Reseña: El Gaucho, de Hugo Pratt y Milo Manara

Si el otro día os decía lo indispensable que era leer la obra de Hugo Pratt, ¿qué os debería decir ahora si os cuento que existe una obra llamada El Gaucho y que ahora reedita Norma Editorial en un sendo integral a color, donde el maestro italiano se junta con otro grande como es Milo Manara? Juntos pero no revueltos para una obra que casi al momento de publicarse ya se marcó de cómic clásico de referencia. Y bueno, estaba claro que la asociación de estos dos grandes solo podía dar buenos resultados. Pratt, a quien conocemos por nuestro amigo Corto Maltés, mi nuevo héroe favorito (https://www.cronicasliterarias.es/?p=6143), y Manara por sus heroínas ultra eróticas (Mmmmmm… uff); se reunieron para El Gaucho donde nos cuentan una historia que versa por un amor que está maldito. Tened la seguridad de que no estamos ante ninguna «flor azul», El Gaucho goza más bien de una atmósfera entre el horror humano y el erotismo, todo, en un contexto de colonialismo y genocidio. Una historia tan real como dura, donde me gusta mucho como trata la línea clara el señor Manara, que mejora y refina los gráficos de sus personajes y también los decorados en esta obra maravillosa donde las mujeres son surrealistas en belleza. Una obra que en color gana bastante.

Por otro lado, el escenario es puro Hugo Pratt. Una historia de aventuras, de un aventurero de esos con los que las chicas de antes soñaban y por el cual los chicos sentimos emoción. El escenario es evocador. Nos embarcamos en una historia raramente mencionada en cómics, a saber, la conquista por parte de los ingleses de tierras argentinas en Sudamérica. Por mi parte, poco sabía al respecto, salvo el episodio de la Guerra de Malvinas, muchísimos años después. Pero lo que se cuenta en El Gaucho, si cuenta con alguna referencia verídica, demuestra ya lo mal que se llevan estos dos pueblos en el siglo XIX, durante la lucha por la independencia de las colonias españolas en latinoamérica. Donde la hermosa y sensual Molly Malone se ve inmersa en una irrefrenable y destructiva tormenta y en un Nuevo Mundo que no es otra cosa que un lugar despiadado, un escenario turbulento en el que se mezclará el amor, el sexo, la pasión, la codicia y la lucha por sobrevivir. El escenario de Pratt es tan bueno como diferente. La parte de la historia que sirve de marco es tan fluida como cualquiera de sus producciones en Corto Maltés. Eso si, con un comienzo de la historia que descoloca (no entendí el vínculo entre el comienzo de la historia donde un anciano blanco convertido en indio cuenta su vida y el final de la misma).

Pero la historia está llena de giros y vueltas y tiene un carácter histórico indiscutible donde descubrimos que los ingleses intentaron invadir Argentina para arrebatársela a los españoles a principios de 1800. Estos ingleses siempre han sido unos piratas para todo y por mucho que intenten manchar nuestro nombre, no nos llegan ni a las suelas de los zapatos… En fin. Un episodio más de lo ladrones que son y esto Pratt y Manara lo cuentan muy bien en El Gaucho. Donde en medio de este alboroto, hay una verdadera historia de amor entre un joven inglés llamado Tom Browne y una prostituta irlandesa llamada Molly Malone, la cual ha sido entregada a los oficiales de la flota. Es de esas historias que cuando terminas, lamentas que haya terminado. Una muy buena señal para un álbum que tiene más de ciento veinte páginas y que comprende un volumen único.

El diseño es realmente magnífico e impecablemente fluido. Realmente se siente el estar en mitad del río Negro con La Pampa de fondo y ver tipo de esclavitud que se promovía con el asesinato en masa de los nativos y tribus argentinas. Pero eso sería un resumen marginal de la trama que mueve este cómic, porque hay más detrás. Una historia que te lleva a un cruce de sentimientos importante.

Milo Manara ilustra un magistral guion de Hugo Pratt. Una de las obras más memorables de dos genios revolucionarios del noveno arte. Déjate llevar por el viaje.

Reseña: La Balada del Soldado Odawaa, de Cédric Apikian, Rossi y Walter

La Balada del Soldado Odawaa que publica Norma Editorial es un cómic que marca como hierro candente. Nos sumergimos en el campo de batalla de la Primera Guerra Mundial, ya sabéis; trincheras, ruinas y muertos por doquier. Desolación hasta donde alcanza la vista. Esta historia me recordó algo que había olvidado: los nativos americanos canadienses participaron en esta carnicería humana. Y viendo el titulo ahora quizás entendáis muchas cosas. Un álbum en el que uno se sumerge inmediatamente en la dura (y la palabra es débil) realidad de la guerra. Escenario cautivador, pero no innovador a pesar de algunas buenas ideas. Como bien se anuncia, estamos ante un cómic bélico que tiene un sabor fuerte a western.

Leyendo La Balada del Soldado Odawaa me vino a la mente lo que me dijo una vez un amigo con el que charlo de cómic europeo por la red constantemente y que ahora vive/disfruta de la vida en el país galo. Dijo: «Si vienes, nos damos una vuelta por Pas-de-Calais (El Paso de Calais). Te invito a que vengas y descubras el Memorial Vimy, que rinde homenaje a los soldados canadienses que murieron y desaparecieron durante la Gran Guerra. Más de once mil nombres registrados. Y es que estamos ante una historia que al poco se vuelve apasionante. Buen ritmo, giros que la energizan (hasta las últimas revelaciones). Además de los guiños a Sergio Leone y al western en general, me pareció curioso encontrar algunas alusiones a Hitler. Como si el Mal ya se estuviera fraguando.

Pero la historia se centra en un tipo occidental que se podría categorizar de maldito en el entorno de la Primera Guerra Mundial. Algo extraordinario a mis ojos. Mola de algún modo pues siempre he pensado que la Gran Guerra fue un portentoso enfrentamiento con diversos escenarios. Tened en cuenta que se venía de una larga época de esplendor, que eso hacía que varios gobiernos se creyeran súper poderosos, lo que deparó en que se pensara que la guerra duraría muy poco. Pensad en un poderoso equipo de fútbol que va a jugar contra uno humilde de pueblo y se vanagloria de que todo será un paseo… ¿Durará poco y será fácil? Más de treinta millones de muertos (¡Millones!) en cuatro años. Un escenario donde se prueban nuevas armas sin pensar para nada en la moralidad del ser humano. Incluso se llegan a ver cargas de caballería enfrentándose a elementos motorizados. Todo muy steam-punk, ¿no? Y La Balada del Soldado Odawaa sigue de algún modo el mismo camino pues, un capitán del contingente canadiense, desplegado en suelo francés, formando comando con francotiradores amerindios… Violencia humana a raudales sembrando el pánico en las líneas enemigas.

El diseño y las escenas son deslumbrantes con realismo y verdad y retransmiten perfectamente los estados de ánimo de los soldados durante este período. Un álbum tremendamente bien labrado con la calidad a la que nos tiene acostumbrados Norma Editorial. Todo para desarrollar una historia cautivadora que incluso el guionista Cédric Apikian reconoce en la introducción como fuente de inspiración con la búsqueda del tesoro que Sergio Leone nunca negó. Algunos me entenderéis (Desenterrando Sad Hill).

El dibujo de Rossi también muy chulo al igual que los colores que aporta Walter; dan preferencia a los oscuros con una perfección alucinante y encajan en una narrativa sombría y retorcida. Una mezcla original de géneros, una batalla en las trincheras, muertes en la parte trasera del frente, saqueadores rateros y aprovechados de la vida pero de los que habría que verse en su situación…

En febrero de 1915, una pequeña tropa de soldados alemanes bajo las órdenes del comandante Von Schaffner recorrió la campiña francesa para saquear y robar todo lo que quisieran. El ejército francés le pide al capitán canadiense Ernest Keating que envíe su tropa de élite para solucionar el problema.

Excelente película.

Reseña: Corto Maltés. La Casa Dorada de Samarcanda, de Hugo Pratt

Cuando leí el primer cómic de Corto Maltés, una de las cosas que recuerdo es, el prometer hacerme con toda la colección. Esto figuraba tener que buscar títulos en librerías y mercadillos de segunda mano. No obstante, a poco que investigues, rápidamente te das cuenta que Norma Editorial, en realidad, siempre lo tiene catálogo. O al menos por entonces empezaron a salir los títulos de la serie y cada uno en diferentes formatos; blanco y negro y color. Fue toda una alegría. Lo que digo siempre y lo que tanto requiero a editoriales. La oportunidad a un paso. Lo mejor de lo mejor siempre en stock debería ser siempre una cláusula indispensable en la producción y edición de obras literarias. Es de lógica. Y Corto Maltés es, sin duda, una obra indispensable para cualquier lector de cómics que se precie. Por eso es de rigor que sus álbumes sigan publicándose casi de forma mensual. Que sehaga, es siempre-siempre una buena noticia. Leer guiones tan buenos casi como si fuesen una novedad es algo que pone y mucho.

La Casa Dorada de Samarcanda es la vigésimo sexta aventura de Corto Maltés creada por el maestro italiano Hugo Pratt. Una historia que abarca un largo periodo de tiempo pues comienza en diciembre de 1921 en Rodas y termina en septiembre de 1922 en la frontera entre Afganistán e India. Una trama con cantidad de viajes por el Medio Oriente, entre países exóticos donde la muerte ronda casi cada viñeta donde encontramos olores diferentes, licores de colores extraños o una cama sugerente donde reposar o retozar. Como siempre cantidad de personajes transitan por esta aventura de Corto que es, sin duda, otra indispensable. Tiene de todo. Diría incluso que te enseña mundo. Acumula giros y vueltas al más puro estilo aventura clásica mientras despoja el argumento de su carácter convencional, pues casi todos los misterios generalmente se resuelven en el acto. Pero me pareció muy curioso ver que en esta aventura Corto Maltés está más perdido que en álbumes anteriores. Es objeto de múltiples cargas irónicas por parte de Pratt, quien lo retrata lleno de incomprensión frente a la miríada de personajes secundarios que van apareciendo. Como si el autor estuviese molesto con él por alguna razón y hubiese decidido hacérselo pagar. Lo pone a veces incluso como compañero no digno usando drogas cuando no toca. Una aventura por momentos bastante onírica.

En La Casa Dorada de Samarcanda, Corto busca el tesoro del rey persa Ciro II que fue escondido por Alejandro Magno siglos atrás. Eso por un lado, pero esto a la vez le sirve como pretexto para intentar liberar al prisionero Rasputín de donde se encuentra encerrado. Para ello, atraviesa tres estados emergentes y en eterno conflicto como son la República Turca, la Unión Soviética y el Irán, de Reza Pahlavi. Recordemos que al final de Fábula de Venecia (https://www.cronicasliterarias.es/?p=6143), Corto Maltés cruzó el umbral de un patio secreto en Venecia para entrar en otra historia. Las cúpulas de San Marcos, todavía presentes en su mente, confunden sus primeros pensamientos mientras se encuentra en los muelles del puerto de Rodas, Grecia… Volviendo a la conciencia, inmediatamente se pone en marcha en busca de un manuscrito que ha descubierto que existe, mientras lee las notas del barón Corvo. Así se entera de que el escritor Edward Trelawnay habría escondido los recuerdos de su amigo Lord Byron «bajo la luna de la mezquita de Kawakly». Después de encontrar el manuscrito, es detenido por un individuo que lo toma por un tal Timur Chevket. Sus negaciones son inútiles, porque el parecido es tal que no da a lugar a ninguna negación. Por lo tanto, es llevado a una reunión de un movimiento nacionalista donde hace tiempo se espera a este tal Chevket. El comandante Bahiar dice que el general Enver Pasha, derrocado por Kemal, que se ha convertido en presidente de Turquía, quiere vengarse. Para ganar el poder, rompió con los bolcheviques y se unió a los musulmanes anticomunistas. Chevket (Corto) debe ir a buscarlo a Bahiar en Adana (Turquía), antes de partir con ellos hacia Turquestán. Pero al salir de la reunión, Corto piensa en una sola cosa: desaparecer lo antes posible. Y es que alojado con su amiga Cassandre, ella le advierte que corre un gran peligro. Por la noche, estudia el mapa y el manuscrito encontrado, que lo pone en la pista del tesoro escondido por Alejandro Magno en Asia Central y se larga.

Según Hugo Pratt, no es Corto el personaje principal de esta historia sino Rasputín. Por lo tanto, su liberación es el objeto de la búsqueda de Corto, quien desea salvar a su amigo encarcelado de una sentencia de muerte. Estamos ante un álbum que fue analizado incluso en programas de TV franceses porque sigue de una forma muy visual la antigua Ruta de la Seda. Evoca el nombre de Samarcanda, ciudad uzbeka que fue un paso importante de esta ruta, y así tenemos delante una ocasión ideal para ver a un héroe atravesar cantidad de países mientras descubre una fuerte diversidad étnica y religiosa.

Un cómic fascinante.

Reseña: 11 de Septiembre de 2001. El Día que Cambió el Mundo, de Baptiste Bouthier y Héloïse Chochois

Para un día como hoy pega una reseña como ésta. Una que trata el aniversario del famoso 11-S que sacudió al mundo en 2001. Yo estuve allí en la medida de ser persona consciente de lo que estaba sucediendo por momentos a través de los noticiarios españoles. Ya había nacido, no era un bebé, ni siquiera un adolescente. Sufrí el miedo que desprendía casi cada canal de TV que emitía el atentado en nuestras horas de almuerzo; primeras horas de la mañana en Manhattan (Nueva York). Como amante de la ciudad que nunca duerme, y unos cuatros años antes de visitarla por primera vez, viví el miedo. Escenas, rostros, situaciones que recordaban a esas películas de catástrofes en las que los protagonistas visualizan un ataque al mundo por parte de extraterrestres. Fue nuestro fin del mundo. La gente corriendo por las amplias avenidas de Manhattan sufriendo DE VERDAD. Eso sin contar las noticias que iban llegando del secuestro de otros aviones en diferentes puntos del país y que presagiaban algo mucho peor…

Cada persona consciente de la situación vivió el miedo. Entiendo que no, pero si por casualidad algún lector de Desde New York – Crónicas Literarias no sabe muy bien de qué estamos hablando, aporto una parte de la sinopsis de Norma Editorial que hace un buen resumen:

«Nueva York, 11 de septiembre de 2001. Dos aviones se estrellan contra las Torres Gemelas en Manhattan las denominadas World Trade Center. Un atentado sobrecogedor que se atribuyó la organización terrorista Al Qaeda que tenía como líder a un famoso talibán llamado Bin Laden. Se cobró casi 3000 muertos. Terrorismo global, Irak en el punto de mira, Guantánamo, vigilancia masiva en aeropuertos y fronteras, Afganistán, el Estado Islámico…».

En el cómic 11 de Septiembre de 2001: El Día que Cambió el Mundo descubriremos una historia más con el atentado como fondo. Una historia más de las muchas para las que ha dado esta catástrofe que hoy mismo celebra aniversario. Veinte años ya, madre mía, de esta locura. Cómic europeo donde los franceses Baptiste Bouthier y Héloïse Chochois revisan los hechos a través de la vida de una chica llamada Juliette. Un volumen en cuya portada hay un edificio consumido por las llamas y justo al lado la sombra amenazadora de un avión acercándose a un segundo edificio… Una foto, la ilustración de un segundo que ha quedado marcado en nuestras consciencias. Pues ahora, veinte años después de los atentados del World Trade Center, recuerdos e imágenes de lo sucedido, a poco que te pares a pensar, siguen muy vivos. Y ya desde las primeras páginas del cómic, Baptiste Bouthier y Héloïse Chochois, hablan de un hecho al que todo el mundo hace referencia cuando este tema sale a debate. Es decir, hablar sobre «dónde estaba cada uno y qué estaba haciendo cuando la tragedia se dió». Pero vamos a lo que vamos.

Desde el principio, descubrimos a Juliette. Es septiembre de 2021 (¡Más actual imposible!) y está a punto de abordar un vuelo a Nueva York para ir a ver a su prima. Allí, en el avión, todo se remonta al día en que como dice el título «el mundo se puso patas arriba». Un espectáculo hipnótico, un momento de desconcierto e incomprensión, a través de este personaje, adolescente en el momento de los hechos, con la cual seguimos el transcurso del día, cuidadosamente documentado y compartido entre el viejo y el nuevo continente.

Pero hay más. Por un lado, el punto de vista de un estudiante universitario francés, recordando el impacto mundial de esta tragedia. Por otro, el horror vivido en el lugar, a la sombra de las dos torres, todo retransmitido en pantallas de todo el mundo: la bola de fuego y el humo negro que se eleva en el cielo, los cuerpos que saltan al vacío. las llamas, el derrumbe de las Torres Gemelas, la nube de humo que recorre la ciudad, el miedo y el pánico que se apoderan de las calles… Todo, mientras que en esta niña de catorce años, este espectáculo hipnótico provoca un momento de desconcierto e incomprensión -compartido por adultos igual de perdidos- en toda Nueva York. Y el mundo quieto. Apenas se moviliza por el susto. Pero un cómic algo coral que se detiene brevemente en varios destinos: el de Brian Clark, uno de los cuatro supervivientes que se encontraban por encima del punto de impacto de la Torre Sur, Joseph Pfeifer y Frank Campagna (bomberos) y Suzanne Plunkett, fotógrafa de prensa que realizará una de las tomas más famosas de los hechos.

11 de Septiembre de 2001: El Día que Cambió el Mundo es interesante y pedagógico. Publicado antes de la retirada de las tropas estadounidenses en Kabul hace unas semanas. Lo que explica bien los riesgos de la intervención USA en este país. Echádle un ojo.

Reseña: La Estrella del Desierto (Integral 1), de Stephen Desberg y Enrico Marini

La Estrella del Desierto es (en mi opinión, por supuesto) la obra visual más hermosa de Enrico Marini. Pasé dos tardes maravillosas leyendo este primer integral…, los dos primeros capítulos de la trama. Una historia que deleita cual buena peli del Oeste. Y dos tardes porque decidí extender el tiempo de disfrute, de gusto y regusto. Alargar el sabor del manjar que tenía entre manos. Se daba todo: buen cómic europeo, western, acción y tiros por doquier tras una buena trama. Os puedo decir que ha pasado bastante tiempo desde que leí un western de esta calidad. Cuando hablo de calidad pienso obviamente en el dibujo endiabladamente bueno de Marini que en mi opinión con esta serie ha alcanzado la casi perfección gráfica. Por decir que no existe la perfección al cien por cien… No obstante, conviene recordar que La Estrella del Desierto no es solo un cómic con un diseño suntuoso sino que también es una historia con un escenario seductor, que posiblemente es obvia y clásica; pero que nunca deja de gustarme. Y es que Stephen Desberg utiliza todos los códigos típicos del western y los ejecuta bien. Incorpora una historia de venganza y esto nos brinda un thriller ambientado durante la conquista de Occidente por parte de los «nuevos americanos». Además, da la sensación que el guionista se ha documentado enormemente bien para darnos de manera magistral, ese ambiente tan especial que reinaba en aquellos años. Fue toda una epopeya hacer aquella travesía por parte de las empresas ferroviarias que querían llegar al Pacífico.

¿Y qué más se puede pedir sino que esté bien hecho, un cómic que se lee con tanto placer? Lo único que no me gustó es que Marini nos puso un protagonista de rostro muy parecido a cierto actor tan famoso. Cuyo nombre no mencionaré. Más que nada porque nunca asocio a ese actor con una peli del Oeste y bueno, siempre cabe que algún afortunado no lo vea claro y así no le corta el rollo. Pero por lo demás el cómic está de lujo. Nos trasladamos a Washington en 1870. Un hombre de edad avanzada llamado Mathew Montgomery es funcionario en el Ministerio de Defensa. Tiene esposa, hija, amante…, todo lo que uno puede obtener en un alto cargo. Pero tras el asesinato y violación de su mujer e hija…, su perfil cambia. Abandona todo su mundo para seguir la pista del asesino, el cual dejó un extraño simbolo indio grabado con un cuchillo en el púlpito de sus seres queridos…

La Estrella del Desierto es una historia íntima. De una íntima venganza. La América de Occidente aquí solo un escenario grandioso en el que un hombre busca sentido a su vida, si es que ya queda tiempo para ello. Al principio, la violencia -exceptuando la tragedia- está cotenida pero luego…, se desata la ira, la locura de una búsqueda que llevará al protagonista a Topeka, a la llamada antecámara del infierno. Busca venganza contra los asesinos de su mujer e hija. Y luego la conmoción. Pues atrapado en un torbellino de salvajismo y macabra realidad, Matt Montgomery muestra al mundo lo que de verdad lleva dentro. Lo que yo diría que muchos de nosotros llevamos dentro y nunca nos queremos ver en ese papel.

El personaje evoluciona de una forma soberbia. Evoluciona, comprende y descubre una América desconocida y salvaje, y con ello un pueblo y un universo que nadie imagina que esté a un paso. Desberg captura el género a la perfección. Los códigos del western están ahí, y bien organizados. La narración es fluida y rítmica, la acción perfectamente equilibrada; la trama es ciertamente clásica, con una oscura historia de venganza, pero perfectamente dominada. El guión nos mantiene avanzando, y eso que aún me queda por leer el siguiente integral que resolverá muchas cosas… entiendo. Ganas tremendas que Norma Editorial lo publique. Revelaciones en el capítulo 3 y 4 se necesitan. Pero la verdadera ventaja la aporta el increíble universo gráfico que Marini diseña para ofrecernos de forma visual dicho mundo, entorno, época… Se trabaja admirablemente la decoración, los colores, los personajes, el encuadre y la atmósfera. El paso de las viñetas muestran también una evolución. La interpretación de este mundo de pioneros sin ley rodeado de amplios espacios abiertos es bastante notable. La Estrella del Desierto es un verdadero cómic del Oeste. Es un western crepuscular de muy alta gama que recuerda en sensaciones a la Sin Perdón, de Clint Eastwood. Un clásico cuento de venganza que mola y que reúne a dos autores en su mejor momento.

Siempre se ha dicho que las mejores aventuras se escriben en el Viejo Continente, ¿no? Este es un ejemplo.

Reseña: Libertalia, de Rudi Miel, Fabienne Pigière y Paolo Grella

En veranito, no digáis que no pega una de piratas. Apetece, sobre todo, cuando tienes frente a ti al Gran Azul y su constante oleaje. Para colmo, me inspira muchísimo el lugar onde me encuentro pues un par de kilómetros mar adentro, se ve desde la orilla los restos de un barco semi-derruido que lucha cada día, cada hora y cada minuto por no bajarse al fonde a morir. Son los restos de un pequeño buque granelero que traía arroz al pueblo en el pasado siglo y encalló por esa zona. Nunca más pudieron sacarlo de ahí. Desde entonces, y ahora, lo utilizan algunos pescadores como fondeadero para trincar ciertos moluscos que se apegan a la base, proa, popa, a todas y cada una de las zonas pues se podría decir que es uno de los baluartes de moda entre cierto pequeñezuelos marítimos. Por lo que es un reclamo alimenticio y no solo hablo del ser humano. Dicen que por lél se inventó el dicho: Más lento que el barco del arroz…, que traía comida al pueblo en malos años y nunca llegó. En fin, que me voy por la barandilla. Que en sitios así dan unas ganas tremendas de leer una buena historia de piratas. Eso quiero decir. Y di con un precioso cómic europeo que recién publica Norma Editorial. Donde encontré, sin duda, mi «barco del arroz». Un titulo con una pinta tremenda tanto por dentro como por fuera. Libertalia, un nombre que evoca alta mar, navegantes y pirateo por lo cuatro costados. Y más ahora que sus tres álbumes se recogen en un integral.

Una utopía pirata, una ciudad de hombres libres, así se denomina Libertalia, pues la idea surge nada más y nada menos que del propio Daniel Defoe, autor de Robinson Crusoe, el cual, en uno de sus escritos, habla de una colonia, un paraíso libertario fundado por piratas y Defoe lo situó cerca de Madagascar a principios del siglo XVIII. O quizás fuera la propia isla. Pero ahora los guionistas Rudi Miel, Fabienne Pigière y el ilustrador Paolo Grella van a trasladarnos a ella, y a la locura de un caballero francés destrozado, Misson, y de un sacerdote italiano desaliñado llamado Carracioli, ambos luchando contra los esplendores de la Iglesia.

Pero ¿existió realmente esta colonia pirata? ¿O nació, como muchos defienden, de la imaginación de Defoe y el sueño de muchos? Dicha mítica colonia en la que los piratas crearon una sociedad de justos e iguales, sí que existe en Libertalia, donde la podremos conocer muy bien desde dentro. Es la ciudad utópica por excelencia, la oscuridad y la luz chocan en una lucha a muerte, sin vencedores, ni vencidos. La trama de este cómic se centra en la historia de un caballero francés y su amigo, un sacerdote que incumplió las Sagradas Órdenes; mas, se puede decir que realmente es una recopilación de los sucesos acaecidos a la tripulación de un barco…, al menos, al principio. Todo centrado en dos personajes que se llegan a desarrollar más que otros. Una ciudad libertaria fundada por piratas, con un caballero francés venido a menos y un sacerdote como compañero de dramas. Pero en esencia, un joven noble perseguido por sublevarse y disparar contra un vizconde que traficaba con esclavos y los torturaba y un cura que se opone a los abusos de la Iglesia contra los más pobres. Ambos se embarcan (nunca mejor dicho) en una historia que los llevará a las Indias Occidentales para fundar una ciudad de ensueño.

O eso desean.

Entre piratería, aventura y reflejos que presagian el Siglo de las Luces, Fabienne Pigière y Rudi Miel nos hacen viajar más rápido que el viento, sobre todo, en el primer álbum. No hay tiempo para aburrirse en Triunfo o Muerte. Parece que los autores tienen mucho que contar y así empiezan, de este modo, se esbozan rápidamente las motivaciones de los dos personajes principales para sumergir rápidamente al lector en la acción. De este lado, las batallas, las batallas navales, los encuentros con nativos amenazadores, se suceden a ritmo frenético. Acompañados de la presentación del «villano de servicio», el innoble Dalbarade. Pero si eres capaz de abstraerte un poco del alto ritmo, verás que también hay tiempo para la aclimatación a dicho mundo, a dicho siglo, a un entorno exótico donde la humedad se vuelve agobiante… Genial inicio.

¿Libertalia nació en 1697, en Madagascar, de la imaginación de Daniel Defoe o de la locura de dos hombres rompiendo con su tiempo? Esa es la premisa que se mueve en el segundo álbum de este tríptico que se llama Las Murallas del Edén. El Edén de Misson y Caraccioli que se va construyendo poco a poco. Ambos hombres ven sus ideales materializados en un modelo de sociedad igualitaria. Pero no están solos en la isla. Además, la pereza natural de algunos, la violencia de otros y el resurgimiento de los viejos hábitos están minando gradualmente el funcionamiento de la colonia. A todo esto hay que sumar la amenaza externa personificada en el corsario Dalbarade que es porculero como pocos.

Cierra Los Caminos del Infierno. Donde su titulo es más que obvio para describir como hay que luchar por algo, duramente, si no quieres que se vaya a pique. Aunque ciertas cosas, en esta vida, son inevitables.

El dibujo de Paolo Grella es particularmente atractivo. Inspirado en los grandes de la época dorada del cómic italiano, también evoca a veces el del discreto René Follet. La elección de sus colores, cosa del pasado, puede sorprender. Pero en conjunto, llevado por un corte muy dinámico, encontramos un dibujo muy efectivo, tanto que despertó mi curiosidad por buscar más trabajos de este diseñador.

Una gloriosa vuelta al género filibustero.

Reseña: Las Ciudades Oscuras. El Archivista, de Benoît Peeters y François Schuiten

¡Ah, El Archivista! Me está encantando tanto Las Ciudades Oscuras que este álbum no iba a pasar desapercibido. Del que no podía prescindir, pues siempre está la opción de que oculte información sobre el Continente Oscuro… Y sí, una vez que te hayas embarcado en Las Ciudades Oscuras, sabrás a qué me refiero. Solo podrás ceder a la atracción. Como Isidore Louis, nuestro archivista favorito, de esta genial serie de cómic europeo que está publicando Norma Editorial con gran éxito de ventas.

Pero si aún no conoces Las Ciudades Oscuras, aquí tienes un resumen rápido (no puedo decir demasiado, eso sería desflorar la margarita antes de olerla): resulta que hay un mundo paralelo, el Continente Oscuro, con el que la Tierra mantiene portales, enlaces, a menudo ocultos, pero muy potentes. Hay puntos de contacto entre estos dos mundos, ¿pero hay más? ¿Estamos en medio de algo imperceptible? Incluso ciertos contrabandistas… ¡Pero shhh! ¡No puedo contar más! Se spoilea con poco que se cuente. Pero lo reafirmo, la existencia de este mundo paralelo está probado. ¿Verificado? ¿El inconsciente? ¿El subconsciente? ¿Ese sexto sentido que te advierte que hay una presencia junto a ti pero, en realidad, no hay nadie a tu lado que puedas ver con tus propios ojos? Ahí lo tienes.

No obstante, existen ciertas personas de poder, con intenciones dudosas, que sostienen que las ciudades oscuras son solo inventos idiotas de la gente. Desean ocultarnos la verdad, a toda costa. Aquí es donde entra en juego la historia de Isidore Louis y su descubrimiento de Las Ciudades Oscuras. Investigador del mismísimo Instituto Central de Archivos Kafkianos, Subsección de Mitos y Leyendas (instituto del cual, curiosamente, no encontrarás rastro en internet, aunque a veces se menciona aquí y allá en ciertos sitios a poco que prestes atención); Isidore, especialista en Mitos y Leyendas, el archivista fue un funcionario pacífico hasta que un día se le encomendó un expediente sobre las Ciudades Oscuras. Un mito creciente y una completa mistificación según las autoridades del Instituto, material considerado además muy peligroso por parte de ciertas autoridades, por razones inexplicables.

Se requería un informe de Isidore Louis, un informe destinado a poner fin a los desvaríos más salvajes del populacho sobre las ciudades oscuras. Sin embargo, este informe no dio exactamente los resultados esperados. Desde entonces, cuantos más documentos recaba este hombre sobre lugares como Xhystos, Calvani, Brüsel, Alaxis o Mylos; más se convence de la existencia de ese mundo existente al otro lado. Y perseguido por diferentes entes, el archivista terminará entrando en contacto total con las Ciudades Oscuras…

Espero haberos convencido de sola una cosa: El Archivista es parte esencial para comprender lo que se cuenta en Las Ciudades Oscuras. Variaciones en la realidad, mutaciones en la propia ciudad de Bruselas, el urbanismo y la arquitectura, en especial, ahí tenéis para reflexionar bastante. Divagaciones sobre el arte que visualizamos en ciertas urbes, la terrible imaginación de algunos artistas, el inconsciente o el mundo de las apariencias, vagabundeos oníricos e introspectivos, magistrales columnas o gárgolas deformes que no tienen ningún sentido en algunas catedrales… El Archivista os hará saber sobre eso. Y un poco más: una idea extraída de su matriz para convertirse en una obra que no sólo cumple, también sorprende, de dos grandes autores de la BD como son Benoît Peeters y François Schuiten.

Fue en 1987 cuando Peeters y Schuiten se juntaron por primera vez para crear dos álbumes del ciclo. Exactamente, Las Ciudades Oscuras: La Torre (el tercer número de la serie que permite descubrir una nueva ciudad en forma de historieta), y El Archivista, este volumen especial que os reseño hoy. La peculiaridad de este último es que no se trata de una historieta tradicional.

En cuanto lo abráis, os sorprenderéis.

Reseña: Cazador de Brujas. El Reinado de la Oscuridad, de Mike Mignola, Chris Roberson, Christopher Mitten y Michelle Madsen

Retorno, como no, a una de las mejores series de Terror en formato cómic que se están publicando actualmente. Y lo diré una mil y veces, aunque se anuncie como “Del Universo de Hellboy”, solo es un tema publicitario. Por que esta serie es una joyita en sí misma. Aun asi, Sir Edward Grey – Cazador de Brujas, no deja de ser un mini spin-off de Hellboy que presenta principalmente historias sobre Sir Edward Grey, un agente de la reina Victoria e investigador paranormal, aunque en una ocasión (El Entierro de Katharine Baker) se habló de otro cazador de brujas llamado Henry Hood. Otra anécdota es que La Ciudad de los Muertos (el cuarto volumen de Cazador de Brujas) fue una de las pocas historias del Universo Hellboy en la que Mike Mignola no participó en el guión. Y desde agosto de 2016, Chris Roberson parece comenzar su carrera en la serie con un porcentaje de participación más alto.

Y ni tan mal. Por que Cazador de Brujas: El Reinado de la Oscuridad vuelve a ser otro volumen imprescindible de esta serie que me tiene enamorado. Siempre quise escribir algo así. De la mente del maestro Mike Mignola surge Sir Edward Grey, un genial investigador de hechos inexplicables en la época victoriana; mansiones de la locura, asesinatos impredecibles, reliquias hiperbóreas y horribles monstruos que han decidido atormentarnos en este plano. Me encanta la sinopsis de Norma Editorial:

«Tras impedir que un aquelarre de brujas asesinara a la Reina Victoria, Edward Grey fue nombrado caballero por sus servicios a la Corona y a la Reina. Sus investigaciones ocultistas en las calles de Londres y más allá le granjearon el título de Sir Edward… pero los londinenses más escépticos se burlaban de él llamándole Cazador de Brujas. Ahora, en un Londres asediado por terribles manifestaciones ocultistas, Sir Edward se enfrenta a uno de los asesinos en serie más infames de la historia: ¡Jack el Destripador!».

Lo tiene todo, lo cuenta casi todo, para enganchar a cualquier lector de cómic que se precie. Estamos ante la historia más reciente que se puede disfrutar de este personaje. Un TPB recién publicado en nuestro país que recopila los cinco números de este arco argumental, el cual, devoré de una sentada. Mike Mignola y Chris Roberson apoyados en las ilustraciones lovecraftianas de Christopher Mitten. Que cuentan lo que se dice en la sinopsis, y algo más. Sir Edward Grey está investigando una serie de extraños asesinatos que pueden estar relacionados con lo oculto. En principio, sospecha del «espiritualista chiflado» Gordon Asquith, pero puede haber otras fuerzas mucho más oscuras tras esas muertes sin sentido…

Al principio, este guión empieza como una historia de Sherlock Holmes, si Holmes fuera un poco más extremo de lo normal y Scotland Yard lo odiara. Es un concepto interesante que hasta ahora no había visto en ningún sitio. Sir Grey es un personaje bastante interesante que intriga con sus palabras. Volviendo a la similitud con Holmes, Grey hace las cosas a su forma y sabe que tiene razón, pero no puede obtener la evidencia que indique que tiene razón. La señorita Goad, su asistente, es su versión del famoso Watson. Pero ella no desenmaraña los casos al final, como suel hacer Watson en muchas de las historias de Arthur Conan Doyle. Aquí una cosa está clara. Sir Edward Grey se está enfrentando al asesino en serie más famoso de Londres. Aunque él sea el único que lo piensa, todo apunta a Jack el Destripador y su propósito oculto. Cuando Scotland Yard le da la espalda, Grey encuentra un aliado en la aventurera Sarah Jewell. Los intentos de Sarah de infiltrarse en el misterioso Hogar de Proserpina podrían revelar al verdadero culpable.

O quizás un peligro mayor.

Sir Edward Gray y Sarah Jewell se preparan para enfrentarse a una de las entidades más oscuras que cualquiera de ellos haya conocido.

Una obra que recrea de forma genial el Londres del siglo XIX, un misterio y una premisa interesante que te mantendrá en tensión en la hamaca. Una de las grandes lecturas para disfrutar este verano que ya alcanzó su cenit.

Reseña: ZOO (Integral), de Philippe Bonifay y Frank Pé

ZOO tiene ese regusto a film francés moderno pero de época, con una gran historia detrás. Un ambiente grisáceo que se mueve entre la dura realidad y la ficción que posiblemente fuera verdad. Al leerla, sentí lo mismo y vino a mí de nuevo ese regusto que sentí con films de la talla de Amélie, o incluso más del tono de ZOO podría ser otra joyita del cine francés como es Largo domingo de noviazgo.

Este portentoso volumen integral de ZOO que publica Norma Editorial nos lleva a saber de Célestin, que vive en una pequeña aldea normanda y ha transformado su propiedad en una especie de zoo repleto de animales exóticos. Y es que, como me suele pasar con este tipo de obras de cómic europeo, quedé asombrado por la calidad gráfica de dicha trilogía. No solo por la alta calidad de los dibujos, sino también por el coloreado, la elección del encuadre o la increíble expresividad de la línea de Frank Pé. Maestro ilustrador como pocos. Nos vamos entonces al zoológico propuesto y encontramos una especie de edén frágil y atemporal e increíblemente representado. La atmósfera en constante cambio variará según el estado de ánimo de los cuatro protagonistas de la historia. Estos últimos, muy interesantes, son personajes marcados por la vida. Todos han sufrido (o sufren) de alguna forma, pero ahora, reunidos como una familia, son los protectores de un lugar amenazado, un lugar que los tranquiliza, tanto como los aleja del mal que procesa el mundo de los hombres fuera. Junto a Célestin conviven su hija adoptiva Manon, el escultor Buggy y la misteriosa Anna, una mujer desfigurada que procede de las estepas rusas. Fuera, llamando a su puerta, el inicio de la I Guerra Mundial y gente huyendo de sus casas y pidiendo misericordia…

La gran fuerza de este cómic son los personajes. Tras el guión de Philippe Bonifay, Frank Pé da vida a algunos personajes conmovedores en su humanidad (a menudo heridos), y al mismo tiempo muy característicos. Hay vida propia en cada uno. En un tiempo así, cada uno de ellos podría ser tu vecino, tu primo o incluso tú mismo. Todos y cada uno bajo la sombra de una guerra en ciernes que solo trae pobreza, mejor dicho, más pobreza de la que ya existe en esta época en los vastos campos del continente europeo. ZOO es de esas historias que me trasladan unos personajes posiblemente reales antes de su construcción. Una vez vivieron. Agreguemos a todo ello una historia simple, ya vista en bastantes films bélicos, pero siempre tan efectiva como real. No hay grandes revelaciones o misterios colgando en este guión, solo una serie de personas que viven al margen de una sociedad que colapsará repentinamente. Y la historia tiene ese toque de calma antes de la tormenta, que tanto asusta.

En su conjunto, ZOO es una bella novela gráfica, una enorme historia en tres partes, fina y melancólica, que rinde homenaje a todos aquellos que malvivieron por culpa de naciones sin miramientos, miembros todos de una especie que nunca es capaz de caminar junta en la misma dirección. Pongo este cómic en la estantería de cómics “atmosféricos”, porque en realidad es una ventana a otro mundo, una trama capaz de atrapar, evadirte y embrujarte por el fuerte poder de sus viñetas. Un dibujo lleno de detalles históricos gracias a Frank Pé, aparte de dinámico y acertado para con personajes, decorados e incluso con los animales que rondan el escenario.

Frank Pé es definitivamente un autor atípico. ZOO es una prueba más de su forma de estrujar y ofrecer al lector algo de la vida que no todo el mundo consigue captar. Su arte es tierno y hermoso, a la vez que cruel y severo. La vida. Simplemente. A través del noveno arte. Por lo que ZOO se ha convertido para mí en una grata lectura que me sorprendió con una historia conmovedora y con unos “actores” principales dotados de una gran profundidad de los que conoceremos sus virtudes y sus defectos. Célestin, doctora de gran generosidad e inmensa ternura, Anna que intenta curar sus heridas, Buggy, el escultor desollado vivo y una mujer y un niño que rondan el zoológico con algúna intención…

Sabed de ellos y veréis.

Reseña: Corto Maltés. Fábula de Venecia, de Hugo Pratt

El no dejar a los grandes clásicos de lado, tanto de libros como de cómics, hará que tu vida lectora sea mejor. Creedme. Es así de sencillo. Por que lo mejor de lo mejor siempre entra bien, cualquier día, casi a cualquier hora. En cómic, hago referencia a la colección de cómics de un grande como es Corto Maltés. El fenómeno mundial del noveno arte que fuera diseñado por el talentoso Hugo Pratt. Una colección que he retomado (bueno, retomar sería si alguna vez la hubiera tenido), mejor dicho, una colección que por fin puedo obtener para degustarla ahora que Norma Editorial vuelve a editar todos y cada uno de sus números en el formato clásico de álbum al más puro estilo cómic europeo. En color o en blanco y negro. A gusto del consumidor. Fábula de Venecia correspondería al séptimo álbum de la colección. Aunque vuelvo a insistir en que Corto Maltés no es un serial propiamente dicho en el sentido que los argumentos van enlazados. Son más bien historias independientes que, eso si, tienen en común personajes y algún que otro comentario de referencia a aventuras vividas pasadas. Pero se puede empezar por donde uno/a quiera. Eso está claro. De hecho, yo nunca había leído los dos primeros números de la colección hasta este nuevo “regreso”. Y como bien dice su anuncio: Fábula de Venecia es una inolvidable aventura en la Ciudad de los Canales… y yo añado: «Al más puro estilo Indiana Jones«. Y dejo dicho ya también que, sin duda, una de las mejores historias que he leído del personaje. Si no, la mejor.

En Fábula de Venecia, Corto nos sumerge en la atmósfera veneciana nocturna, con una trama salpicada de rompecabezas, tesoros, túnicas negras y masones. Un escenario teatral, en principio, extraño y absurdo pero que se va volviendo más y más tenebroso con el paso de las páginas. Corto Maltés recibe una invitación para recorrer los rincones secretos de Venecia en busca de una esmeralda fabulosa: la Clavícula de Salomón. Pero Corto no es el único en esta búsqueda y a poco que se desplaza a la zona, surgen disparos y emboscadas sobre una ciudad bella pero que en la noche no es más que un oscuro pozo sin fondo. En la curva de un callejón, apenas iluminado por la luz de una farola, en el silencio marcado por pasos más lejanos, en la noche, una noche sin estrellas, oscura y dulce, tal vez adivinemos, apoyado contra una pared, la silueta de Corto. Silueta furtiva, inmóvil, apenas vista, apenas un fantasma tras los callejones de Venecia. En esa lejana noche veneciana, encontré esta aparición del firme marinero que venía tras el humo para infiltrarse en las calles, puentes, callejones, recovecos, en la noche oscura de una luna creciente y tan fina que brinda con whisky en un cielo sin estrellas. Y pasos que se alejan. Y la expectativa de un misterio, el sueño de un enigma, una fábula. Bajo las órdenes del barón Corvo, Corto Maltés se propone encontrar la Clavícula de Salomón. Pero los que la buscan, ¿buscan la piedra preciosa o los grimorios mágicos? Es un desafío que el difunto barón le lanza desde el Más Allá.

A través de los misterios de Venecia, Hugo Pratt nos lleva a “su» Venecia. Los patios secretos, puentes mágicos, las enigmáticas fachadas de palacios decrépitos, las puertas del gueto, estatuas de eruditos, la niebla que se eleva desde los canales… ¿Quién mejor para recrear una historia en ese lugar que un oriundo del lugar? Un diseño elegante donde los dibujos acentúan la luz y la sombra. Historia mezclada con personajes de fábula, reales y ficticios, encuentros inverosímiles para un hereje aunque para un verdadero fan de lo fantástico, una buen cómic de aventuras. De escuadristas a masones, de una joven que se cree la reencarnación de Hipatia al poeta D´Annunzio, de una joven que se parece a Louise Brooks al erudito Melchisedech, especialista en escritos antiguos. Corto Maltés no para e intenta desenmarañar el sueño de los justos. Es un tío contemplativo, siempre dispuesto a actuar, poco hablador, que escucha, observa, lo que no le impide correr por los tejados, pelear, pero adormecido y repentinamente animado como un gato en un tejado; Venecia respira en el oído de Corto misterios que se pierden en las brumas del tiempo.

Fábula de Venecia se publicó por primera vez en 1977. Un titulo que vuelve a apoyar mi teoría (varias veces comentada) que todo guión o novela que devoro del año que nací, termina por maravillarme. Me flipa.