Reseña: El Último Atlas, de Fabien Vehlmann, De Bonneval, Hervé y Blanchard

Desde hace un tiempo, tengo a una persona que me insistía en que El Último Atlas me iba a encantar. Le eché un ojo por internet a la edición original y la verdad es que en un principio no me atrajo mucho. Sobre todo, sumaba que al ser reseñador principal de Crónicas Literarias – Desde New York tengo mucho pendiente y bueno, como para ponerme con un título que ni siquiera estaba en nuestro idioma. Pero casualidades de la vida, tres o cuatro meses después veo que Ponent Mon, la siempre genial editorial de cómic europeo, lo publicaba en nuestro país. Y aquí está. Leido, devorado y reseñado. Pero, sobre todo, disfrutado, tal y como decía que iba a pasar mi colega lector Máximo Le Brut, como yo le llamo.

Y ahora diréis, bueno, si mi colega insiste e insiste en que lea un título, yo lo ojeo y luego lo dejo, no significa nada para mí y ahora que, ¿es súper recomendable? Pues sí. Y quizás la culpa la tuvo el comienzo de El Último Atlas que sinceramente es algo típico: un pequeño mafioso de Nantes, Ismael Tayeb, lleva el tejemaneje de las máquinas tragaperras de la ciudad y poco más sucede de momento. Fácilmente podríamos caer en el thriller con una guerra de pandillas o de pequeños mafiosos que se disputan la pasta de los antros del lugar. Pero no. De pronto, empiezan a aparecer en la trama misteriosas migraciones de animales en el desierto de Argelia que ponen patas arriba la vida de Tayeb. Y además, alrededor de este hombre, comienzan a orbitar toda una galería de personajes bastante sorprendentes que quizás fue a lo que yo no llegué la primera vez.

Tenemos a Martin y Jean Legoff, la parejita de los bajos fondos; Françoise, la ex-reportera de guerra que se enfrentará en Tassili a fenómenos sin precedentes y no nos olvidemos de los vejestorios del «George Sand». Y, por supuesto, el Último Atlas, un extraordinario robot en el que se centra la trama principal. Pues la búsqueda del Último Atlas es la misión de la primera parte de una trilogía en que fenómenos sin precedentes pueden trastornar el equilibrio del mundo. Y es Ismael Tayeb quién pertenece a una banda criminal cuyo jefe le ordena encontrar una batería nuclear potente y para ello piensa en roba el Último Atlas, uno de eso enormes robots franceses usados en construcciones titánicas a mediados de los 70.

Sobre las consecuencias del final de la guerra de Argelia, este álbum finalmente nos lleva a una asombrosa historia alternativa, que nos dejará con el culo torcido al final del primer arco. Seguí con cierta fascinación la historia de Tayeb, que a lo largo de los capítulos se va afirmando cada vez más y acaba emancipándose del inframundo de Nantes. Os aseguro que este tomo es literalmente adictivo. Tengo la prueba de que mi mujer, que rara vez lee cómics de este tipo, me lo pidió prestado y lo devoró en dos sentadas.

Los autores confirmados (Vehlman, De Bonneval, Tanquerelle y Blanchard) nos regalan una historia digna de la mejor serie de televisión: sin tiempos muertos, pasamos de un personaje a otro, de un continente a otro,  con una lectura que te lleva a estar muy atento para no perderte nada. Existe una versión de este cómic en blanco y negro (que es la que yo vi por primera vez) y otra en color que es la que ha editado Ponent Mon. Por supuesto, a color esta historia gana bastante. Una versión espléndida donde destaca el dibujo de Hervé Tanquerelle y una trama de género negro muy recomendable.

Exótico, original y adictivo. Uno de los mejores lanzamientos de los últimos meses.

Me dijo mi amigo Max, que se leyó los tres tomos en su edición original que muchos esperaban que los autores en turno, le pusieran un final apocalíptico. No me concretó si fue asi o no. Lo que si me dijo es que intente leer todo lo que salga de esta serie y de un tirón. Asi es como la historia gana mucho.

Eso haré.

Reseña: Chartwell Manor, de Glenn Head

Chartwell Manor es una novela gráfica recientemente publicada por Ediciones La Cúpula. Una buena obra del veterano caricaturista de cómic independiente, el señor Glenn Head. Si bien es intrínsecamente inquietante, el cómic detalla un internado cuyo director fue culpable de abuso sexual y emocional de niños, siendo el propio Head una víctima. Pero por encima de eso, también es una obra maestra de cómo hacer un cómic autobiográfico. Un trabajo asombroso y honesto en el que un gran talento procesa sus recuerdos más difíciles para llevarnos junto con él al patetismo abrasador donde muchas veces se encuentra el ser humano.

Lo peor del ser humano.

Chartwell Manor abarca la mayor parte de la vida de Head, utilizando una estructura bifurcada en la que la primera mitad se centra en el trauma infantil, mientras que la segunda detalla las consecuencias, no solo para Head, sino también para otras víctimas de aquella siniestra escuela. Y hay una cualidad en esta historia que afina la gravedad de los eventos de manera sorprendente pues la trama está muy bien narrada; esencialmente, la narrativa es tan clara y está tan bien hecha que el lector tendrá la sensación de que algún amigo o amiga le está contando esta… tragedia.

Y como resultado Chartwell Manor es tan compulsivamente legible como difícil de procesar. Una inquietud constante lectora por las decisiones en la narración. El trauma detallado en la primera mitad involucra los dos años que Head pasó de niño en Chartwell Manor, un internado ahora desaparecido de Nueva Jersey, frecuentado por la progenie de la riqueza de la costa este. Como material promocional para las notas del libro, este es un trauma que Head tardó casi cincuenta años en procesar/asumir/decidir contar. Y la forma en que se representan los eventos es la forma maravillosa en el que está elaborado el cómic donde esplende el contexto de poder mirar hacia atrás a través de una larga vida adulta. El abuso ocurrió en los años 70, fue expuesto y el victimario fue sentenciado por sus crimenes. Pero ya sabemos que las víctimas de abusos rara vez consiguen dar un caso asi como cerrado. Te hundieron para toda la vida.

Glenn Head sabe todo esto, sabe cómo se sintió mientras sucedía todo, y sabe cómo repercutió en la vida de muchos incluido él. Dicho esto, el abuso sexual y emocional sufrido por Head y otros es impactante en esta lectura por la sencillez (¿naturalidad?) con la que se explica la historia. Se entrega de una manera clara y casi separada. Como señala Head en la introducción: “Mi objetivo al completar esta novela gráfica era ser lo más sincero posible. No hay ningún intento de hacer que ninguno de los personajes, especialmente yo mismo, sea simpático. En consecuencia, no hubo ningún intento de hacer quedar mal a nadie. Simplemente, describir mi vida tal como sucedió y lo que es más importante, cómo me sentí”.

El cómic concretamente logra esto. Y con momentos muy potentes ilustrados como la descripción fundamentada de lo que ocurrió hasta los segmentos en los que Head abusa de sustancias alucinógenas. Hay una escena donde se muestra a Head inmerso en la adición sexual en la ciudad de Nueva York, otro que muestra la explosión de sus habilidades como dibujante alternativo… y toda una serie de horrores y momentos de lucidez del autor para con su don.

Chartwell Manor es, en pocas palabras, una obra magna, una de las mejores memorias gráficas de todos los tiempos.

No hay más palabras, señoría.

Reseña: Fourmies La Roja, de Álex W. Inker

Ponent Mon vuelve a tener entre sus novedades una obra reivindicativa como pocas. Me estoy refiriendo a la novela gráfica de Álex W. Inker, Fourmies La Roja, donde Inker confirma su talento y será, sin duda, uno de mis autores franceses a seguir en los próximos años. Pero no es el primero que nos traen. Ya con Un trabajo como cualquier otro (https://www.cronicasliterarias.es/?p=4048&msclkid=521bf6d2b65611ecac88b65111180689), la editorial misma nos demostró para bien que van a publicarnos más cositas de este autor cuanto menos interesante por sus cómics de reivindicación contra todos esos sistemas que sometieron al pueblo.

¿Roja de comunista? A ver, espera, espera… ¿Y si os digo que tiréis más para el lado de las referencias a las hormigas rojas? Ah, ah, ¿ahora lo tenéis? Esta novela gráfica narra una revuelta obrera con motivo del Primero de Mayo, una que provocó un tiroteo y la muerte de varios huelguistas en la ciudad norteña de Fourmies. Una oposición entre dos campos enfrentados con la excepción de que uno de ellos tiene armas y el otro no. Asi que todo termina de manera sangrienta. La época es otra, estamos a finales del siglo XIX, la industria textil está funcionando a pleno rendimiento en la región y los horarios son largos no, lo siguiente. La demanda de un día libre asusta a los patrones, pero se intenta. ¿Trabajadores reclamando derechos, unos mínimos sobre su tan exagerada explotación? ¿Estamos locos? Asusta ver que los patrones recurrieron a la Prefectura para dispersar la manifestación de estos alborotadores que querían impedir que sus compañeros fueran a la fábrica y como podéis imaginar todo se tornó en desgracia.

Y cuanto más atrás nos vayamos en el tiempo, peor acaban.

Esta historia que revive el movimiento obrero de finales del siglo XIX en Francia, puede que no tenga la misma fuerza que el anterior álbum de Álex W. Inker, pero narra un hecho cuanto menos interesante. Encontramos también el rasgo característico del autor, y sus tres colores favoritos, el negro, el blanco y el naranja aterciopelado… que pasará rojo de la sangre y fluirá al final de esta trágica trama.

Si bien sentí que el autor se inclina necesariamente hacia el lado del mundo laboral, tampoco se vuelca en el maniqueísmo y nos muestra que ciertos soldados, que eran adorados por la gente común en la época de la guerra contra Alemania, ahora estaban apuntando con sus armas a personas indefensas de su propio país. A sus amigos de toda la vida.

No conocía este hecho histórico del país galo aunque no me extraña porque raro es el país europeo en intentos de levantarse, que no termina con desgracias como las narradas aquí. En cien paginitas que se devoran en nada. Mas, Fourmies La Roja no deja de ser un hermoso cómic a tener muy en cuenta para amantes de la historia.

Reseña: Nadie, de Carlos Trillo y Alberto Breccia

Nadie es uno de esos títulos al estilo novela espías o policíaca que nacieron de la mano de los cientos de historietistas argentinos que contaban historias de detectives y agentes secretos de otros países entre 1940 y 1980. Nadie es justamente eso, aunque con menos glamour.

Nadie tuvo catorce entregas en la revista Tit Bits de editorial Record. Aparentemente, una historieta más que salía en las páginas de una revista comiquera al uso como las que se podía encontrar en cualquier kiosco en los años 80. Sin embargo, Nadie tenía una particularidad que la haría destacar entre otras historias precursoras del género negro: la aparición del villano internacional Fu Manchú. ¿Y quién es Fu Manchú y quién es Nadie? Para cualquiera que haya nacido en Argentina, haya sido niño u adolescente en los 70 y sea consumidor de historietas, cómics, tebeos o como queráis llamarlos; Nadie puede significar mucho o nada. El maestro Carlos Trillo y Alberto Breccia decidieron utilizar a uno de los villanos clásicos de las historias de aventuras dentro de su historia. El denominado «Peligro Amarillo» que nació en 1913 de la mano del novelista inglés Sax Rohmer. Fu Manchú es un villano chino que odia la civilización occidental y a la raza blanca. En todas las novelas en las que aparece es perseguido, derrotado y sus planes son desbaratados por el investigador inglés Sir Denis Nayland Smith, junto a su acompañante, el doctor Petrie. El personaje ha sido representado en cine en cantidad de ocasiones y por los grandes (Boris Karloff, John Carradine, Christopher Lee, ¿Nicholas Cage?). Además de contar con numerosas adaptaciones y apariciones en televisión, radio, novelas y cómics. Tanto fue el impacto que tuvo este villano que se convirtió en el arquetipo del malvado genio criminal por excelencia. ¿Acaso los lectores Marvel creen que El Mandarín es 100% original? Venga ya…

Pero centrémonos en el que mola que es Nadie. Un agente que trabaja para el servicio secreto británico -no, no penséis en el de siempre-; Nadie es más rústico, más de andar por casa, con menos florituras. Es un tipo duro que lleva a cabo todas las misiones que le plantean sus superiores por turbias que se presenten. Y paro de contar por que es un tipo que hay que conocer en viñeta. Pero ya os digo que esta recopilación que ECC Ediciones se marca entre sus publicaciones es joyita-joyita. Un volumen que recoge los catorce capítulos del personaje en un solo volumen. Donde este tipo de mirada certera tendrá que echar mano de sus recursos para neutralizar diversas amenazas, siendo casi siempre el objetivo contrarrestar al maquiavélico Fu Manchú.

Las historias que nos encontramos son muy variadas. Una con ese miedo presente que siempre fue la Guerra Fría (época en la que el cómic se publicaba), con el típico terror nuclear de aquellos años. Otras tocan bastante la política. Otras son solo misiones de rescate. Una serie de tramas que proporcionar esa diversión justa que siempre da al fan el género negro. Por lo que estamos ante un volumen trepidante, en el que vuelve a quedar patente la química creativa compartida por los autores de Un tal Daneri (https://www.ecccomics.com/comic/un-tal-daneri-8123.aspx), Buscavidas, Había otra vez… El lado oscuro de los cuentos infantiles o Viajero de gris. Obras que ECC Ediciones está editando para deleite nuestro y ningún fan debería perderse.

Carlos Trillo escribió catorce historias autoconclusivas, pero hilvanadas entre sí, que son dignas de ser llevadas a la gran pantalla. ¿Tiene que ver este Nadie con el que interpreta Bob Odenkirk (el abogado fanfarrón de Breaking Bad en el film estrenado hace poco del mismo nombre? No he podido encontrar datos. Pero no me extrañaría que al menos inspiración haya porque me consta que Derek Kolstad es un gran comiquero.

Historias donde vemos los miedos y anhelos de la época. La genialidad escrita de Trillo junto a los geniales dibujos de Breccia. El dibujo complementa la historia y nos permite adentrarnos en la ficción que es Nadie. Una obra fundamental para los amantes de la historieta latinoamericana. Una obra fundamental para el amante del género negro. Obra más profunda de lo que parece.

Reseña: Supergirl. Fuera de lo Común, de Mariko Tamaki y Joëlle Jones

Kara Danvers encontró un hogar en Midvale hace ocho años, lugar al que llegó sin recuerdos y sin grandes habilidades. Está feliz y agradecida por la vida que tiene. Pero después de algunos eventos clave, la vida comienza a cambiarle y eso es lo que se cuenta en Supergirl: Fuera de lo Común.

No sé si la conocéis de trabajos anteriores pero Mariko Tamaki es una guionista increíble y en historias como esta, se nota. El monólogo ¿Por dónde empiezo?, que corresponde al Capítulo 1 -y cada capítulo es como un consejo moral que se da a ella misma-, muestra un comienzo terriblemente bueno. Cada vez que aparece un nuevo personaje, el lector comprende al personaje en las primeras viñetas que hace acto de presencia. Y eso es muy de agradecer. No obstante, creo que os va a sorprender saber que mi personaje favorito de este volumen es definitivamente el padre adoptivo de Kara, el Sr. Danvers, muy al estilo Ron Swanson. No importa qué tan bien ejecutadas sean las bromas de Dolly Granger (que en realidad, lo son en serio), el libertarismo extremista y la paranoia del Sr. Danvers con una pizca de humanidad se vuelve con cada «actuación» una escena tremendamente divertida.

Y luego está Joëlle Jones.

La genial dibujante y también guionista de cómics estadounidense, bastante conocida por su obra original y puntera Lady Killer, capaz de crear trabajos míticos para DC Comics con trabajos en Batman y Catwoman. Bien, pues su trabajo aquí redondea el tomo que publica Editorial Hidra dentro de su genial colección Novela Gráfica de Joven Adulto. Toda una colección de titulos súper chulos de leer y coleccionar con diferentes iconos DC como protagonistas. Y aquí, cada página que crea Jones es un placer de ver y el entintado de Florea realmente da una gran sensación de profundidad a ciertas escenas. Me encanta cómo Jones les da a todas las mujeres diferentes tipos de cuerpo. Más creativos deberían aprender de estos detalles. Me encanta como Jones muestra a Dolly, por ejemplo; sus atuendos son los mejores, su cabello es espectacular y tiene ese estilo que la hace parecer la persona más genial de la habitación donde se encuentra. Detalles, detalles, detalles.

Y hay una escena que realmente me llamó la atención. Kara observa sus manos con torpeza, sentada sobre una vieja camioneta en un granero y la luz de la luna brilla sobre ella como si la llamara. «Ese sueño esconde mi comienzo…». Ella se pone de rodillas, sus zapatillas se mueven inquietas, su mano se alza hacia un cielo desconcertante… El cielo. Una sombra que abandona un granero y vuela. Una mujer joven se aleja, algo liberador en su pose, está flotando y acaba de dejar en tierra toda preocupación. Nubes infinitas estallan a su alrededor. Cierra los ojos, relaja su rostro, se empapa de la sensación de vuelo. Pero no hay deleite en ella. Mas bien, una sensación de calma fluye a través de ella como si fuera la única cosa natural que ha hecho toda su vida.

«Volar» es un regreso a casa.

La novela gráfica Fuera de lo Común es una introducción fenomenal al personaje de Supergirl. La historia de Mariko Tamaki contiene mensajes de anhelos constantes. Nunca lo dice explícitamente pero es una historia que, en general, trata de ese momento que tiene una persona donde se cuestiona si abrazar o no a lo extraño, al refugiado, a la persona que es diferente. Algunos parientes de Kara la aman incondicionalmente, pero otros no. Y hay quienes creen que Kara no merece protección o dignidad simplemente porque no es de la Tierra. La propia Kara lidia con estos problemas, a veces, temiendo revelar su verdadero yo en caso de rechazo. Pero también temiendo claramente que, después de todo, realmente ese tipo de personas no merecen su tiempo. La historia trata de recordar a los demás que ella es digna, pero también de recordárselo a sí misma.

Me enamoré de Kara desde el principio.

Buena historia.

Si alguna vez te preguntaste por dónde empezar con Supergirl, esta es tu historia.

Reseña: Raptor. Una Novela Gráfica de Sokól, de Dave McKean

Y sueño que puedo extender mis alas;

volando alto, alto, soy un pájaro en el cielo…

La última historia que leí de Dave McKean fue Celluloid, que ciertamente fue algo que me dejó… uff. No obstante, McKean es aparte de guionista un creador-ilustrador fascinante, y vale la pena echarle un vistazo a todo lo que hace, así que, por supuesto, que iba a hacerme con su Raptor, ahora que lo recién publica ECC Ediciones. McKean subtitula este cómic como Una novela gráfica de Sokół. El personaje principal se llama así, Sokół, aunque no penséis que todo es tan sencillo como eso. No estoy seguro de por qué McKean lo hace. Es la primera vez (creo) que tenemos conocimiento los comiqueros de este personaje. Por lo que no es un tema de vender al estilo de: “Oye mira, aquí más de Sokól, una historia aparte…”. Pero cuando lees Raptor, la disfrutas, aunque tampoco es una trama que se preste a múltiples historias… ¡¿Pero qué digo?! ¿Cómo que no, si es precisamente eso? Supongo que a McKean le gustaba como sonaba el subtítulo y de ahí, lo que tenga que venir, vendrá.

En Raptor comenzamos con nuestro protagonista, que usa una máscara dura (parece de plástico, pero en la época en la que sucede la historia, dudo que el plástico ya estuviera en boga), tiene un ave de presa como mascota (una rapaz, para más datos), y aparentemente lucha contra monstruos. La primera parte del volumen está bellamente narrado y aunque parece un poco pretencioso ver que Sokół se encuentra en una playa con su pájaro luchando contra lo que parece ser un crustáceo gigante, un horror lovecraftiano, después de la lucha, encuentra una moneda antigua en la playa. El dueño de ella parece ser el Contramaestre de la ciudad. Pero Sokół no la quiere y se la da a uno de los habitantes. Hasta aquí todo bien. Pero luego pasamos al cementerio de una iglesia y a una casa pequeña, donde un joven llamado Arthur acaba de enterrar a su joven esposa. Su hermano lo visita y lo convence de que lo acompañe a una reunión con un tipo de sociedad secreta, donde sacan cartas del tarot, se colocan en alineaciones extrañas e intentan comunicarse con seres del Más Allá. Arthur tiene una visión pero no parece suceder nada más. Mientras tanto, Sokół deambula por un bosque, encuentra un edificio en ruinas, saca un libro de la estantería y comienza a leerlo. El libro resulta un poco familiar, y más tarde, cuando Sokół está en la cantina del pueblo, se da cuenta de que las palabras del libro han cambiado desde que lo leyó unas horas antes… Y hasta aquí puedo leer.

Como podéis ver, estamos ante un cómic atractivo como pocos, cuando sabes realmente de qué va. En el fondo, es una meditación sobre el dolor y la pérdida y el cómo superarlo. Pero le sobrevuelan tantos ramales narrativos tan típicos del Mignolaverso (Mike Mignola y sus personajes, y toda esa serie de monstruos y pueblos encantados por el mundo), que me atrapó de todas-todas. Pues Sokół parece el tipo de persona que disfruta luchando contra esas aberraciones. Especialmente, porque en un momento no terriblemente sutil, McKean demuestra que se siente cómodo luchando contra cosas que no parecen monstruos pero que lo son (es extraño que se me parezca también a otra novela gráfica como la de Monstruos, de Barry Windsor-Smith, que brinda por el “¡Oh, no, los verdaderos monstruos se parecen a nosotros!”). Como si eso fuese raro.

Aparte, el personaje de Arthur y su deseo de luchar contra lo paranormal también, se traduce en cómo deshacerse contra lo que mató a su esposa. Eso si, ambientada en el siglo XIX, la misma gripe podría haberla matado. Pero quiere contraatacar contra aquellos que quizás no hicieron lo suficiente por salvarla. McKean mantiene esta subtrama opaca, en su mayor parte. Y bueno, dado que es un cómic de Dave McKean (Sandman, Hellblazer, Batman…), el arte es asombroso. Poco más que decir al respecto. Maravilloso todo.

Raptor es un cómic excelente y siempre es bueno ver a buenos creadores esforzándose por hacer cosas interesantes. Aquí, un ejemplo. Mola ver que no ha perdido su don.

Reseña: Celestia, de Manuele Fior

Celestia es la utopía que propone Manuele Fior. Una isla en una laguna que sirve de refugio ante una misteriosa invasión (¿Guerra?). El escenario ya desde el principio es atractivo, a la vez que precioso, te lleva de todas-todas a pensar en la Venecia de agua omnipresente, los escasos habitantes moviéndose en barco… Algunos usan máscaras como en el carnaval. Me encantó que el personaje principal usara maquillaje con una gran lágrima de Pierrot bajo del ojo derecho… ¡Y con su nombre!

Salamandra Graphic es el sello de Penguin Libros que publica novelas gráficas en nuestro país. Se puede decir (y no pasa ná) que es la mejor editorial que se dedica a este formato propiamente dicho. Por eso siempre tengo un ojo puesto en sus publicaciones. Y más cuando mi sistema de alarma me avisó que publicarían Celestia, de Manuele Fior, una de las utopías más aclamadas de los últimos tiempos dentro del cómic europeo. Tal como cuenta la editorial: el esperado regreso del autor después de siete años.

Manuele Fior regresa con una fábula sobre la capacidad de los más jóvenes para solucionar los problemas del viejo mundo. Un mundo alternativo, diferente y al mismo tiempo, similar al nuestro. Casi trescientas páginas para una historia que se devora en nada. En Celestia claramente estamos ante uno de los registros usados de la CF dónde se nos habla de una ciudad poblada, aislada, parecida a la nuestra pero con alguna diferencia. Aquí, por ejemplo, sus habitantes gozan de poderes telepáticos. Las relaciones entre los personajes, el pasado que les atormenta, sus sueños; de todo esto y más sabremos. Celestia debéis tomároslo ante todo como un escenario bello, con una portada que con poco, dice mucho. Celestia es también un cuento futurista, tan paralelo a La Terre des Fils (La Tierra de los Hijos), de GIPI, que diría que aporta bastante haber leído uno antes que el otro o viceversa. De hecho, también encontramos ingredientes de La Naranja Mecánica, de Anthony Burguess, con esa banda de malutos que se cruza en el camino de los protagonistas Pierrot y Dora. Personas que dan lugar a escenas de gran violencia, poesía y contemplación. Dora pertenece a un grupo de telépatas cuyas actividades son organizadas por el padre de Pierrot. Sin embargo, ambos están fuera del banquillo. Pierrot intentando entrar y Dora queriendo salir de él. Los acontecimientos los llevan a quererse marchar de esta ciudad acuática. Es entonces cuando nos enteramos que esta ciudad estuvo anteriormente conectada al continente pero que tras una invasión de la que no se sabe nada, el puente que unía dichas tierras, fue destruido. Por lo tanto, escapar del padre, escapar de estos amiguitos invasores, se convertirá en todo un desafío. Llegar al mundo más allá del puente en una góndola…, a otro mundo de extraños que viven en autarquía o incluso volver a la infancia como para algunos, todo esto y más supondrá hacer dicho viaje.

La peregrinación de Pierrot y Dora se convierte así en una historia que nunca olvidaré. Un viaje misterioso y contemplativo, pero inspirador para los que nos gusta escribir y no podemos salir de esa droga de evasión. Manuele Fior aporta además un recurso en Celestia que me encanta en las historias de CF y Terror: deja un final libre a interpretaciones. Con la trama, el autor se cuestiona y a la vez nos pregunta sobre esta sociedad del futuro. ¿Deberíamos permanecer aislados del mundo para preservar nuestra seguridad? ¿Por qué tener miedo a salir, correr riesgos y afrontar lo desconocido? La vida es AHORA.

El diseño de Celestia se reafirma en sus colores de atmósfera soberbios, como dicen que suelen ser las obras de este autor. No hay burbujas de discurso superfluas aquí (bocadillos), las imágenes, a menudo, hablan por sí mismas. Si te gustan las historias ambiciosas, esas tramas de futuro incierto, yo me dejaría embarcar en esta nueva novela gráfica que propone el italiano y que se acaba de publicar en nuestro país. Pero en cambio, si eres súper fan del cómic franco-belga, del más clásico, iría con cuidado. El dibujo de Celestia es tan diferente que puede impactar. Acuarelas que admito no son para todo el mundo.

Reseña: La Verdadera Historia de Futurópolis (1972-1994), de Florence Cestac

Hacía mucho tiempo que quería leer La Verdadera Historia de Futurópolis, y cual fue mi sorpresa cuando vi que la traía por estos lares la nada desdeñable en cuanto a cómic europeo, Dolmen Editorial. Aparte de historias y tramas, a uno ya también le gusta leer todo aquello que lleva el prefijo meta-. Es decir, todo aquello que está “junto a”, “después de”, “entre”…, lo que sea. En este caso, el metacómic. Lo que habla de todo lo que concierne a la creación de un cómic, contado en formato cómic. En definitiva, leer un cómic que habla sobre como hacer un cómic o los procesos que llevaron a él. Sobre su historia, todo el proceso, hasta que llega al lector. Pero también le tenía muchas ganas a este titulo por que Futurópolis fue una editorial de la que sé poco y de la que había leido solo un par de álbumes hace años. Y creo que eran reediciones de otras editoriales. No obstante, estamos hablando de una editorial que quizás sea la más influyente de la BD francesa, la misma que hace medio siglo cambió la forma de concepción de los cómics y firmó ciertas pautas a seguir para llegar al formato que tenemos hoy.

Florence Cestac junto a su marido eran los dueños de Futurópolis, un tienda especializada que posteriormente pasó a ser editorial. Cestac además era una buena dibujante y llegó a ser la editora principal de la editorial. De hecho, fue la primera mujer que ganó el prestigioso Gran Premio de Angoulême en el 2000; el galardón francés más prestigioso del noveno arte europeo. Yambién el Gran Premio Saint-Michel en el 2014. De hecho, fue la única hasta Rumiko Takahashi en 2019.

Pero Cestac trabajó inicialmente como ilustradora. Y cuando en 1972 se hizo cargo de la librería con su esposo Étienne Robial, la transforma en la Editorial Futurópolis (Maison D’Édition). Y durante esos años, entre muchas otras, creó las divertidas historias de detectives de Harry Mickson para las revistas de cómics L’Écho des Savanes, Charlie Mensuel, Pilote y Ah! Nana. Y después de venderle la editorial a Gallimard en 1994, creó la serie Les Déblok para El Diario de Mickey (Le Journal de Mickey), que fue donde la conocí yo.

La Verdadera Historia de Futurópolis es un auténtico documental sobre un episodio importante del cómic francés: el nacimiento, el ascenso a la cumbre y luego la muerte de una editorial que influyó bastante en el panorama del cómic de la época. Descubrimos en este tomito hechos interesantes, divertidos y los inicios de muchos autores que desde entonces han demostrado su valía (Tardi, por ejemplo). Y esto me encantó. Siempre me resulta esclarecedor seguir las vidas y las luchas de quienes tienen influencia en la industria y, sobre todo, de quién no deja de perseguir sus sueños pase lo que pase.

Incluso si el tema no es lo tuyo, La Verdadera Historia de Futurópolis es una historia interesante bastante divertida de leer. Es como tener delante una de esas biografías de alguien que te importa un pepino, pero a cuya “vida” acabas enganchándote y queriendo saber más. Pues Florence Cestac ofrece en este ejemplar una curiosa biografía o monografía de la Editorial Futurópolis entre los años 1972-1994, donde evidentemente, el estudio no es unilateral, ya que Cestac estuvo involucrada en la aventura, con sus dos cómplices Etienne Robial y Denis Ozanne. La historia comienza con la adquisición de la librería (homenaje a una obra de Pellos) por Robert Roquemartine en 1972 y continúa hasta la debacle en 1994. La portada recuerda inevitablemente a la Colección Copyright que rememora a los viejos clásicos norteamericanos: Popeye, Superman, Hombre Murciélago…

Es toda una parte de la historia de los cómics lo que se transfiere en este formato único. Así como lo bien representada que está la obra que por diversos motivos la empresa sacó adelante como editorial. Muy bien desarrollado. Muy bien transcrita. Se deduce, por ejemplo, que Futurópolis ya en esos años estaba mucho más influenciada artísticamente por la cultura pop, el punk y otras modas del momento. Muy alejada del conservadurismo y las series interminables que en los 80 profesaba editoriales como Glénat. Así, vemos con gusto a todos los grandes nombres del cómic de la época, ya sean Bilal, Crumb, Tardi, Charlie Schlingo, así como la irrupción de los recién llegados: Menu, Trondheim…

Ya solo el ver a la autora y sus amigos pasando su tiempo libre en mercadillos buscando cómics antiguos, me puso los pelos de punta.

Reseña: Windhaven, de Lisa Tuttle, Elsa Charretier y George R. R. Martin

Divertimentos, historias, libros, films, series… Hoy en día tenemos mucho donde elegir y casi que en el formato que nos apetezca. En ti está hacerlo como te plazca y como mejor lo lleves. Las opciones están en el buffet. Por mi parte, le tengo cogido el gustillo a ver como se desarrolla una misma historia en diferentes formatos y uno de esos sándwiches mixtos que más me gustan son los que van de libro a cómic. Porque de libro o cómic a película está bien, pero normalmente sales disgustado. Y, en ocasiones, quedas pedante porque de ti sale como de un volcán la frasecita: «Eso en el libro no era así». Y la gente te odia por un segundo. Pero no puedes evitar decirlo. Sin embargo, de libro a cómic pocas (poquísimas) veces usarás «la frasecita». Primero, porque se suele respetar mucho las escenas importantes del libro y la que sale, suele ser igualita pero ilustrada. Y segundo, bueno, son muy pocos los que hablan consigo mismo y se dicen frases pedantes hacia dentro…

En este tejemaneje se mueve Windhaven, la novedad que publica Planeta Cómic este mes que no es otra cosa que el libro El Refugio del Viento trasladado a novela gráfica. Historia de los consagrados George R. R. Martin (ya sabéis, Canción de Hielo y Fuego, es decir, toda la saga de Juego de Tronos, aunque ha escrito otras muchas novelas y cuentos de Terror y Ciencia Ficción) y Lisa Tuttle (autora de CF, Fantasía y Terror también con bastantes novelas y relatos de dichos géneros publicados y ganadora también de los grandes premios estadounidenses del fantástico). Bien, pues Tuttle colaboró con el autor y guionista George R. R. Martin en una novela corta llamada The Storms of Windhaven que fue nominada al Premio Hugo -el más alto galardón que existe para la CF-, en 1976. Y Tuttle y Martin algo más tarde ampliaron la historia a una novela que se llamó Windhaven (El Refugio del Viento), que se publicó por primera vez en 1981. Era muy común en la época hacer esto con historias que lo petaban en formato corto, como por ejemplo, El Juego de Ender, de Orson Scott Card. Windhaven es una novela gráfica a todo color que ha sido adaptada por la propia Lisa Tuttle e ilustrada por la siempre genial Elsa Charretier (Star Wars: Capitana Phasma, Harley Quinn, Starfire…), una de las dibujantes del momento. La sinopsis cuenta:

«Entre las islas dispersas de un mundo oceánico llamado Windhaven, nadie tiene más prestigio que los alados. Estos mensajeros de alas plateadas cruzan mares traicioneros y desafían vientos cambiantes y tormentas repentinas para transportar noticias, rumores e historias a las comunidades más remotas de Windhaven. Maris de Amberly Menor tan solo es la hija de un pescador, pero es heredera de los navegantes de las estrellas que fundaron su mundo y de la familia de alados que la adoptó. Maris anhela volar por encima de todo. Sin embargo, el hermanastro de Maris es quien debe heredar las alas cuando alcance la mayoría de edad… aunque él sueña con otro camino. Así que Maris decide desafiar la tradición y la ley, exigiendo que los alados sean elegidos por sus méritos y no por herencia».

Y ahora os lo cuento con mis palabras y os resumo. La historia cuenta la vida de Maris, que en principio conocemos desde su vida de niña hasta que le llega el deseo de volar con los integrantes más importantes de su patria. Luego nos vamos a la lucha por cambiar la estructura de la sociedad en la que vivía. Y luego, a sus últimos años, donde vemos las consecuencias de toda esa lucha por la que tuvo que pasar. ¿Creéis que os hago todo este resumen rápido por que no me gustó? Todo lo contrario. La historia cubre un gran rango de tiempo y se disfruta con cada página. La historia fuera de la vida de Maris es bastante típica, eso si, pero la fantástica, la del mundo que engloba y como nos metemos en esa genial ambientación de una tierra donde todo es agua y hay la constante lucha de poder entre naciones…, Eso, my friends, mola cantidad. Por otro lado, me gusta avisar que en esta novela gráfica, hay bastante viñeta y texto y eso para el lector de cómic que apenas tiene tiempo para sentarse un rato a disfrutar y digerir lo que tiene entre manos; se puede asustar. Solo me queda pensar que o bien Lisa Tuttle no ha hecho mucho cómic o está tan enamorada de su historia que no quería dejar nada fuera.

Leí El Refugio del Viento hace años, el libro, mucho antes que Juego de Tronos. Y ya se veían en Windhaven cositas que se trasladaron a la enorme saga de Westeros (Poniente). Pero aquí nos centramos en un solo personaje y gusta ver toda su vida pasar. Y en formato novela gráfica. Es interesante ver también, como cambia Maris con el tiempo en ese mundo de egoístas. Concretamente, da un empujón fortísimo a la historia el dibujo de Charretier. Aporta una característica curiosa en ocasiones que es, muy poca expresión facial. Como si te enteraras de la historia como a vista de pájaro. Desde el aire, apenas apreciando detalles, dibujos que parecen sin terminar. A cierta gente puede no gustarle pero a mí eso me encantó.

Novelas gráficas que uno disfruta.

Reseña: Dos Hermanos, de Fábio Moon, Gabriel Bá y Milton Hatoum

Si bien los cómics en su mayoría ahora tienen color, la novela gráfica original más reciente publicada por Planeta Cómic de los hermanos Gabriel Bá y Fábio Moon está representada en un llamativo blanco y negro. Eliminar el color en el cómic elimina una sensación de familiaridad con el comiquero actual, cuyos ojos agradecen los colores por encima de todo. No obstante, el blanco y negro nunca fue un problema para el fan del cómic de toda la vida. De todos es sabido que es el mejor marco para los detalles. En Dos Hermanos, esta adaptación de la obra de Milton Hatoum (reconocido como uno de los escritores contemporáneos más importantes de Brasil, con novelas premiadas y algunas pendientes de ser llevadas al cine), el dueto de hermanos gemelos Fábio Moon y Gabriel Bá, imbuyen gran parte del arte y guión de calidad en un viñetario que desarrolla muy bien esa sensación de simplicidad y escasez de fondo que muestra el poder del espacio negativo. Es decir, la ausencia de color, a una historia de género negro, le vine al pelo.

Novela gráfica muy digna. Como os decía, el cómic se basa en en la novela de Milton Hatoum (The Brothers), que se publicó originalmente en 2002 y sigue las aventuras de dos hermanos que vivieron separados por todo un océano durante más de una década. Los gemelos, Yaqub y Domingas, se reencuentran al comienzo de la historia y están rodeados de una familia con complejas relaciones que se desmoronan a lo largo de la trama. Aunque a la medida que la narración avanza se desarrolla más profundamente y se ofrecen flashbacks sobre las vidas de los chicos, que sinceramente, atrapan. Pues Domingas y Yaqub tienen una relación tensa evocada conmovedoramente por los propios hermanos autores. Los mismos que abordan la dureza del tema original con cierto sentido de inocencia y honestidad que hace que esta historia parezca autobiográfica.

Es refrescante ver a Bá y Moon, a través de un estilo minimalista, crear un mundo tan hermoso y grandioso como ya hicieron en The Umbrella Academy y Casanova (sus otras obras que he leído) con menos líneas y trazos menos complicados. No obstante, Dos Hermanos, la historia, se vuelve más oscura a medida que la novela gráfica continúa. Las tensiones aumentan, pero la narrativa nunca se aleja de su propia belleza intrínseca, incluso cuando la violencia y el contenido sexual revelan el engaño y la traición ocultos dentro de la familia. Y es que Dos Hermanos tiene más de doscientas páginas. Los gemelos utilizan este espacio para desarrollar lo que creo que son los puntos fuertes de la historia de Hatoum. A algunos esto les puede parecer un trabajo fácil, pero os puedo asegurar que cuando piensas como un guionista, o mejor aún, has hecho algún curso de guión audiovisual o creatividad, sabes que este es el peor de todos los problemas a solucionar. Con la selección de escenas (porque obviamente todo lo de la novela no se puede trasladar) tienes que intentar elegir a la vez, que transmites sensaciones que crees que puedan ser las más emocionantes de la historia.

No es nada fácil… hacerlo bien.

El tema que involucra a esta familia es la más importante pieza de atracción para el lector. Y es donde Moon y Bá se pueden apuntar alguna que otra medalla, intentando adaptar una historia con más sustancia que un cómic promedio. Dos Hermanos es una novela gráfica sorprendente que permite a los fans ver un aspecto diferente de dos de los mejores creadores de cómics que ha parido Brasil.

Sinceramente, sorprendido me hallo.