así, un cómic de tema histórico-doloroso que se las arregla para tratar con sutileza uno de los eventos más terroríficos de la historia: la Conferencia de Wannsee, que desencadena la implementación de la Solución Final por parte de la Alemania nazi. Un guión del que presientes por parte del autor del cómic un anterior trabajo de documentación donde obviamente elige voluntariamente un enfoque estrictamente objetivo, sin emoción o interpretación, y lo lleva a un cierre concreto con una poderosa tensión provocada que hacia tiempo que no sufría como lector.

Dijo Fabrice Le Hénanff en una entrevista en Ligne Claire: «Primero fue necesario encontrar el texto original, el protocolo Wannsee y ver qué había dentro. Estaba limitado a quince páginas. El desafío era poner todo el texto en un cómic. Fue difícil ponerlo todo en su lugar. Luego la realización fue lo suficientemente rápida, aunque fueron tres años de trabajo en total. Cuando estaba haciendo el álbum, tenía los documentos, era necesario verificar, recortar…».

Un cómic que araña la moral. Un álbum para guardar y volver a leer. Ya conocéis el dicho.

Reseña: Pieles Rojas, de Paolo Eleuteri Serpieri

Los amantes del buen cómic y del género Western estmos de enhorabuena. Y aunque a veces la espera de algún titulo que merezca la pena, se hace larga, uno siempre tiene la esperanza que entre las editoriales que publican asiduamente cómic europeo en nuestro país, aparezca alguna joyita. Por eso, nunca me cansaré de deciros que como mínimo vuestro ojito derecho debe estar puesto siempre-siempre en Ponent Mon; editorial gracias a la cual (por-ejemplo-por-ejemplo) podemos acceder a joyitas de la BD como Apache Junction, Simón del Río o el glorioso integral de Manos Kelly. La misma editorial que alcanza el podio del aficionado al comenzar a publicar volúmenes del maestro Serpieri como Las Reglas del Oeste, Lakota, La India Blanca y otras historias de mujeres o este magnífico volumen de relatos que os traigo hoy llamado Pieles Rojas.

Y es que con Pieles Rojas se contribuye a los inicios del autor italiano. Los nuevos amantes del cómic pueden no saber que antes de hacer Ciencia Ficción y dibujar buenas nalgas femeninas (¡Cómo en Druuna!), Paolo Serpieri comenzó de forma inteligente con lo que molaba en el momento; haciendo relatos cortos del Oeste en formato viñeta. Sus primeros trabajos, gracias a Ponent Mon, ahora recuperados de la legendaria publicación italiana Mosquito. Con todo lo ideal para abstraerse en esa visión casi antropológica de la cultura nativa americana.

Cheyennes, pawnees… Lejanas estepas de color amarillento y amarronado donde cuervos carroñeros sondean tribus que recorren el sendero, la cuenca del río Plateado en las actuales Nebraska y Kansas. Auténticas tribus repletas de historias sugerentes que contar, llamativas y con trasfondo. Tramas que narrar, siempre vestidos con su indumentaria gobernada de pieles de animales y plumas con los más diversos tonos de ocultación. Historias de estos hombres curtidos en el dolor, entre los susurros de atardeceres bajo la sombra de las Rocosas, aventuras que Serpieri muestra  de forma bastante realista y que vieran la luz a finales de los años 70.

En Pieles Rojas descubrimos así al indio que con desazón está tratando de conformarse con la llegada a sus tierras de la cultura blanca. El indio místico, el indio en guerra que es cauto y preserva su juego, y por supuesto, aquellos trabajos duros que conllevaba la trashumancia entre bisontes y pieles rojas. Historias que no brillan por la percusión de sus escenarios, Serpieri siempre fue más de acercarnos a los personajes en demasía, a sus interiores, haciéndose principalmente descriptivo con sus moralidades a través de bocadillos de pensamiento y cajas narrativas. ¿Qué les preocupa¿ ¿Qué les incita a seguir hacia delante? ¿Tienen mucho que perder? Todo en una vena muy cercana a lo que hacía Giraud, Manara o Boucq.

En este genial recopilatorio se aprovecha además, la llegada a su fin del siglo XIX, cuando en América del Norte dos grandes civilizaciones se enfrentaban a muerte. Así se cierra un volumen que tiene como objetivo un apasionante viaje al Lejano Oeste, el cuarto de una cuatrilogía de autor podríamos decir, ese mismo que sabía reflejar como pocos, dichos momentos de supervivencia casi diaria. Para saber más. Destinos inevitables y otros lances del destino que muy pocos esperan. La vida misma pero atractiva en lo que se refiere a viejas historias de frontera. Como amante de la originalidad, para mí brillan. Historias cortas de las que hablar poco, es contar demasiado. Joyas muy destacables en este tomo como De cómo se convirtió en bandido Cola de Zorro, El Sortilegio del Espíritu de las Aguas y la inmersiva Takuat. Si aún no lo habéis notado, os adelanto que para mí Serpieri, es uno de los más grandes ilustradores que ha parido el Viejo Continente. Paolo Eleuteri Serpieri (1944), un guionista e ilustrador de cómics italiano, de todos conocido por sus trabajos de representaciones muy detalladas.

Ahora casi que descanso a gusto. O no. Por que uno siempre quiere más. Más de lo bueno. Lakota, La India Blanca y otras historias de mujeres y Las Reglas del Oeste son genialidades que ya se encuentran en mi cómicteca en lugar destacable. Pieles Rojas se les une con los abrazos abiertos. Serpieri enmarcando perfectamente escenas detalladas y documentadas. Su tinta negra profunda como modelo de equilibrio, tanto en términos de decoración cercana como de personajes expresivos y disfrazados. Su cese de los cómics por razones médicas es una gran pérdida para el noveno arte. Mucha fuerza, maestro italiano.

Reseña: Las Sombras de Constantinopla, de Jean-Pierre Pécau, Fred Duval, Yana e Igor Kordey

Uno más de este serial indispensable de cómic europeo para todo amante del género histórico. Jour-J (Día D) son una serie de álbumes de la BD donde cada titulo es una ucronía. Tratan un tema, argumento o hecho histórico, enfocado desde el punto de vista de otra alternativa a lo que realmente ocurrió. La ucronía especula sobre realidades alternativas ficticias en las cuales los hechos se han desarrollado de diferente forma de cómo los conocemos. Esa línea histórica se desarrolla a partir de un evento histórico extensamente conocido, significativo o relevante, en el ámbito universal o regional. Para que nos entendamos, ¿sabéis de esos famosos What If… de cómic americano? Pues con temas históricos reales.

De treinta y nueve álbumes cuenta esta colección, más algunos integrales que unen títulos. Un serie que emprendió tan atractivas ideas allá por el 2010 y que llega casi a nuestros días. Como siempre, ando recomendando una indispensable editorial de cómic europeo como es Ponent Mon. Simplemente, por que tiene el detalle de traernos del otro lado de los Pirineos, obras muy guapas y traducirlas al idioma de Cervantes, el tuyo, el mío… Títulos que de otra forma difícilmente leeríamos. En especial, la serie Jour-J, cómics que se pueden leer de forma independiente pese a estar enmarcados en su país de origen dentro de una colección. Y que Ponent Mon tiene el detalle de juntar aquí en un mismo volumen, componiendo tramas por temática, por así decirlo.

La Sombras de Constantinopla viene así en formato díptico. Dos cómics que Jour-J fueron editadas en los álbumes #27 y #36. Donde nos trasladamos a 1453, a esos últimos momentos del Imperio Bizantino, en el que los turcos asedian Constantinopla, la ciudad nunca conquistada. Una batalla final que esta vez quizás solo se salve con la intervención de los ejércitos cristianos de la Vieja Europa. Una lectura que se disfruta bastante al encontrar al personaje histórico, loco y terriblemente inteligente como fue Vlad The Dracul III (inspiración de Drácula). Una trama tan beligerante como absorbente donde descubrir la maldad humana en sus más altas cotas con Bizancio y los ejércitos otomanos como protagonistas. Así como la rivalidad fratricida entre la religión ortodoxa querida por Basileo y el catolicismo de las comunas italianas subordinadas al Papa de Roma. Una batalla despiadada por defender una ciudad. Un inmenso bastión. Con una terrible máxima en el aire como bien cuenta la sinopsis editorial: «A fuerza de luchar contra el tigre, ¿no se convierte uno en tigre?».

Todo el Oro de Constantinopla es el segundo titulo incluido. Se continúa de algún modo la trama sobre las ruinas del campamento turco devastado (friends, lo siento, el tema histórico es cultura, nunca spoiler), con Iskander y Vlad Tepes avanzando a pie entre ruinas y cadáveres destrozados para el deleite de aves carroñeras. De pronto, se topan con una terrible situación, en unas tiendas turcas, tres soldados mantienen a una niña en vilo para proteger sus miserables vidas y salvar su gracia. Pero Vlad Drakul no es muy dado a otorgar gracia a nadie…

En la ucronía propuesta por Jean-Pierre Pécau y Fred Duval, una vez más se mantiene un ritmo trepidante. Aunque en esta ocasión los cambios en el marco temporal son mínimos con un desarrollo espectacular. Ofreciéndonos una historia totalmente amoral, sangrienta y violenta como bien pudo ser realmente este periodo. La asistencia al dibujo de Yana, de Igor Kordey, no me pareció tan bueno como se preveía. Esperaba algo más impactante para un segundo álbum, después del listón tan alto de Las Sombras de Constantinopla. Pese a estos detalles, tenemos una buena variante del mito de Drácula, con un Vlad Tepes atractivo, fílmico e imponente, comandando sus tropas frente a una muchedumbre de anti-cristos para la fe católica.

Reseña: La Misión de Alou (Una Maternidad Roja), de Christian Lax

Lo que es querer leer un cómic sólo por su portada… Ponent Mon va sacando títulos y títulos a cual más interesante. De los que sabes que caerás en más de uno como buen amante del cómic europeo. La Misión de Alou (Una Maternidad Roja) me atrajo por portada, titulo y argumento. En ese orden. Aunque es cierto que de ese modo lo fui descubriendo. Y una maravilla de disfrute visual con cada página, oye. Christian Lax es un virtuoso. Además de relatar el viaje de los emigrantes desde un ángulo inusual, nos ofrece enriquecer nuestra visión de los dramas experimentados por sus personajes, así como un precioso mensaje de humanidad.

La Misión de Alou (Una Maternidad Roja), cuenta una dura pero bonita historia versada en el amor al arte. Nos trasladamos al Sudán francés (actualmente Mali), septiembre de 1960, cuando el país es desposeído y saqueado de sus obras artísticas. Donde una de sus curiosas obras terminará por llegar al Museo del Louvre, sí, pero la trama principal nos hace viajar a la primavera de 2014 cuando Alou, un joven maliense recolector de miel, se dirige hacia las colmenas silvestres de un baobab en el momento en que unos yihadistas armados hasta los dientes lo amenazan y hacen explotar el árbol sagrado. Entre los restos, Alou descubre una estatuilla de madera casi intacta que representa una mujer embarazada. Desde ese momento, y tras los consejos sabios de su padre, asegurar su seguridad en Francia para que no sea destruida por islamistas fanáticos que no apoyan el arte y las huellas del pasado, será su principal deber. Alou, incitado a salvaguardar el patrimonio y arte Dogon, pondrá su vida en peligro en ese duro camino que le lleva a atravesar dos continentes con islamistas pisándole los talones.

Estamos ante otro magnífico álbum para el deleite de los que amamos por encima de todo, el noveno arte y las historias de superación. Un maravilloso álbum en duotono con magníficas vistas de Mali, pasajes alternos donde el dibujo toma la palabra y hermosos diálogos con los siguientes temas: el arte Dogon, un pueblo perseguido desde el inicio de los tiempos, un lugar venerado y dedicado al arte primario, inmigrantes y un largo viaje lleno de trampas, incluso una vez pisado suelo europeo. Como decía, con esa paleta de colores en duotono que magistralmente trasladan al lector escenas africanas, en ocasiones, se sienten los colores y el calor a través de las viñetas. Christian Lax nos lleva de Mali a París, al Louvre, en una historia que plasma con mucha sensibilidad a personajes, algunos poseedores de una gran humanidad, otros, de una impertinente forma de ver el mundo. Salvar una obra de arte del siglo XIV debería ser prioridad, no sólo para un ser humano que se precie, sino para todos esos gobiernos que proclaman cantidad de mentiras a los cuatro vientos.

Como anécdota, y así lo asegura la editorial, decir que La Misión de Alou (Una Maternidad Roja) es un cómic realizado en el marco de la asociación Futuropolis – Ediciones del Museo del Louvre –, que pretende llevar nuestros pasos hacia el Pavillon des Sessions, dedicado a las artes primitivas. Un álbum que forma parte de la colección de Musée du Louvre Éditions. Un volumen que plantea en sí mismo, una poderosa reflexión.