Reseña: Ambassador Magma, de Osamu Tezuka

No hace falta que yo reitere lo importante que es, que se publique/edite/reedite constantemente la obra del dios del manga Osamu Tezuka. Sobre todo, en nuestro país, donde se publicaba un titulo de vez en cuando pero no todo-todito-todo lo que existe. Bien, pues esa es la labor-magna que Planeta Cómic está haciendo. Y de la que pretendo hacerme con todo lo que pueda. Más que nada porque están saliendo títulos que apenas conocía y que hubiese jurado que jamás se publicarían en nuestro idioma, por supuesto, antes de que comenzara esta gran y nueva época del cómic que estamos viviendo en la que están llegando grandes joyitas ilustradas.

En Ambassador Magma, el periodista Atsushi Murakami y su familia se despiertan una mañana y se dan cuenta que han viajado doscientos millones de años al pasado. Todo es un plan, una obra de un extraterrestre llamado Goa, quien les muestra su plan. Goa les dice que viene con el objetivo de conquistar la Tierra y exige que Murakami informe su experiencia en una especie de diario narrador de los hechos que sucederán a partir de ahora…

Volviendo al presente, Mamoru, el hijo de Murakami, conoce a Magma, un robot gigante, creado por el científico para ser el protector de nuestro planeta junto a otras dos “personas cohete” como son su esposa Mol y su hijo Gam (hecho a imagen y semejanza del pequeño Mamoru). Pero, ¿funcionará este equipo para detener los malvados planes de Goa? Osamu Tezuka fue un artista que abogaba mucho por la Ciencia Ficción, campo del fantástico donde sacó a relucir todos sus gustos por el amor a obras indispensables de este magnífico género. Y si bien me gustaron algunas y no todas de las leidas hasta ahora, tengo que reconocer que cuando a alguien le llaman maestro-dios del manga, es por algo. No hay ningún manga suyo que no entretenga como poco para que quieras devorarlo hasta el final. Y otros, que dejen las ganas o ansias por saber que hubiese pasado en una continuación. Esto ocurre con Ambassador Magma, el genial volumen único que Planeta Cómic ha publicado este mes que cierra el año, donde se presenta una trama de escenario no muy complicado (a día de hoy) con un alienígena malvado dotado de poderes increíbles que pretende invadir la Tierra. Y como contrapunto, el personaje principal como simple niño que frustrará sus planes con la ayuda de su papá y unos cuantos robots curiosos (incluido el del título).

¿Es Ambassador Magma una obra de Tezuka muy recomendable para jóvenes o para padres que quieren disfrutar de un buen manga de robots (mechas) junto a sus hijos? Sin duda. Puedo imaginarme claramente a algunos niños japoneses de los años 60 o 70 encontrando esta miniserie absolutamente asombrosa. En cambio, como adulto del siglo XXI que lee bastante, puedo decir que Ambassador Magma no ha envejecido bien. Es la crítica fácil. Pero sería injusto porque mangas como éste tienes que ponerte a ello, verlo, con los ojos adecuados. No son otra cosa que una vuelta a la nostalgia de niños que crecimos con Mazinger Z, Tetsujin 28-go (el primer manga de mechas también conocido como Ironman 28), Gundam o el mismísimo Astro Boy, también de Tezuka que está publicando actualmente Planeta Cómic en nuestro país. Quizás algunos pensarán que Ambassador Magma solo interesará a unos pocos fans del maestro o como decía anteriormente a padres e hijos que quieran disfrutar juntos de una lectura. Pero no. Ya os digo que cualquiera que disfrute de una buena historia de CF con robots, le cogerá el gusto rápido a este volumen con el que poder disfrutar de toda la historia de una sola atacada.

Tiene algunas escenas realmente buenas y un tema que me hizo reflexionar sobre en lo idiotas que nos estamos convirtiendo poco a poco como sociedad. Al gran chico-malo de esta historia le gustan los niños. Y eso no significaba lo mismo hace sesenta años que ahora, ¿no?

Si andáis por Sevilla, ideal pillar esta obra en el MangaFest (X Festival de Cultura Asiática y Ocio Digital de Sevilla). Aunque hoy es el último día.

Osamu Tezuka, maestro de maestros, rey de reyes, siempre.

Reseña: El Umbral de lo Siniestro, de Junji Ito

Hacer recomendaciones de lectura para Halloween y no tener en cuenta a Junji Ito es como hacer una fiesta e invitar a todo el mundo a agua. Cero sentido. Junji Ito es el culmen de los relatos cortos de Terror desde hace ya algunos años. El maestro que todo el mundo debería leer…, pero no solo de manga, sino de libros, cómic o todo lo que lleve letras. A poco que ames el Terror, indispensable leer sus obras. Y es que Junji Ito no necesita mucha presentación, aunque siempre estoy feliz de poder hablar sobre él. Por que eso significa que hay un nuevo titulo suyo entre las novedades.

Durante los últimos diez años, se ha convertido en uno de los creadores de manga más populares a nivel internacional, y se ha convertido en éxito incluso entre personas que no leen manga. ¿Lo mejor? Que cualquiera de los títulos que ya existen en librerías especializadas, la extensa cantidad de obras que ECC Ediciones ya ha traído a nuestro país, cualquier de ellos te vale para empezar a disfrutar de este autor. Crea historias súper digeribles, cercanas, y lo mejor, muy dignas de aquel cine de Terror japonés que tanto impactó al mundo con films como The Ring, Dark Water, La Maldición, El Grito o El Ojo. Terror del bueno porque son historias tan simples y mundanas que a cualquiera de nosotros nos podrían ocurrir. Dicho esto, uno de los creadores más apreciados de todo el panorama de la cultura pop japonesa vuelve a dar un paso al frente con esta antología. Que por cierto, cuenta con relatos más largos de lo que es normal en el autor y eso provoca que esplendan. Tienen más consistencia y se desarrollan cositas que otras veces no. Siempre lo digo, a ver lo que tarda Hollywood en en darse cuenta de lo maravilloso que es este genio.

Genkai Chitai aproximadamente traducido como El Umbral de los Siniestro es una especie de área de descanso donde ocurren cosas a lo Twilight Zone. Lugar donde comienzan a ocurrir hechos extraños en la vida diaria de los transeúntes. Este tomito explora esas perturbaciones creadas por estas rarezas temporales donde obviamente el potencial de Junji Ito va a llenarnos la cabeza a diferentes indulgencias espeluznantes. Provocando que miremos en lugares de nuestra casa donde antes no habíamos mirado con esta obra formada por cuatro relatos terroríficos, historias sobre muertos muy vivos, espectros, voces del Más Allá y la incertidumbre que muchas veces tenemos entre la vigilia y el sueño.

La cuesta de las plañideras nos habla de una pareja que se va de escapada a la sierra y al pasar por un pueblo se topan con un lugar donde aún quedan plañideras. ¿Qué? Esas señoras contratadas para llorar en los entierros que ya normalmente no se ven. Un encuentro que se volverá contra ellos para siempre…

La Madona nos lleva a saber de una de una chica que entra en un internado religioso donde los profesores son como mínimo misteriosos de ocultar un Mal que nadie piensa. La atmósfera opresiva del colegio que Ito crea aquí es maravillosa.

La corriente espectral de Aokigahara habla de una de esas muchas parejas que van a suicidarse a la falda del monte Fuji. Pero en esta ocasión descubren una cueva.

Cierra el tomito El Duermevela. Que cuenta el caso de varios asesinatos que se están dando en el que las víctimas aparecen acuchilladas y cubiertos con una parca. Muy a lo Aaron Boone en Razas de Noche, el protagonista cada vez que se despierta, tiene ligeros recuerdos de dichos asesinatos y llegar a pensar que él es el asesino. Historia con un tremendo desenlace.

ECC Ediciones sigue trayéndonos (¡Y qué no pare!) el mejor Terror en formato manga. Un nuevo recopilatorio del maestro que no sólo no-debe faltar en cualquier biblioteca de Terror que se precie, tampoco en cualquier fiesta donde Halloween sea el motivo de la reunión. Asombro, desasosiego, terror… Otro indispensable.

Reseña: Cielos Radiantes, de Jiro Taniguchi

Cielos Radiantes, editado originalmente en 2005, es una de esas obras manga que hace que encumbres fácilmente a Jiro Taniguchi. Un exponente claro de lo que hace este autor. Taniguchi nos suele hacer vibrar con historias en principio costumbristas pero armadas de amor y valentía. También melancolía. Y nostalgia sobre aquellos buenos tiempos que fueron y ya no son. Y de como queremos/debemos aprovechar la vida cuando ya casi no podemos.

El tener, y no saberlo, ni apreciarlo, en su momento.

Gracias a editorial Ponent Mon se reedita este titulazo que ningún amante de las historias inolvidables se debería perder. Seguir disfrutando de la obra de Jiro Taniguchi es una opción…, pero qué opción. No me pierdo una obra de este hombre. Y ahora, después de revisitar la edición de Los Años Dulces, ya podemos hacernos con Cielos Radiantes entre las novedades.

En Cielos Radiantes vemos a un hombre conduciendo su coche, cansado, cantidad de horas encima de trabajo, ya sabéis… ¿Y en qué depara? Pues en un aparatoso accidente contra la moto de un joven de diecisiete años.

Ambos acaban en coma pero algo inexplicable sucede: mientras que el hombre adulto fallece, el joven consigue despertar pero con la conciencia del otro. Kubota (el hombre que ha muerto) ahora dentro de Takuya (el chico de la moto que ejercía de mensajero) tiene que enfrentarse al hecho de estar dentro de una persona joven otra vez. Y sobre todo, con una familia que no conoce. Sin embargo, el milagro se altera con el paso del tiempo y el espíritu de Takuya, el verdadero, desea volver. Kubota tiene así una carrera contrarreloj en la que necesita despedirse de su mujer y su hija antes de que suceda el cambio.

Momentos intensos y emocionales.

Lágrimas.

La tristeza y desesperación de sendas muertes inesperadas.

El mejor Taniguchi.

Cielos Radiantes recuerda muy mucho a uno de los mejores manga del autor, el conocido entre los amantes del manga Barrio Lejano (http://www.ponentmon.com/comics-castellano_old/taniguchi/barrio-lejano/index.html). En ambos casos, un suceso sobrenatural es el motor de la trama y lo que pone en visicitudes a los protagonistas. Un hecho racional se vuelve uno sin explicación normal y cambia las vidas de ciertas personas para siempre.

Jiro Taniguchi es un autor que tuvo la voluntad o la suerte de no caer en el serial manga y largo de capítulos interminables. No creo que sea de los que escribe para vivir sino de los vive para escribir. Es muy contemplativo. Y pese a que os he hablado de dos de sus obras con hechos fantásticos normalmente no los usa. Es todo lo contrario. Sus obras son una oda a la vida, a los recuerdos y capaz de hacer que valores a un personaje en una hoja observando simplemente un árbol y en silencio. Sus personajes son muy atractivos y muy pero que muy reales. Ha creado siempre proyectos concretos y tomos integrales. Volúmenes únicos que es en mi opinión, lo que mejor se lee. Taniguchi es de trabajar mucho en historias cotidianas que acercan al lector como si en vez de leer estuviera oyendo a alguien hablando de otro alguien. Jiro Taniguchi es uno de los mejores novelistas gráficos que existen.

Y lo demuestra con Cielos Radiantes.

Reseña: Lo Mejor de Junji Ito (Best of Best)

A estas alturas es de sobras conocido que Junji Ito es el mejor autor de relatos cortos de Terror del momento. Correcto. Estamos hablando de un mangaka, de un autor de manga cuyas publicaciones e historias solo se pueden encontrar en este formato. Pero probad a leer algunas de sus historias cortas y veréis; si amáis las buenas e impactantes historias de Terror, las que calan, las que quedan dentro, las que uno/a comenta cuando algo extraño sucede a su alrededor y de pronto le sale un «Ostras, eso es como en aquella historia de Junji Ito…». Si todo esto que digo te mola y te hace vibrar, una buena oportunidad de conseguir más caviar es hacerte con el volumen que publica ECC Ediciones denominado Lo Mejor de Junji Ito. Estamos de hablando de un nuevo tomo súper llevadero, que recoge nada más y nada menos que diez terroríficos relatos, entre ellos, la escalofriante La Silla Humana, que no es otra cosa que la traslación de un cuento del formidable Edogawa Ranpo, que Ito ha adaptado al formato manga.

Diez historias. Aunque doy por seguro que vais a querer más. Y que incluso si sabéis de qué estamos hablando, tendréis vuestras preferidas y otras del autor que no están aquí. Porque ECC Ediciones ya ha publicado bastantes cositas de este maestro del género. Sus mejores obras tanto en larga como en corta extensión. Responsable de tramas escalofriantes como Uzumaki, Gyo, Sensor (https://www.cronicasliterarias.es/?p=3130) y Tomie por nombrar algunos. Mas toda una colección de relatos chulos como fue Fragmentos del Mal (https://www.cronicasliterarias.es/?p=977) o Relatos Fantasmagóricos de las Montañas (https://www.cronicasliterarias.es/?p=2434) y/o sus participaciones solo como dibujante para otros mangakas que también abogan por el Terror. Antologías en mi opinión indispensables, la mayoría aún disponibles en librerías.   Pero ahora tenemos nueva antología. Un nuevo titulo del maestro nipón al que deberíais echar un ojo y en el que es indispensable reparar si te gusta Lovecraft y toda su mitología de horror cósmico. Jugadores de rol y de mesa incluidos lo pasarán bien con Ito. Pues uno de los mejores aspectos de su trabajo es el nivel de detalle que pone en su arte. Creando algunos de los monstruos más espantosos que se han visto en cualquier medio y seres fantasmales que quedan «dentro”. En tu imaginación, en la mía…

¿Y qué hay más disfrutable que un volumen de relatos que se “disfruta” rápidamente, en cualquier lugar y es súper apetecible para esta época del año en la que sol empieza a irse antes y el vientecillo frío hace presencia en calles vacías al atardecer? Una selección de historias –fechadas entre 1997 y 2018– que tratan ese placer malsano que es leer el buen Terror. Una buena recopilación pese a que, como ya digo, existen otras muchas historias de este hombre que impactan como pocas cosas leídas. Con cuentos que retuercen el alma como es el comienzo del tomo con Cien Millones de Solitarios, donde un chico paseando a su perro se topa con un macabro escenario en el parque, historia que recuerda al film gore The Human Centipede. Lo mismo ocurre con El Misterio de la falla de Amigara, que provoca pesadillas o, sobre todo, la grotesca La Lamedora, una historia muy de Ito pero que siempre impone. Por comentar los tres cuentos que de momento se me han quedado «dentro”. A ver hasta cuando… Como decía, Lo Mejor de Junji Ito también incluye La Silla Humana, de Rampo, un autor que me encanta y cuya historia puedo decir que es una de mis preferidas junto a la que curiosamente también se añade del maestro, la sorprendente Un Amor que no es de este Mundo. Obras, algunas rescatadas del folclore nipón, otras nacidas del entorno, de un autor y crítico japonés que siempre abogó por el misterio. Recordad que Edogawa Ranpo era un tremendo admirador de Edgar Allan Poe. De hecho, su seudónimo es una traducción del nombre de Poe al japo.

Por otro lado, la historia autobiográfica El maestro Umezu y yo era una de las historias que más ganas tenía de disfrutar. En la que Ito nos habla del mangaka más influyente del Terror y de los temas siniestros que le rodeaban. Además de otra maravilla como es De cómo el profesor Kirida fue poseído que también es traslación de un cuento literario de Robert Smythe Hichens, favorito de Alfred Hitchcock, y que he recomendado más de una vez a los que me pedían leer una historia de posesiones diferente.

Pero hay más. Son diez. Fantasmas, espectros de chicas (indispensables) que vienen a ti con un propósito, asesinos sin miramientos cuyas almas han pasado a formar parte del Maligno… Es como ir al cine a ver lo que uno quiere, con la persona que quieres y donde los astros se han alineado para que todo funcione a las mil maravillas y vibres en el sillón, de lectura, en este caso. Que si estás solo mires donde antes no había mirado. Que si estás acompañado, te alegres por ello. Que oigas ruidos o repares en los que antes no fijabas tu atención. Yo, con Ito, lo he vuelto a sentir.

Reseña: Furari, de Jiro Taniguchi

Seguir las historias de Jiro Taniguchi y perderse en ellas probablemente sirva algún día como estudio para terapias de psicología o clases literarias de relajación. Es toda una experiencia emocional cada una de sus historias y solo por eso este autor debería ser tan conocido en nuestro país como lo es en Japón o en Francia. Puedo decir que me sorprende bastante que fuera del mundo manga-comiquero de nuestros lares, la gente no tiene ni idea de quién es Jiro Taniguchi; considerado uno de los impulsores de la difusión manga fuera del país del Sol Naciente. Uno de los más galardonados en premios del noveno arte y uno de los que más premios Tezuka tiene. Aunque por no saber, los muggles quizás no saben ni quién es Tezuka… Que esa es otra. En fin, que si lees una historia de Taniguchi, quedas encandilado y quieres más. Por mi parte, como seguidor de las historias contemplativas, emocionales e instructivas que hace este hombre, ya os adelanto que Furari es una de las que puede tener más detractores, porque en mi opinión, solo sabrán ver sus virtudes unos pocos. Y la acaba de publicar en una genial edición en tapa dura la siempre recomendable Ponent Mon. Donde aún se pueden encontrar joyitas como Mascotas (https://www.cronicasliterarias.es/?p=3029), Barrio Lejano, El Olmo del Cáucaso o la genial El Caminante del mismo autor.

De Furari me encantó, sobre todo, la inmersión en la ciudad de Edo hacia 1800 que muestra Taniguchi. Una historia con un tono mucho más ligero y agradable de leer que otras de sus obras, que tienen lugar en la misma ciudad pero siglos después. Aprecié mucho cómo el autor le devolvió la vida a Edo con cuidado y amor, ofreciendo un recorrido por su interior entremezclado con hermosos paisajes pero también momentos de la vida cotidiana. Me pasó con Furari que, en ocasiones, me quedaba totalmente inmerso en el manga, disfrutando, hasta que algo de la vida real me despertaba de dicha ensoñación. Taniguchi tiene ese poder. Y en esta además hace tantas referencias culturales que entran ganas de leer el manga con un dispositivo de internet cerca para saber más de esas referencias. Como los guiños gráficos a las impresiones Ukiyo-e de los tiempos de Hiroshige (un famoso pintor japonés).

Todo a través de capítulos cortos que siguen un hilo narrativo sobre la maduración de un proyecto de viaje que permite unir la pasión del héroe como topógrafo a su pasión por la astronomía. La historia de una vida que presenta entre otras muchas anécdotas: animales encontrados por el protagonista, vagabundeos donde este último imagina ver a través de los ojos de animales y viajar así desde sus adentros y por encima de la ciudad de Edo… Pasajes de la vida visualmente interesantes, paisajes de los que apenas disfrutamos por culpa de esta vida de estrés y rapidez constante que muchos llevamos. Pues Furari es una obra contemplativa que pretende ser poética y cercana a la naturaleza. Sin acción, pero que esplende descanso y te impulsa a querer encontrar esa serenidad del alma. Los diseños son a veces magníficos, como esas flores de cerezo japonesas tan detalladas. Pero si tuviera que compararla con otra de sus obras, sin duda, recuerda a El Caminante (https://ponentmon.es/producto/el-caminante); el personaje principal tiene ese tok! de contar sus pasos, lo que le lleva a caminar bastante.

Aunque la mayoría de las escenas pueden parecer banales, tienes que verl Furari con otros ojos. Con los de una persona que ya no tiene prisa por nada y solo se empeña en vivir. Disfrutar de esos encuentros con un poeta o una libélula, son situaciones agradables que se deben disfrutar del mismo modo. Sentir empatía por la historia. Mas, siendo sincero, Furari no es una de las mejores obras que he leído de Taniguchi, pero yo la he disfrutado bastante. No sé si es mi pasión por el autor o por haber encontrado ese mágico sendero al trasfondo que propone. Vagabundeos de un personaje, que de barrio en barrio, de encuentro a encuentro, tanto humanos como animales, recorre la ciudad para conseguir mapearla. En resumen, una obra que propone un hechizo, una sesión de hipnosis relajante a la que hay que estar dispuesto a entrar. Muy recomendada también para amantes de la Historia, en particular, de la vida en la capital japonesa a principios del siglo XIX.

Grande Taniguchi siempre.

Reseña: El Árbol Desnudo, de Keum Suk Gendry-Kim y Park Wan-seo

Si ya es difícil encontrar un manga coreano (manhwa) recién publicado en nuestro país, imaginad que encima contiene una buena historia, basada en una historia real y novela de Park Wan-seo. Una trama que dudo mucho que la vayáis a ver traducida en nuestro idioma alguna vez. Una obra de culto de la literatura coreana que Keum Suk Gendry-Kim adapta, una novela gráfica impregnada de delicadeza, una lectura profunda y conmovedora para adentrarse en el corazón de la historia de Corea.

En El Árbol Desnudo nos vamos a Seúl, en 1951, donde conocemos a Kyung, una joven que vive sola con una madre que se ha vuelto irritable y está enojada con su hija después de la muerte de sus dos hijos que murieron en uno de los bombardeos. Kyung trabaja en una tienda para soldados estadounidenses destinados en Corea. Allí conoce a un joven pintor refugiado del norte que crea por encargo, a falta de algo mejor, cuadros sobre seda para militares que quieren llevarle un detalle a su novia. Poco a poco se va tejiendo una relación entre estos dos seres llenos de soledad, un incipiente amor platónico que irá sumando entre los diversos encuentros de estas dos almas perdidas en un mundo demasiado duro para ellos donde hasta los referentes se difuminaron.

Una hermosa adaptación de la novela homónima de Park Wan-seo publicada en 1970. En un blanco y negro común de estas obras donde deslizarnos como observador/a en la lenta y dolorosa vida cotidiana de Lee Kyung y Ok Heedo. Para seguir a través de las páginas el destino de estas dos personas que una vez existieron realmente, y unidos por un amor imposible que les permitirá aguantar ante las desgracias a las que son sometidos.

Una novela gráfica de casi trescientas páginas que se devoran cual plato de jamón en mesa de degustación. Delicadeza y delicadeza, son las palabras que emergen de mí cuando quiero describir todo lo leído, todo lo que sucede en El Árbol Desnudo. Sumergirse en una sociedad herida, una sociedad socavada por la guerra, una historia bastante pausada pero que alterna con momentos duros y otros más ligeros. ¿El hilo conductor? La metáfora del árbol que pierde su follaje con el paso del tiempo y que, aunque llega a estar totalmente despojadado de verde, no muere. Una referencia a una pintura famosa del artista coreano Park Soo-keun cuyo título fue tomado para la novela original de Park Wan-seo.

La delicadeza hecha historia.

Hecha novela.

Hecha manhwa (manga).

Una lectura profunda y conmovedora. Un escenario de los que pone los pies en la tierra, a todo aquel que se queja constantemente de lo puñetera y mala que es su vida.

Friend, recuerda que siempre hay alguien en peor estado que tú.

Siempre.

Reseña: El Tiempo Recobrado, de Kei Fujii y Cocoro Hirai

Ponent Mon también publica Manga. Pero no cualquier manga, sino del tipo del que te pone los vellos de punta. En el sentido que son historias muchas melancólicas, evocadoras y dignas de recuerdo. Por eso, se fijan en autores como Jiro Taniguchi o similares. Es una editorial digna de echarle un ojo si te gustan los guiones, las historias que rara vez se olvidan.

De las que te hacen ver la vida de otra forma.

Los Tiempos Recobrados trata sobre el amor, ese tan fugaz, ese que sin comerlo ni beberlo aparece y desaparece pero que también emerge incluso a los setenta años de edad. Una nueva ilusión cuando estamos en el ocaso de la vida. Aquí tenemos a un viudo y una viuda que intentarán construir una relación a pesar del peso de la edad, los problemas de salud y los recuerdos dolorosos del pasado. Pero, ¿cómo mantenerse fresco cuando todo son dolores y apenas a uno le quedan fuerzas por lo viejo?

Los autores de Bajo un Nuevo Cielo (obra que también publicó en su día Ponent Mon) han vuelto a encontrar una debilidad para con el lector: jugar con la cuerda sensible, esa que todos intentamos ocultar para pensar en lo inevitable. Estar sobrio cuando llegue la borrachera que no deseamos. Ponerse en la piel de dos almas septuagenarias que vuelven a encontrar deseos de amar, de compartir momentos, de discutir, de relacionarse hasta que la esencia de cada uno se disuelva… por no poder más. Los que decidimos leer mangas, historias de las potentes sentimentalmente, tenemos derecho a mangas en color. Me gusta este detalle en el tema gráfico de los guiones que encienden nuestra ternura. Al menos, nuestro final, que llegue en suaves tonos pero coloridos. En cualquier caso, Los Tiempos Recobrados es un manga que trae un poco de esperanza a nuestro momento lector, el hecho de que uno siempre puede enamorarse y a cualquier edad, volver a sentir ese cosquilleo en el estómago que te quita el hambre. Pensamientos sobre otra persona, distinta, que ves con otros ojos en esos días de primeros encuentros deseados…, por las dos partes.

Además, queda claro en Los Tiempos Recobrados que no estamos de vuelta a lo pasado. No es una vuelta a los amores adolescentes que tan pronto venían, que algunos muy rápidamente asociaban con la depresión, y que tal como venían se iban. No. A esta edad no tenemos ninguna prisa. Las cosas se hacen de manera más pausada, más serena, donde hay momentos de contemplación, escenas que los autores saben exponer en este cómic de forma maravillosa. Un buen equilibrio entre emoción, humor (porque hay en los amigos de Ippei) y dignidad. Además, tienen el buen gusto de crear un relato que no acaba aquí, que se completará en un segundo volumen al igual que en la edición original de Ki-Oon. Pero al final, cuando todo parece asentarse felizmente, asistimos a la oposición de las respectivas familias de una manera bastante odiosa. Una inquietud que te deja con la miel en los labios y con ganas de saber.

Ippei, un jubilado apuesto, lo ha visto todo de color de rosa desde que contempló a Kotoko, una nueva recluta del club de música en el Centro Gin. A su edad, no creía poder llegar a revivir tales emociones, y, sin embargo, su corazón late como lo hacía a los veinte años.

Tierna historia.

Reseña: Éramos el Enemigo, de George Takei, Justin Eisinger, Steven Scott y Harmony Becker

Puede parecer que voy de novela gráfica en novela gráfica, pero es que me parece de recibo que para alguien que lee tantísimo y tan rápido como yo (un devorador de historias del tamaño de un Azotamentes tengo dentro), ya que me pongo con una historia que empiece y acabe en el mismo tomo. Se agradece. Para más inri, leo tramas de todos los géneros pero tengo debilidad, cada vez más (será la edad) por las historias que tocan el alma. Historias reales que son traslaciones de novelas autobiográficas que han sido súper ventas en el New York Times y que hablan del dolor en primera persona y de sucesos de gran envergadura, que para bien o para más mal que bien, sufren inocentes sin comerlo ni beberlo.

Éramos el Enemigo es una de esas memorias gráficas que merecen ser leídas. Cuenta la historia, ahora en formato ilustrado, del actor/guionista/escritor/activista George Takei. Una historia de coraje, patriotismo, lealtad y amor. Planeta Cómic publica este mes además, la edición They Called Us Enemy: Expanded Edition. Un genial tomo en tapa dura, una edición de lujo con material y páginas extras que trae lo que me gusta a mí visualizar cuando me cuentan una historia basada en hechos reales: fotos verídicas de los protagonistas.

George Takei ha capturado corazones y mentes en todo el mundo con sus actuaciones magnéticas, su ingenio agudo y su compromiso franco con la igualdad de derechos. Pero mucho antes de desafiar esas nuevas fronteras que tanto promueve en Star Trek, se despertó una mañana como niño de cuatro años para encontrar a su país de nacimiento en guerra y a su padre y a toda su familia teniendo que huir de buenas a primeras para abandonar su hogar con un futuro incierto por delante. Una impresionante historia gráfica donde Takei repasa además la niñez que tuvo viviendo en los campos de concentración estadounidenses cuando formó parte de los ciento veinte mil japoneses americanos que el gobierno estadounidense mantuvo presos durante la Segunda Guerra Mundial.

En 1942, por orden del presidente Franklin D. Roosevelt, todas las personas de ascendencia japonesa en la costa oeste fueron detenidas y enviadas a uno de los diez «centros de reubicación», a cientos o miles de millas de su hogar, donde serían retenidas dichas familias durante años bajo guardia armada. Éramos el Enemigo es el relato de primera mano de Takei sobre esos años detrás del alambre de púas, los terrores y las pequeñas alegrías de la infancia a la sombra del racismo legalizado. Las decisiones difíciles de una madre, la fe probada de su padre en la democracia y la forma en que esas experiencias plantaron las semillas para su asombroso pero entonces incierto futuro.

¿Qué significa ser estadounidense? ¿Quién decide? George Takei se une a los guionistas Justin Eisinger y Steven Scott y a la artista Harmony Becker en el viaje de su vida para presentar una novela gráfica que pone los vellos de punta. Una trama que si no fuera porque sabes que tiene un bonito final (dio fuerza y forma a un ícono estadounidense), pondríamos nuevamente en entretela la forma dictatorial que ejecuta el país que tanto alardea de promover la libertad, el ser el lugar donde cumplir tus sueños.

No es oro todo lo que reluce.

En mi amada por otras muchas cosas USA, he visto las imágenes de televisión de niños emigrantes sufriendo que es muy fácil desarrollar la fatiga por compasión. Después de todo, podemos apagar el televisor sin vernos obligados a contemplar la difícil situación de ser encarcelados a una tierna edad en un lugar extraño y duro, a merced de fuerzas que realmente no comprendemos. Pero Takei ha encontrado una manera poderosa de transmitir su mensaje. Con un libro y ahora con una novela gráfica que presenta en mejor caso el tema, en mi opinión, se muestra una historia que entra hasta el fondo. Me explico: no es lo mismo leer esta historia en narrativa que en un medio que la mayoría de nosotros experimentamos por primera vez cuando fuimos niños; en cómic, en manga, dibujos con globos de diálogo y narraciones simples y escasas para ayudar a los lectores a verlo todo a través de los ojos del niño que alguna vez fue Takei. Todo muy Estudios Ghibli. Donde Takei relata cosas como que soportaron un calor sofocante y tormentas de lluvia que convirtieron el campamento en un mar de barro, comieron alimentos de mal sabor que no tenían ni idea qué eran e hicieron sus necesidades en hileras de inodoros que construyeron con trozos de madera…

Una locura.

Reseña: Mascotas. Un Paseo en Compañía, de Jiro Taniguchi

Para los que amáis el actual cine oriental: ¿Sabéis de esas pelis contemplativas qué como joyita emergen cada dos por tres? Si lo seguís, sabréis a que me refiero. Concretamente, al cine coreano y a films como Burning; historias que enredan, que dejan atrapado en el sofá, pero también ensimismado a uno en sus pensamientos. ¡Toma redundancia! Esa sensación, ese nerviosismo, ese poso me deja también a mí, la mayoría de las obras de Jiro Taniguchi. Escribe y dibuja mangas de buen rollo, como diría cierto milenial o youtuber, en comparación con la mayoría de los mangas que tienden a ser lanzados, llenos de acción y emoción, sus volúmenes, sus guiones, sus historias son muchas más simples en principio pero -cómo diría Víctor, el profesor de Filosofía que tuve en el instituto-, al leerlo una parte de ti piensa: ¿Somos caprichosos o es que me están mirando?

Barrio Lejano y El Almanaque de mi Padre, fueron las últimas grandes obras que leí dl señor Jiro Taniguchi. Autor que sabe que el tema de la familia siempre nos hace llorar. Las lágrimas salen con facilidad, los recuerdos afloran y cualquier frase en la que salgan las palabras madre, padre, hijo/a, perrito/gatito… nos ponen el vello de punta. Nos acongojan. Por circunstancias de la vida, uno ve a estos seres «pasar», y con ellos vivimos tan buenos momentos como malos. Seres pequeñitos que solo piden de nosotros cariño y, dependiendo del caso, protección. Por supuesto, estamos hablando de mascotas, y con ese tema tan enternecedor, el maestro del manga contemplativo (como yo lo llamo) nos saca una antología de cinco historias, a cual, más bella. Cinco relatos que vieron la luz alguna vez en una revista y que ahora recoge Ponent Mon en este Mascotas: Un Paseo en Compañía.

Cinco cuentos: Tener un perro (Inu wo Kau), Y… tener un gato (Soshite Neko wo Kau), La vista del jardín (Niwa no Nagame), Los días de los tres (Sannin no Hibi) y Pedigrí Centenario (una quinta narración inédita, que también aborda la fraternal relación que tenemos los seres humanos con nuestras mascotas). Las primeras cuatro historias tratan sobre la vida cotidiana de una pareja que convive con sus mascotas; la primera cuenta la muerte de un perro viejo y el último relato es un poco similar a un trabajo posterior del autor, Kamigami no Itadaki, que recomiendo busquéis y degusteis. Este genial tomo editado por Ponent Mon trae también un texto de Taniguchi titulado Recuerdos, que trata el origen del libro y su experiencia con su perro Tam y un ensayo sobre el autor titulado El arte de pasear.

Sensibilidad y hermosas ilustraciones. Recuerdos. Sin ellos no somos nosotros, somos otros, si nos paramos un momento a pensar en ellos, nos convertimos en los niños que fuimos y es fácil (nuevamente) ponerse a llorar. De todo esto, sabe bastante Jiro Taniguchi. Conocí a Taniguchi en otras obras y me di cuenta que sabe tocar demasiado bien la fibra creando deliciosas historias de lo que en principio nos podría parecer un tema simple. Sinceramente, a mí ya me tenía ganado antes de empezar. Tras leer su Cielos Radiantes, dejó bastante poso en mí como para quererlo todo-todito-todo de él.

Historias que se recuerdan con frecuencia.

Mascotas, ha sido una vivencia dura para mí. Que bonito, que triste, que real ha sido todo. La vida te da cantidad de momentos tristes, y curiosamente, que poco recordamos aquellos momentos en los que fuimos felices. Un autor que goza de un gran poder para dotar sus argumentos de ambiente, temas delicados, tramas que sin necesitar género fantástico, atrapan al lector. Cada vez que leo a Taniguchi, una reflexión acude a mí: «De las cosas que importan, siempre nos damos cuenta tarde».

Una obra ganadora del importante premio Shogakukan Manga Award.

Reseña: Planetes (Edición Integral), de Makoto Yukimura

La Ciencia Ficción también es ese valle amplio donde el Manga también se las trae. Y es que quizás es mejor preguntarse cuál de los géneros es el único en el que el Manga no tiene una obra buena. Casi con cualquier tema dentro de esos mismos géneros. Obras que con un mínimo que te pongas, atraen, títulos la mayoría con un hilo conductor original. Y con “original” quiero decir diferente, por que los mangas buenos tienen ese toque de originalidad que provoca que quieras leerlo, a poco que te guste el argumento. Me atrajeron principalmente dos cosas de Planetes: esto mismo que os digo, su argumento, su género, y siendo un poco superficial (nunca mejor dicho), su superficie. El volumen en el que Panini Cómics ha condensado toda la obra de forma íntegra. Un tochal de los que hacen historia, un volumen pretencioso que con solo verlo en la estantería de algún lugar, provoca que quieras tenerlo entre tus manos.

Planetes, de Makoto Yukimura, es una historia sobre trabajadores de saneamiento espacial, personas que limpian escombros en órbita y hacen que el Espacio sea seguro para los viajeros espaciales en el año 2070. Sus vidas, cómo llegaron allí y sus sueños para el futuro, es lo que se cuenta. Pero en como todas las buenas historias, eso es la superficie. No es realmente lo principal. Lo atractivo en Planetes se encuentra en una trama de cómo amar a las personas, por imperfectas que sean. Explorar sus propios límites. Me encantó este maravilloso cuento de Ciencia Ficción que lo sentí más con una historia sobre la vida, y lo pequeñitos y curiosos que somos ante la inmensidad del Universo.

Pese al glorioso género en el que nos sumergimos -la CF poderosa por sus escenarios, ambiente e inspiración pura para la imaginación-, Planetes centra su potencial en los personajes. Hachimaki, sueña con unirse a una próxima misión de exploración a Júpiter. Él, como su padre, se preocupa en última instancia por una sola cosa: el Espacio y poco más. La familia y los amigos siguen interfiriendo, pero su inquietud es averiguar su lugar en el Universo. Por otra parte, Yuri, quien aún se está recuperando de la muerte de su esposa por culpa de un accidente en órbita; todavía intenta lidiar ese trauma. Hasta que encuentra interés en… Y finalmente Lee, quien… solo quiere fumar, jajaj. Está bien algo de realidad en los cómics, mangas, libros, pelis; basta ya de tanta censura. Realidad cercana es lo que enganchará al lector. Y yo jamás fumé, eh, nunca me atrajo, pero que el problema está ahí para muchos, es obvio. Y bueno, en realidad, Lee quiere algo más que fumar. Quiere estar con su marido y su hijo, que no la entiende del todo. Pero Lee es una mujer que quiere comprender el porqué de muchas cosas y en consecuencia, también es del tipo que no hace lo que no quiere hacer. ¿Algo aparentemente extraño en una mujer de 34 años?

En el transcurso y avance de Planetes, nos vamos encontrando con más personajes como: Goro y Haruka, los padres de Hachimaki, y quizás el modelo para sus futuras relaciones. Locksmith, que está tan concentrado en su trabajo que se ha olvidado por completo de la humanidad (héroe perfecto para cualquier trama de Ciencia Ficción que se precie). Y Tanabe, el reemplazo de Hachimaki, alguien que le enseña que la vida es algo más que ambición (otro de mis personajes favoritos, probablemente porque me gusta la gente como ella en la vida real). ¡Oh, y no podemos olvidarnos de los gatos! En esta historia, importan de una forma importante esos felinos incapaces de dejarse fotografiar y a los que el ser humano ha sucumbido cual dioses de un universo de otra realidad. Aparecen en Planetes de una manera muy familiar, similar a como se tratan en las obras de Haruki Murakami.

Planetes tiene un potencial enorme. Cuatro tomos recopilados en un sendo integral, que curiosamente apenas pesa. Un manga que provoca que te interese la vida de los trabajadores de saneamiento espacial pues con muy poco terminan convirtiéndose en héroes inesperados por culpa de unos terroristas que amenazan el futuro de la exploración espacial. La infraestructura de contención, de seguridad, el trabajo de efectuarla, al parecer, es algo aburrido de contar. Obviamente, hasta que se desata un problema y nos quedamos sin protección. Entonces, se convierte en algo importante, imprescindible y se pone atención en ese tipo de seguridad y se pregunta todo el mundo como eso no lo controlaba alguien. Es un tema secundario pero importante tras los personajes de este manga. Pues Planetes es una excelente historia-ejemplo de mostrar lo que quiere la gente, muestra la atención de unos pocos pero también la conveniencia y poca solidaridad de otros muchos.

Personajes maravillosos y un mundo futuro realista y algo optimista. Dos preguntas constantes en la frente: ¿Cómo será el cielo cuando ya no sea un lugar al que podamos viajar sin restricciones? Y, ¿cómo amar a alguien que se dedica por completo a su trabajo? Personajes, sus límites, necesidades, crecimiento y cambios. Cosas buenas. Creo.